sábado, 16 de mayo de 2020

CHOQUE DE INTELIGENCIAS

Mario Fattorello Blog

Los encuentros entre dos mentes inteligentes suelen ser tensos y echar chispas. Si el encuentro es imprevisto, si se da por casualidad, las nubes negras encapotan el cielo pero puede que el mal tiempo pase de largo sin mayores consecuencias. Se encuentran, se miden, expresan dos o tres ideas, se confrontan, se ríen irónicamente y se despiden llevando la tormenta por dentro. Pero si es un encuentro premeditado, el pronóstico suele ser de tormenta. Las inteligencias se atraen y chocan como nubes de carga contraria, truenos y centellas no tendrán miramientos por amistad o empatía, los dos tratarán de dominar, nadie cederá y el empate, obviamente, está descartado. La socialización inteligente es ambivalente, se atraen y rechazan a la vez, atracción por la inteligencia misma y rechazo por los puntos de vista. Por ser la originalidad, naturaleza de la inteligencia, no puede haber dos inteligencias con un punto de vista igual. La vida social es un intercambio de poder. El poder del poder se mide por la resistencia que recibe y el puntaje es más alto según la altura del contrincante (la confirmación del poder es otro motivo de atracción entre inteligencias). Sin embargo, la autoestima tiene autonomía suficiente para usar su propia inteligencia axiológica para promover relaciones sociales ventajosas y, en consecuencia, es muy probable que las personas inteligentes prefieran rodearse, en su vida cotidiana, de personas que no sean amenaza para sus dominios intelectuales. Los inteligentes suelen rodearse de gente menos inteligente que ellos con quienes, por contraste, refuerzan su dominio intelectual. El asunto curioso es que muchos de estos sujetos inteligentes luego se quejan de la gente irracional, superficial o de pereza intelectual; a todas luces en un intento de disimular su secreta estrategia de rey tuerto, haciéndola parecer una fatalidad, con lo que logra un segundo propósito: resaltar la propia capacidad. Ser inteligente es complicado. Ser inteligente puede ser más malo que bueno si no controla el deseo de competir y colonizar. Un equipo de científicos en un laboratorio debe suplantar la competencia por la colaboración para llevar adelante la investigación. Es difícil tener una virtud y no caer en la tentación de usarla como arma de dominación social. En general el ser humano tiende a medir su propio valor (y control), según el poder que ejerza sobre el exterior y en particular sobre los demás congéneres. Se entiende que la inteligencia no escape de esta tendencia. Sin embargo, todos esperamos que la gente inteligente sea diferente, especial. Todos confiamos que alguien más inteligente que nosotros haga las cosas mejor y delegamos sobre esos seres ideales la esperanza de que las cosas funcionen y mejoren. Esperamos que hayan genios que dejando de lado sus necesidades narcisistas se dediquen a cuidar nuestro bienestar, es más, de seguro todos imaginamos que hay múltiples personas capacitadas que están pendientes de nosotros, que se encargan de que funcionen las telecomunicaciones y no se caigan los aviones, que estén dispuestos a actuar rápidamente si llegamos a tener un accidente, que estén preparados y dispuestos con aguja e hilo en mano en la puerta de la emergencia de los hospitales listos a suturar nuestras heridas. Esperamos tanto de los humanos inteligentes que los imaginamos humildes, sin deseos personales, siempre dispuestos a ayudar y dispuestos a ceder su lugar a otros, como si la inteligencia viniera acompañada de una cuota de sacrificio, una disposición altruista a ceder su lugar en la fila para que nosotros no tengamos que esperar. A la inteligencia se la suele sobrestimar (¿o subestimar?). Los inteligentes también piensan que alguien más inteligente, en el lugar y el momento adecuado, velará por ellos. Aunque no haya referencias del coeficiente intelectual de Dios, la mayoría no se atrevería a poner en duda su inteligencia todopoderosa. La verdad es que al inteligente poco o nada le preocupa lo que se espera de él, sino lo que él espera de sí mismo, y esta actitud, aunque parezca egocentrista, es inteligente. La inteligencia sin concentración es como un tren bala sin rieles. La inteligencia es una capacidad que necesita ser contenida dirigiéndose hacia algo. En este sentido, para la inteligencia, el ocio es la madre de todos los vicios, si no tiene dónde colocar su atención, se irá adonde nadie la ha llamado y los resultados tienden a ser conflictivos a pesar de que las intenciones sean buenas, como ya lo dijo Ítalo Calvino «… A veces los buenos, las personas demasiado programáticamente buenas y llenas de buenas intenciones, son terribles chinches.», y yo agregaría que si además son inteligentes son chinches ponzoñosas.

