viernes, 23 de febrero de 2018

CPF EN EL MUNDO DE LAS MOMIAS FATTORELLO

Momias Fattorello © Mario Fattorello 2018
INTRODUCCIÓN

¿POR QUÉ MOMIAS?
-En 1999, en el museo Egipcio de Torino (segundo en importancia después del Museo Egipcio del Cairo), me vi, de pronto, rodeado por momias. Había varias tendidas en arcas trasparentes, otras paradas contra la pared y otras en pedazos en las vitrinas. En aquel momento sentí que entraba a otra dimensión. Las momias dejaron de ser objetos de exposición y yo, pasé de ser observador a ser el fenómeno del museo. Parecía que las momias me miraban, que mi presencia fuera un deseo de ellas, como si yo no hubiese ido al museo sino que ellas hubiesen venido a verme a mí. Yo era su objetivo. No tuve miedo, más bien una especie de lucidez mental que me llevó a pensar con cierta morbosidad inofensiva que las momias habían logrado su meta de alcanzar la vida eterna y el más allá era este museo turinés y nosotros, los visitantes, éramos sus súbditos que le rendíamos pleitesía pagando para verlas. Esa sensación que tuve en Abril de 1999 estaba destinada a marcarme para siempre. Las momias y su inmortalidad circense pasaron a formar parte, en mí, de esas experiencias que determinan la forma de ser.
Años más tarde en el Museo Nacional de Antropología en Chapultepec (México), sentí algo parecido, pero en menor escala, ante fósiles humanos. Me pregunto cuánta gente ha llegado a pensar durante su vida en la posibilidad de ser, en algún futuro, parte de la exposición en un museo. Creo que se puede vivir sin eso. Sin pensarlo, me refiero. Pero este tipo de impresiones de seguro influenciaron en esta aventura de momias que tengo pensado recorrer por un tiempo indefinido y que quisiera expresar en todas las manifestaciones artísticas posibles, en video, fotografía, escultura, dibujo, stop motion, escritos y, si llegara a ser posible, en música. La música de momias debiera ser tan abierta en sus colores musicales que lograra evitar cualquier asociación directa con cualquier significado. La melodía debería representar el sonido del vacío que la momia viene a llenar. Pero, más allá de eso, debiera estar hecha de notas tan desérticas como oceánicas. Música que no está hecha ni de aire, ni de agua, ni tierra, ni fuego; pero que pudiera contener todo eso, una «Música de todo y todos en uno» ¡Fantástico! ¿O más bien presuntuoso? Bueno, partamos la diferencia y digamos ¡Optimista! ¡Qué le voy a hacer! Es mi carácter.

Las Momias Fattorello pretenden formar parte de un sistema de pensamiento estético y, como tal, necesitan una justificación y un programa, en fin, un «Manifiesto». Trataré entonces de armar por escrito el “Manifiesto inaugural de las Momias Fattorello”.

MANIFIESTO DE LAS MOMIAS FATTORELLO

AMARRADOS
Siempre he pensado que estamos «amarrados». No prisioneros, sólo amarrados. Con cierta libertad para movernos, de entrar o salir de algunas circunstancias, pero con una especie de camisa de fuerza (un poco) holgada que nos da libertades a medias. Sí, como si la libertad nunca fuera plena, como si de alguna manera y por diversas razones, en cada circunstancia siempre hubiera límites conscientes. Sí, conscientes. Porque límites, como tales, son materialmente inevitables; pero la libertad no es algo biológico o geográfico, es algo que pertenece a la voluntad moral, y de esos límites es de lo que hablo. Y un cuerpo humano ceñido por tiras de tela, una momia apretujada, es del todo cónsono con esta visión del ser humano aprisionado por amarres de los que está consciente. Nuestras momias están fajadas de tal manera que entre una venda y otra se puede ver vestigios de piel, de humanidad; pero el resto está vendado…, aprisionado, amarrado. Simbolizar esta idea es la principal motivación a trabajar con personajes vendados.

