Del ocaso al amanecer ¿Quién dijo miedo?
(Primer Open de Surf casting de Venezuela)
Una situación nueva deja de ser temible cuando se vuelve
experiencia vivida.
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En el post anterior traté de hablar del miedo a las
situaciones nuevas desde el escenario de mi primera experiencia con el Surf Casting
y unos días más tarde, todavía sin recuperarme de la novedad, participé en una
competencia sobre la modalidad. Ahora que lo pienso mejor, este escrito debiera
intitularse "Del neófito atrevido".
La cosa empezó con una llamada telefónica invitándome a
participar en el primer “Open de Surf Casting de Venezuela”. ¡Nomás describí en
el blog las desaventuras de mi incursión en este tipo de pesca y ya me están
invitando a competir! Donde uno menos lo piensa brinca la liebre, la perdiz o
la invitación a participar en un torneo. Con Internet la indiscreción se ha
vuelto una forma de comunicación. Y yo nunca he estado en desacuerdo con vivir a
la vanguardia, así que, como era de esperar, acepté la invitación.
Ante todo, un torneo de pesca es: estresante. No pudiera ser
de otra manera, si no fuera así, el premio no tendría valor.
Para Alan también era la primera vez |
Pero el corto y respetuoso mensaje que pretendo dejar en
este apéndice del post anterior, va dirigido a todas las especies de
fóbicos para colaborar en su proceso de
vencer el miedo a las situaciones nuevas.
De no saber cómo usar los implementos de este tipo de pesca brinqué
a competir con expertos. Hay pocas cosas en la vida que no estén hechas de
cambios afortunados (ya sea de buena fortuna o de mala fortuna). De ser niños
omnipotentes (en la fantasía) saltamos a ser adolescentes atormentados (en la
realidad) y de allí, casi siempre, a adultos desorientados pero con capacidad
de aparentar lo contrario; de ser mantenidos pasamos a mantenernos (aquí no me
queda claro si el cambio es positivo o negativo, que cada quien lo juzgue según
su experiencia); de votar por un candidato a presidente pasamos a ser
oposición. La vida entera se nos va en rápidos cambios radicales.
Liseth también sentenció: ¡Quien dijo miedo? |
El torneo fue justo y, como era de esperarse, logré el más honorable
último lugar. Si un novato no llegara de último, la competencia sería un fraude.
¡Cuán satisfactoria es la derrota cuando se sabe que es
justo ser derrotado!
Aunque el orgullo, en su esencia prepotente siempre busca algún merito, y en este caso no puedo dejar de comentar que mi esposa Liseth casi llega a ganar el primer lugar en la categoría del pez más grande. Pero igual que la lotería, de nada vale que los números sean aproximados, mi esposa no figuró entre los ganadores (no había segundo lugar en esa categoría), así que todo lo dicho en este párrafo no sirve para otra cosa que para aliviar el fastidio del propio orgullo que pugna por manifestarse.
Aunque el orgullo, en su esencia prepotente siempre busca algún merito, y en este caso no puedo dejar de comentar que mi esposa Liseth casi llega a ganar el primer lugar en la categoría del pez más grande. Pero igual que la lotería, de nada vale que los números sean aproximados, mi esposa no figuró entre los ganadores (no había segundo lugar en esa categoría), así que todo lo dicho en este párrafo no sirve para otra cosa que para aliviar el fastidio del propio orgullo que pugna por manifestarse.
El miedo es la peor limitación psicológica de la vida.
Quiero suponer que la tabla de Moisés tenía 20 mandamientos y no solamente 10 y que el onceavo mandamiento era: ¡Prohibido temer!
Qué lindo es fantasear la posibilidad de ser Moisés, mi tabla tendría en primer lugar la ley de ser fiel a la propia aventura de vivir por sobre todas las cosas.
¡Cuánto se puede ganar al perder!