Supongo que lo dicho puede generar que el lector pegue el grito al techo argumentando que la inteligencia no es patrimonio de algunos sino capacidad inherente a todos, ese punto no está en discusión, la inteligencia puede ser un patrimonio común a todos, pero hay quien invierte su riqueza y quien la encierra en una caja fuerte. Tanto los fortachones como los enclenques tienen los mismos músculos, los primeros los usan y entrenan mientras que los segundos los reservan en la oscuridad de la alacena donde, si llegan a seguir creciendo, lo harán como plántulas anémicas crecidas a la sombra.

lunes, 25 de noviembre de 2019

TEOLOGÍA PARA LOROS SABELOTODO. REVOLUCIONES BANALIZADAS (o sobre la inocencia, la ignorancia y la incoherencia)







¡CUANTAS COSAS HACEMOS SIN SABERLO! ¡CUÁNTAS COSAS NO SABEMOS POR QUÉ LAS HACEMOS! ¡Cuántas cosas no nos preguntamos! Pero, ¿por qué no nos preguntamos? ¿De dónde viene esa #tendencia? ¿En qué momento se debilita nuestra innata #curiosidad? No hay niño que no pase por la edad de las preguntas, pero algún Pepito Preguntón sigue siendo curioso toda la vida y otros, después de los 10 años dejan de cuestionarse ¿De dónde viene el #conformismo intelectual? Las pistas apuntan hacia el mismo lugar, a que un día nos dijeron que todo estaba escrito y que lo demás no importaba. Lo contrario a la curiosidad es la fe. Tener fe implica no hacerse preguntas. Así que, no hacerse preguntas y dar todo por sentado es de buen cristiano. No nos preguntamos debido a que nos autocensuramos creyéndonos así buenos cristianos.  Supongo que la cosa se deba a que algo salió mal en estos 2000 años de cristiandad. Hacerse preguntas tal vez no era conveniente para Constantino, o mejor dicho, para que su ejército masacrara gente en nombre del mismo Dios que propone amar a los demás como a sí mismo. Pero vamos, ya no está de moda andar torturando, masacrando, violando, desollando vivos a hombres, mujeres y niños en nombre de Dios; y por otro lado, sin preguntas no habría penicilina, ni electricidad, ni internet, ni libertad de expresión ¿Cómo se concilia la fe con la libertad de expresión? Y el asunto es tan jodido que, en el mismo instante que escribo estas palabras no puedo evitar pensar que muchos me van a querer crucificar o quemar en la hoguera, lo que funciona como otra prueba de que los asuntos de fe no van con la libertad de expresión y que el libre albedrío fue inventado para justificar el pecado. Los loros no saben de libertad de expresión, sólo repiten cuatro frases que no comprenden a cambio de unas cuantas semillas de girasol y, a veces, del muslo de un primo. Y aquí la cosa toma otro cariz, los animales no suelen hacerse preguntas…, pero mejor no sigo, sería echar más leña a mi propia hoguera. (Mario Fattorello, extracto del “Tratado de teología para loros sabelotodo”) #humanismo, #humanismoliberal, #poshumano, #mariofattorello, #libertaddeexpresion #transhumanismo #autocensura
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FEMINISTAS JUDEOCRISTIANAS
En días pasados, mi amigo Godot, el excéntrico cazador e investigador de incoherencias humanas, me contó que estaba estudiando las incoherencias de las “feministas judeocristianas”. 