Momias Fattorello © Mario Fattorello 2018


ORIGINALIDAD DE LO DIVERSO
Creo que, antes de todo, el arte es diversión. Di-versión. Diferente versión. Versión diferente. Algo diverso. Lo diverso es condición de lo divertido. En nuestras momias, la máscara rígida y el cuerpo oculto permiten toda la diversidad posible a través de la imaginación que choca con un lienzo en blanco. Sólo los márgenes del lienzo, la silueta antropomórfica, nos da indicio de que hablamos desde lo humano, y aún esta certeza, a veces, puede ser dudosa por los accesorios que alteran la forma incitando suspicacia sobre lo que pueda estar vendado, sobre lo que pueda haber dentro de la mortaja. Lo concreto es que ocultando las facciones personales (que después del asombro inicial aburre en su continua falta de novedad por no poder agregar algo nuevo donde todo ya tiene su lugar), se favorece la imaginación de lo diverso.
La naturaleza no es divertida. El arte nace de la naturaleza pero no es naturaleza. El arte no es un «copia y pega». En el arte no se trata de crear un mundo paralelo idéntico, sino un mundo conectado diverso. El arte no es una línea recta, y menos aún paralela de algo. El arte siempre es una diagonal. Una encrucijada. Lo directo no dice nada, como una autopista que va de un punto “A” a un punto “B”. Lo único que importa al entrar a una autopista es, salir de ella. El arte es un lugar para detenerse, tal vez sólo un minuto. Un minuto que valga la pena. El arte es un recordatorio de la crueldad de la memoria, que olvida fácilmente lo común, por eso el arte debe tener algo llamativo, ser único y humilde a la vez es su excentricidad, en fin, eso que se llama originalidad. Nuestras momias sin rasgos distintivos anatómicos pretenden ser siempre diversas y originales. A diferencia de un Al Pacino que puede representar a un policía, un mafioso, un asesino, una víctima o una momia, las Momias Fattorello pueden ser policía, mafioso, asesino o víctima, pero nunca serán Al Pacino, y ni siquiera, una momia propiamente dicha. La persona detrás de las vendas desaparece, su anonimato pretende hacerle único. La misma momia, en diferentes papeles, no se repite. Cada vez es única y sin par. La momia no tiene personalidad propia más allá del papel que representa. Los actores tienen personajes. Los personajes tienen actores detrás. Nuestras momias pretenden ser sólo lo representado, no tienen una doble vida, sólo una cada vez. Única y, tal vez, original.

Momias Fattorello © Mario Fattorello 2018


ESTÉTICA NO BIOLÓGICA
Otra intención de las vendas es minimizar la frivolidad de valores estéticos superficiales. Y decimos «superficiales» en el sentido estricto de la palabra, de superficie, de piel. La belleza corporal ha ido usurpando u opacando otros espacios de la estética humana, y, especialmente, la mental. Las momias, al ocultar la piel, no tienen líneas de expresión, ni orejas, ni cejas que le roben cámara al argumento que se vaya a tratar. Nuestra filosofía pretende manifestarse en un arte estimulante, como motivación a pensar y, las vendas, cual lienzo en blanco, como invitación a la libertad. No mostrar lágrimas ni sonrisas para que el espectador las imagine a voluntad. Imposible predecir si la estrategia de las momias logrará este efecto de libertad adicional. Tal vez no podamos evitar una sonrisa aquí y un guiño de ojo más allá. Pero tenemos claro hacia dónde está nuestro norte. Un norte donde resuena un eco Bretoniano: «Lo único que todavía me exalta es la palabra libertad».
La belleza conceptual de los seres humanos está desapareciendo desplazada por todas las variantes imaginables del dimorfismo sexual. Pechos y labios en las mujeres. Tatuajes sobre el bronceado o barba de dos días, con aire descuidado, pero perfectamente delineada, en los hombres. Esperamos que la ambigüedad de las momias, que no diferencia clases, ni sexos, ni colores de la piel, permita resaltar las otras diferencias, las de las ideas, las del mensaje, las de la novedad en el verbo representado por un cuerpo sin detalle, anónimo. Vendados no somos nadie, al tiempo que podemos ser todos.
Y en función de la coherencia, lo mismo pretendemos hacer en la escenografía. Actualmente la belleza del planeta y su armonía suele ser simplificada en clásicos atardeceres con palomas blancas en vuelo. Pareciera que, para algunos (que parecen muchos), el mundo tiene una estética especial sólo al atardecer o al amanecer, lo que tal vez contenga un mensaje indirecto de que a pleno día o a medianoche el mundo no vale gran cosa. No pretendemos discutir esta visión de las cosas, talvez hasta pudiéramos estar de acuerdo, pero, en el sentido de que la estética no es aceptación, sino una intención de transformación. Lo bello y lo feo, lo hermoso y lo grotesco no existen en sí mismos, somos nosotros quien le otorgamos ese valor. La piedra filosofal de nuestras momias pretende dar sentido a la vida evitando la frivolidad.
Los escenarios en que se mueven estas momias tienen dos funciones, no distraer de la emoción transmitida y tampoco reforzarla demasiado. Una Gestalt que marque la diferencia con los escenarios clásicos, ¿por qué la felicidad siempre es representada con flores, o con dientes sonrientes como acantilados que desbordan fluor? Las flores también recuerdan los funerales y los dientes a mis pesadillas más terroríficas: los dentistas. Hartos de atardeceres y amaneceres como si la vida sólo tuviera inicios y finales sin trama alguna en medio, sentimos la necesidad de evitar en lo posible las palomas blancas, los periquitos acurrucados y los gatitos, sobre todo los gatitos, especie que me caía bien hasta que los trasformaran en símbolos de la frivolidad. Nuestros escenarios deben ser esos otros espacios, el espejo manchado de un baño desordenado repleto de ropa puesta a secar, el cuarto donde se tira todo lo que no tiene lugar en la casa, las cajas que no botamos pero tampoco usamos, las escaleras de emergencia, lo reciclable, escenarios sin pretensiones de ser escenarios.

