viernes, 19 de febrero de 2010

Consulta Portátil en Figueras (con Dalí)














El narcisismo valiente
¿Quién no tiene su talón de Aquiles?
Mi lado más débil es el lado fuerte de quienes admiro. Cuando leí «Diario de un genio», me impactó el parrafo con el que Salvador Dalí definía su vida:

«Cada mañana, al despertarme, experimento un placer supremo del que hasta hoy no me he dado del todo cuenta: el de ser Salvador Dalí, y me pregunto maravillado, qué cosa maravillosa le reserva el día a Salvador Dalí. Y se me hace siempre más difícil comprender cómo los demás pueden vivir sin ser Gala o Salvador Dalí».
(DIARIO DE UN GENIO. Salvador Dalí.
Tusquets editores. 1983. Pág. 123)
No se ha escrito frase más humilde en el mundo.
La prepotencia es tratar de ser otro.
Las quimeras son espejismos de lo que no se es.
No hay acto más humilde que querer ser uno y nada más que uno.
El superhombre nietzscheano es puro blabla ante la convicción Dalí.
Yo no lo he logrado. Mis respetos a quien si.
¡Que grande sería poderme imaginar grande con sólo ser yo!
¡Qué grande sería tenerme a mí mismo como meta!
¡Grande Salvador Dalí!


Toda ofrenda
es para uno mismo
Llegar a Figueras, llegar a donde él nació y decidió armar su propio museo, no podía haber sido de otra manera que como fue: una ofrenda. Y aunque tengo poca práctica en esto de ofrendar, algo me decía que una ofrenda no es tal cosa, si no se está desconectado de lo demás porque: toda ofrenda es para uno mismo. Aprovecho para disculparme con los pacientes que por aquellos días tenía que atender por Skype; pero llegando a Figueras, con la expectativa de ver a Dalí, solo había una voz que dirigía mi voluntad, y decía: No estás para nadie más.
Y es que no estar para nadie es estar para uno mismo, y es que admirar a alguien es un atisbo de lo que uno quisiera ser, y esto que digo nada tiene que ver con la envidia: la admiración nos libera de toda confrontación. Eso fue lo que aprendí de Dalí, o mejor dicho, de mi admiración hacía él: que si cada quien tuviera algo que ser admirado por cada cual, no existirían las guerras.

En Figueras con Dalí
Estoy en Figueras, en el Museo Dalí, que con justicia se le llama: «el mayor objeto surrealista del mundo», porque no sólo ocupa el edificio del antiguo Teatro Municipal, (construcción del siglo XIX destruido al final de la Guerra Civil, y sobre cuyas ruinas Dalí decidió crear su museo), sino que toda la ciudad de Figueras ha sido absorbida por su magia, cada calle es un vaso capilar del sistema sanguíneo del artista, los árboles, las plazas y plazoletas parecen prolongaciones de su moustache. Figueras es un lugar para quedarse a respirar el aire de complicidad entre los habitantes y su héroe, necesitaré varios días para dar riendas sueltas al placer de adivinar lo que no fui.
¡Grande Salvador Dalí!

2 comentarios:

  1. Una y mil veces: ¡Grande Salvador Dalí!

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    1. totalmente de acuerdo contigo , Anonimo, Salvador Dali ha sido unico como artista,como persona , como todo.... y que bellas palabras las de Mario ! Me vienes de pensar: quizas la figura de Mario como hubiera inspirado al Ego de Salvador Dali ?

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