Desconfianza Caribe
Al encontrarte con un amigo en el Caribe, que te invite un trago es la versión tropical de «darte
la mano».
Resabido es que el origen de la costumbre de darse
la mano tiene una larga historia detrás y que empieza en la certificación
de no empuñar un arma, en otras palabras, cuando damos la mano a alguien le
estamos diciendo: «Fíjate que tengo la mano limpia y desocupada, no estoy empuñando
un puñal ni nada con que atacarte». En fin, dar la mano es decir «soy hombre de
paz» o, más directamente, «puedes confiar en mí».
En el Caribe se
escarba más profundo en la desconfianza, no basta con dar la mano para
apaciguar los resquemores, los caribeños son menos inocentes (o más maliciosos) en ese sentido, es
como si dijeran «No empuñas un arma ahora, pero puedes tenerla escondida, puede
que te muestres como agua mansa, pero en realidad deseas ser la tormenta de mi
perdición». Por ello los caribeños invitan el trago de inmediato, para eliminar
las defensas del otro y enterarse de una vez qué esconde adentro. Es cultura
caribeña desconfiar de quien no bebe. Hasta si un presidente es abstemio, según la usanza, no es confiable.
Pero volviendo al
trago que pretende funcionar como criterio para discernir entre los amigos
confiables y los que no, en el Caribe la desconfianza es tal que
todos parecen dispuestos a volverse alcohólicos antes de tener una amistad de dos
caras. Y no hay dudas sobre la seriedad del asunto, basta con leer los
periódicos de cualquier lugar de la región para comprobarlo, cada día habrá una
noticia (lo más probable es que sean varias), con un título que diga más o
menos así: “Mató a su amigo de dos tiros mientras tomaban tragos”. Los
caribeños leerán la noticia con falsa sorpresa. Pero, en el fondo, todos saben,
que aquello es una prueba de la efectividad del método. El tipo lo descubrió,
al tercer trago salió la bronca antigua, la infamia encubierta, la mala
intención, y ¡Pum! «¡Adiós embustero! El Ron no miente, te despacho antes de
que lo hagas conmigo».
Definitivamente, qué efectivo sería que cada pueblo
tuviera la oportunidad de sentarse a tomar un trago con sus gobernantes.