Ayer, 18 de Junio de 2010 murió José Saramago.
Murió consciente de morir, a sabiendas de lo que hacía, porque la muerte para él no era un designio externo sino una acción propia, y murió con la sinceridad que se propuso en vida, sin titubeos, «murió del todo» porque él decidió valientemente que así fuera, sin necesidad de nada más.
Ateo confeso, resolvió no apelar a ninguna esperanza fácil. Claro de toda claridad pensó la inmortalidad como un deber personal, decidió ser él mismo el creador de su inmortalidad, que durará cuanto dure su descendencia, sus libros y las ideas que a todos donó con alegría.
Dios de su creación, nos la donó sin pedir mucho a cambio. Quienes a Saramago algo debemos (en mi caso ese “algo” no es poco), estamos claros de que no le vamos a rezar ni a construir templos de culto, porque él creó otra idea de Dios, la de un Dios que vivió lo que tenía que vivir y al morirse no pretendió escabullirse de la realidad con la excusa ya trillada por antiguos Señores «Después de seis días de arduo trabajo los creé, ahora me voy a descansar un rato largo -no me despierten-».
«Me muero y punto. Ustedes sabrán lo que deben hacer con su vida» fue el mensaje claro y conciente que nos dejó. Por ello a Saramago no se le puede escribir un obituario con palabras que no sean las de él mismo. Saramago se pasó la vida cuidándose de que no le alteraran el propio epitafio. Despedir a Saramago sólo es posible con sus propias palabras:
«Comprendo que hay cosas que están huyéndome de las manos y otras que amenazan hacerlo, mi problema es distinguir aquellas por las que todavía vale la pena luchar de esas otras que deben abandonarse sin pena, O con pena, La peor pena, hija mía, no es la que se siente en el momento, es la que se sentirá después, cuando ya no haya remedio, Se dice que el tiempo todo lo cura, No vivimos bastante para hacer esa prueba» (La Caverna, José Saramago)
A-Dios, compinche de utopías, hasta que la vida (o la muerte) nos alcance, A-Dios José.
Murió consciente de morir, a sabiendas de lo que hacía, porque la muerte para él no era un designio externo sino una acción propia, y murió con la sinceridad que se propuso en vida, sin titubeos, «murió del todo» porque él decidió valientemente que así fuera, sin necesidad de nada más.
Ateo confeso, resolvió no apelar a ninguna esperanza fácil. Claro de toda claridad pensó la inmortalidad como un deber personal, decidió ser él mismo el creador de su inmortalidad, que durará cuanto dure su descendencia, sus libros y las ideas que a todos donó con alegría.
Dios de su creación, nos la donó sin pedir mucho a cambio. Quienes a Saramago algo debemos (en mi caso ese “algo” no es poco), estamos claros de que no le vamos a rezar ni a construir templos de culto, porque él creó otra idea de Dios, la de un Dios que vivió lo que tenía que vivir y al morirse no pretendió escabullirse de la realidad con la excusa ya trillada por antiguos Señores «Después de seis días de arduo trabajo los creé, ahora me voy a descansar un rato largo -no me despierten-».
«Me muero y punto. Ustedes sabrán lo que deben hacer con su vida» fue el mensaje claro y conciente que nos dejó. Por ello a Saramago no se le puede escribir un obituario con palabras que no sean las de él mismo. Saramago se pasó la vida cuidándose de que no le alteraran el propio epitafio. Despedir a Saramago sólo es posible con sus propias palabras:
«Comprendo que hay cosas que están huyéndome de las manos y otras que amenazan hacerlo, mi problema es distinguir aquellas por las que todavía vale la pena luchar de esas otras que deben abandonarse sin pena, O con pena, La peor pena, hija mía, no es la que se siente en el momento, es la que se sentirá después, cuando ya no haya remedio, Se dice que el tiempo todo lo cura, No vivimos bastante para hacer esa prueba» (La Caverna, José Saramago)
A-Dios, compinche de utopías, hasta que la vida (o la muerte) nos alcance, A-Dios José.
Palabras muy acertadas y bellisimas sobre Saramago
ResponderEliminarPorque serà que los ateos ayudan a apreciar mas la vida en su sentir mas espiritual , no obstante todo lo que implica ser ateos ? Gracias Mario por tus palabras , mi admiracion hacia ti me da un cierto sosiego como cuando escucho ( rarisimas veces sucede ) un buen pianista tocar , a veces pienso : quizxas yo sea demasiado perezoso, o quien sabes , a lo mejor no me importa mucho. pero me digo : que bien que aunque no sea yo haya otro que lo haga.. ( deberà haber alguien que toque bien , si no fuera asi entonces quizas me sentiera obligado hacerlo yo.. ah ah .. no en verdad es asi : amo el ocio casi tanto como trabajar .. yo escogi el camino mas facil .. el de hablar , pero debe haber alguien que toque para que mi hablar tenga sentido y a su vez debe haber alguien que hable para que haya alguien que toque.. Yo tengo que dar la gracias a Saramago y a Mario que me lo indicò : tenia anios que un libro en lugar de ayudarme a dormir me inyectò adrenalina.Por algo Es