Momias Fattorello © Mario Fattorello 2018


IGUALDAD EN LA MISERIA
Los grandes trajes de época, las cinturas ceñidas con corsé, la elegancia, las prendas eróticas, la joyería, la vestimenta toda y de todas las épocas es bienvenida en el proyecto de Momias Fattorello. Pero con una pequeña diferencia que hace grandes igualdades: el ropaje debe dejar ver las vendas. Los trozos andrajosos de tela que sobresalen de la vestidura del obispo le dan un semblante de igualdad con el monaguillo, el príncipe, la cortesana o el mendigo. Lo andrajoso mantiene presente la igualdad social en su miseria. Sólo en lo miserable somos iguales: en la debilidad, la tristeza, en el dolor, la enfermedad y la muerte; sólo en eso, todos somos uno. Las vendas como mortaja es un recordatorio de que somos los únicos seres vivos con conciencia de que estamos vivos, y de que somos conscientes de ello porque tenemos conciencia de la muerte, sin duda, la miseria mayor. Las momias amortajadas representan lo que nos hace humanos por tenerlo siempre presente, la Auto Conciencia de Muerte.

LA MULTITEMPORALIDAD DEL MULTIVERSO
En las Momias Fattorello no debiera haber épocas definidas. Aunque haya trajes o accesorios representativos, en la escena completa no deben tener una correlación específica. Varias épocas mezcladas recrearán una época novedosa, fantástica, diversa. Cualquier parte en cualquier momento. Toda la historia y el futuro tienen derecho a estar contenidos en cada sketch. Un tiempo especial. El tiempo humano. Las momias pretenden representar a «la especie» en el multiverso (universos paralelos que contienen la totalidad del espacio y tiempo). Esto requiere una multitemporalidad que represente lo que creemos sea la nueva etapa histórica de la humanidad, la de la «historia continua», donde el pasado, el futuro y el presente conviven con una particular armonía. En fin, una historia que rompe la barrera espacio – tiempo y que no tiene compromiso alguno con la contigüidad.

Momias Fattorello © Mario Fattorello 2018


MENSAJE SOBRESALIENTE
Las momias pretenden crear un espacio en blanco donde sobresalga lo que se quiere transmitir. Una purificación del mensaje, con un lenguaje universal, donde las gesticulaciones y los rasgos acentuados por encima de las vendas (con máscaras y accesorios), sean los que realmente transmiten. Las momias, al igual que la animación, tienen mayor libertad, se toman el permiso de ir más allá de las limitaciones del cuerpo, de la ciencia, de la época, de los prejuicios.
Resultará inevitable que este proyecto explore sensaciones al límite, fuertes, grotescas, esperpénticas. La exageración será un recurso necesario para transmitir sensaciones al no contar con los rasgos naturales de los ojos, las cejas, las líneas de expresión, las lágrimas o las sonrisas.

