jueves, 23 de diciembre de 2010

Consulta Portátil de Psicología en Buenos Aires (7) Psicología de masas (el fútbol).

El observador "juega" el  juego. La "barra brava"
vive (cantando) las hazañas de sus héroes.
En esta vida todos somos Homeros y griegos  .
Buenos Aires es un montón de misterios; develar alguno conlleva sus consecuencias: Disfrutar un juego de Boca Juniors en la Bombonera te tornará irremediablemente “hincha” de los “Xeneizes”.
No soy de andar entre mucha gente, debo tener, tejidos en el ADN, unos cuantos genes misántropos y otros tantos agorafóbicos, pero hay cosas que sólo tienen sentido si son multitudinarias y una de ellas es el fútbol. Una excelente forma de comprobarlo fue el clásico Boca Juniors – Racing, en la Bombonera (quise darme este gusto después del tropezón que llevé en el mundial, ¡imagínense la pena!, ¡yo hinchaba por Argentina e Italia!).
Aún antes de empezar el partido mi amígdala cerebral enfrenta un dilema: ¿El show que vinimos a ver está entre los 11 jugadores del Boca Juniors que corren en la cancha o en el doceavo jugador que está en la tribuna? El jugador Nº 12 es la “Barra Brava” de Boca que está compuesta por miles de almas que animan, cantando (hinchando), a sus héroes en la cancha.
Vivimos una derrota, Racing ganó 2-1, pero la Barra Brava se encargó, con sus cánticos, de que aún perdiendo no se amilanara la dignidad. Palermo, el héroe del Boca Juniors (¡Aplaudan, aplaudan, no dejen de aplaudir los goles de Palermo que ya van a venir!), el gigante gentil, jugó lerdo, torpe, pero nadie lo criticó. Un hincha a mi lado sentenció: «Palermo tiene suerte para los goles y hoy estaba de "mala leche"». Eso es saber perder, eso es saber jugar. La vida es un juego y uno escoge la forma en que jugarlo. La “ruleta rusa” siempre será la peor opción.
Pero, de todas formas perder en la propia cancha, en la Bombonera, es un trago amargo que a la salida ameritó mucha cerveza Quilmes para terminar de tragarlo. Al escribir esto, han pasado cuatro meses desde aquel encuentro, pero aún resuenan en mis oídos, a manera de “tinnitus”, los cánticos de la hinchada:
«Ponga huevo, huevo los Xeneizes, ponga huevo, huevo sin cesar
que esta tarde, cueste lo que cueste, esta tarde tenemos que ganar»

La axiología de masa


Sabemos que la autoestima es necesaria para soportar la vida, sabemos que la autoestima está compuesta por todo aquello que de nosotros valoramos, y también sabemos que un valor es aquello que es importante para nosotros y que para serlo necesitamos que sea importante también para los demás, para el grupo al que pertenecemos, para nuestro gremio al que tomamos como referencia. Se nos va la vida en tratar de llenar la autoestima con valores y, quien más quien menos, todos, en algún momento, hemos sentido desconcierto ante los valores de los otros. Me refiero a que cada quien, después de armar su propio código de valores, vive la sensación de que todo el mundo debiera valorar lo mismo, al historiador le parece imposible que exista alguien a quien no interese la historia. Debo reconocer que siempre me ha llamado la atención el fanatismo futbolístico, mi neófita y siempre incipiente relación con el balompié me dificulta comprender la súper valoración que los hinchas otorgan al campeonato. Me es difícil imaginar cómo se pueda delegar el valor de la autoestima a los méritos de un equipo deportivo, aunque sé que los valores personales dependen de las propias vivencias, sigue siendo asombroso para mí que una persona pase la semana discutiendo con sus amigos sobre los aciertos o equívocos del director técnico, sobre las cualidades o defectos de los jugadores, apostando sobre el resultado del partido del domingo próximo, y por último, llegado el domingo, sienta que la semana valió la pena, la vida valió la pena, la espera valió la pena, para poder ver ese partido. Y mientras escribo esto me doy cuenta que tal vez el único sentimiento que me embarga al analizar el fanatismo de los hinchas es: envidia. La envidia de no poder sentir, con el fervor que ellos sienten, el valor de pertenecer a un gremio que garantiza proporcionarte, cada domingo y por el resto de tu vida, un motivo para vivir. Mis respetos y admiración para todos los hinchas del mundo.

Glosario Boquense:
Boca Juniors: Uno de sus fundadores, Santiago Pedro Sana, hablaba inglés y se le ocurrió que el nombre fuese Boca Juniors.
Xeneizes: El término significa genovés, es decir, hijo de la ciudad de Xena, que es como llaman a Génova en el dialecto genovés. Fundado en La Boca, el club ya desde sus comienzos se identificó con los inmigrantes italianos que poblaban el barrio. Éstos a su vez lo adoptaron como propio, llenando las tribunas de “genoveses- xeneizes” durante las presentaciones del equipo.
La Bombonera: ¿Por qué La Bombonera? La leyenda cuenta que al arquitecto que diseñó el estadio, el yugoslavo Victorio Sulsic, le regalaron una caja de bombones y cuando la abrió se sorprendió al ver la similitud con lo que él estaba diseñando.