«Suelo espiar de incognito las mujeres que salen contentas de la misa de domingo –comenzó a decir mi amigo–. Estas mujeres son de una incoherencia perturbadora, de lunes a sábado luchan por sus derechos (denunciando la violencia de género, reclamando la propiedad sobre su cuerpo, desde el derecho a mejorarlo estéticamente hasta el derecho al aborto, el derecho a la educación y a no tener que esconderse tras ningún tipo de velo, entre muchos otros), y el domingo le rinden honores a los verdugos del templo que crearon y mantienen todas las infamias contra las que luchan durante la semana. Durante 2000 años ha estado a la vista que el cristianismo odia a las mujeres y entre sus motivos destaca el que las considere “cuerpo del pecado”. De hecho, para no “ensuciarse”, los clérigos se cuidan de no tocarlas y (por lo visto en los noticieros), algunos prefieren la pederastia antes que ser tentados por tal desgracia ¿Qué piensa de esto una mujer cristiana? ¿No piensa nada?» –Se preguntaba mi amigo–.

«Creo entender tu punto –le respondí–. Hacerse el tarado suele ser más conveniente que tomar posición. Las mujeres se han empoderado de su cuerpo y con ello se han transformado en la revolución antidogmática más activa que ha tenido el mundo, pero no lo saben o, por lo menos, la mayoría se hace la que no lo sabe. Es como si las mujeres se hubiesen plantado firmes diciendo: “Sí, soy cuerpo del deseo ¿Y qué? ¿Me vas a amenazar con el Infierno?”, enfrentando así 2000 años de violencia de género por parte del machismo bíblico, del falocentrismo monoteísta, de los judíos ortodoxos que dan gracias a Dios por no haber nacido mujeres y de los velos islámicos que ocultan la femineidad (ante la mirada de Dios) como si fuera una monstruosidad. Pero Pascal sentó el antecedente de jugar en ambos bandos para garantizarse las prebendas del ganador y así, desconociendo el por qué la mujer se ha empoderado de su género, permiten que su heroísmo sea banalizado como asunto de frivolidad». —Aclaré—, sintiendo de inmediato que estaba explicando fanfarronamente lo que mi amigo había dado por sobreentendido. 

LA REVOLUCIONARIA SONRISA GRATUITA

«La humanidad es de una incoherencia asombrosa, –continuó exponiendo mi amigo Godot–, otro ejemplo de la incoherencia por ignorancia de las causas es la sonrisa en las fotografías ¿Por qué sonríen? En los retratos de antaño nadie sonreía y tampoco en los primeros cincuenta años de fotografía. Charly Chaplin casi nunca sonrió en cámara. Pero ahora sonreír ante las fotos pasó a ser un código generalizado cuyo significado y razón de ser no suele interrogarse, como si no hubiera tenido un inicio, una inauguración, una razón de ser; como si siempre hubiese sido así, algo comparable a comer con la boca o escuchar con los oídos. Un extraterrestre supondría que la cámara fotográfica es un instrumento de odontología, de otra manera no podría explicar la manía de mostrar los dientes frente a cualquier situación de fotografía. Todo tiene una razón. Desconocemos muchas causas y justo por ello no podemos ser coherentes sin preguntarnos por qué actuamos como lo hacemos. Quien se pregunte por la risa fotogénica no tardará mucho en concluir que la sonrisa gratuita es una forma de rebeldía hacia el cristianismo debilitado que durante casi dos mil años prohibió la risa por temor a que pudiera inmunizar contra el miedo (como muy bien lo expone Umberto Eco en el Nombre de la rosa). Pero, por más justificada que sea la rebeldía, sin conciencia de serlo termina siendo un bluf sin dirección que no llega a ninguna parte, una reacción impulsiva de rebelde sin causa. La inocencia es una ignorancia involuntaria, cosa de niños que no han tenido tiempo de aprender. Pero la ignorancia a propósito, la de no querer saber, la de no preguntar, es una ignorancia culposa y para nada inocente, por ello, en jurisprudencia, el desconocimiento de la ley no disminuye la condena. Mirarnos al espejo con autocrítica, ser capaces de juzgarnos imparcialmente y preguntarnos por qué actuamos como lo hacemos es inmanente a la condición humana». 