Momias Fattorello © Mario Fattorello 2018


LA IDENTIFICACIÓN
La identificación es el mecanismo principal de la relación espectador-actor. Es difícil que una mujer se identifique con Arnold Schwarzenegger o que un niño lo haga con un anciano. El cuerpo oculto del actor favorece la identificación sin discriminación, sin tener que esforzarse para reubicar, en el papel actual de ama de casa, a la actriz que hizo de guerrera hace años en una película y luego de pacifista en una serie. Las momias sólo ofrecen actuación, no se ofrecen a sí mismas. Con nuestras momias quisiéramos favorecer que la identificación sea con la trama y no con quien actúa.

INMORTALIDAD MOMENTÁNEA
La actual generalización del uso de la fotografía y el vídeo está muy lejos de ser debida a una fascinación colectiva por el arte fotográfico. Más que una elección es una necesidad: la necesidad de utilizar, como paliativo al desesperante paso del tiempo y su consecuente efecto en el cuerpo, al único recurso a la mano para imaginar la inmortalidad. La inmortalización de una imagen alivia momentáneamente, porque de eso se ha tratado la vida humana, de alcanzar inmortalidades momentáneas. Nuestras momias tratan de marcar una diferencia, desde la crueldad misma de la realidad, el vendaje significa la muerte que llevamos encima. Así las vendas pasan a ser canales de conexión real entre la ficción y la realidad. Personajes reales son personajes mortales. Pero la función del arte persiste, la meta de producir alivio persiste. Sólo cambia el método. Sin proponer inmortalidades efímeras, sino recordatorios de que nuestra mortalidad, siendo parte de nosotros nos hace lo que somos. El hombre se hace a golpes. De tanto sabernos mortales debiéramos hacer callo y ser más tolerantes a la verdad.

TECNOLOGÍA CON PINZAS
La tecnología dedicada a las imágenes se ha enfrascado tanto en los efectos especiales que ha llegado a crear un «realismo de espejo» que desplaza la realidad misma sin que se note la diferencia. Esto no estaría nada mal si no ocupara egoístamente todo el espacio. El «realismo de espejo»  es tan invasor que deja rezagada a la imaginación que ya no encuentra espacio donde proyectarse. La realidad virtual es una exageración sensorial que impacta los sentidos hasta achicharrar cualquier fantasía. Aquella noción de arte como intento de transformación de la realidad, como aporte humano a lo que a simple vista aparece, está desapareciendo simplemente asfixiada ante la falta de aire propio. La “recreación” parece haber llegado a un punto donde es “creación de sí misma”. Las pinceladas del pintor pierden libertad de acción y sólo pueden calcar la línea ya trazada, línea sobre línea porque no hay espacio para el error. Las nuevas tecnologías virtuales obligan al arte a buscar nuevos caminos, pero mientras no los encuentre, los artistas se encontrarán dibujando figuras geométricas sobre papel milimetrado, línea sobre línea, en un patrón preestablecido porque el «realismo de espejo» no admite modificación. Los efectos especiales se han transformado en rayas amarillas dibujadas en el piso para indicarnos por dónde caminar. Ya lo dijimos, no hay cabida en este proyecto para un arte lineal. Las Momias Fattorello tratarán de no usar la tecnología virtual para re-crear la misma realidad, en todo caso para crear una nueva realidad diagonal a la existente. La analogía entre un efecto especial y la realidad no está contemplada dentro de nuestras expectativas. La libertad no es análoga a nada. Este manifiesto no pone reglas. A lo máximo se atreve a plantear estrategias para evitar patrones establecidos.

PUNTOS SUSPENSIVOS
Un «Primer Manifiesto» no puede tener punto final. Por lógica, un «Primer Manifiesto» debiera ser abreboca de un «Segundo Manifiesto». Pero antes, la obra debe desarrollarse para intentar tener méritos. Y, en espera del momento apropiado, cerraremos este capítulo con puntos suspensivos citando, de nuevo, a André Breton: «No ha de ser el miedo a la locura el que nos obligue a poner a media asta la bandera de la imaginación».

Momias Fattorello © Mario Fattorello 2018