Creo comprender la observación de mi amigo: «Tirar la piedra y esconder la mano no pertenece a las virtudes humanas. Las virtudes pasan por la responsabilidad, por hacer las cosas a conciencia de su inmanente dirección y sentido y haciéndose cargo de las consecuencias». Supongo que mi amigo quería remarcar que las acciones sin conocimiento de origen no son actos inconscientes, ni heroísmos humildes, sino irresponsables descuidos. A mi amigo le fascina rescatar lo que solemos dejar para el olvido. Godot es así, todo lo contrario a un loro, supongo que por eso somos amigos.

domingo, 16 de junio de 2019

LA VERDAD Y LA MENTIRA


Momias Fattorello 2019

¿QUÉ ES LA VERDAD?
No se me ocurre una manera de investigar la verdad que no empiece con diferenciarla de la realidad. Una roca posee una realidad. Pero, por más que idealicemos a los minerales, una roca no posee una verdad. La realidad es intrínseca a las cosas. La verdad es una iniciativa humana. En sí misma la verdad es una “palabra vacía de concepto”. Pero ése vacío es (a todas luces), intencional, de lo contrario no existiría una palabra que lo representa al tiempo que se usa con la intención de esconder la identidad de lo representado, su concepto. Así, la verdad se nos muestra como una estrategia razonada de esconder un concepto. La verdad se nos presenta, en principio, como una palabra que esconde una noción y que tanto la palabra como la noción escondida son creadas intencionalmente por la razón humana.

Momias Fattorello 2019

¿DÓNDE ESTÁ LA VERDAD?
Si la verdad es una consecuencia de nuestra racionalidad, y la misma racionalidad trata de mantenerla al margen, la verdad aparece como algo descubierto sin querer y que, por incomodar, tratamos de volver a cubrir. Una noción a la que la razón llegó sin intención de llegar a ella y después de conocerla quiso esconderla. Algunos versos populares parecen infiltrar este aprieto, «la verdad duele», suele sentenciar la gente. Y debe haber dolido cuando se decidió esconderla; pero algo queda claro, para que todo esto pase, la verdad debe haber sido descubierta y en consecuencia, no buscamos la verdad, hace tiempo que la encontramos y desde entonces evitamos verla.
Si la verdad es desagradable y la razón ha tratado de ocultarla después de haberla descubierto, las huellas o síntomas de su fugaz revelación debieran poder llevarnos a la verdad oculta. De la misma manera que en semiología los síntomas funcionan como una vía para llegar a la patología, las consecuencias de la verdad debieran poder remontarnos a ella. Aun sin conocer la verdad, sentimos, intuimos, creemos que ésta nos afecta ¿Cómo nos afecta la verdad? Nuestra intención de evitarla nos mete en la pista, serán «síntomas de la verdad» todo aquello que tienda a ocultarla voluntariamente ¿Cómo se oculta ex profeso a la verdad? Esta pregunta tiene una respuesta contundente: con mentiras.

Momias Fattorello 2019

LA VERDAD ES: LA GENERADORA DE MENTIRAS
Aún sin conocer la verdad, conocemos las mentiras que de ella derivan. Una mentira no tiene sentido si no oculta una verdad. Así que, en principio, la verdad es quien le da sentido a la mentira, la construye. A partir de algo que se quiere ocultar se levanta el camuflaje de mentira. Sin verdad no hay mentira. En consecuencia, la verdad es la generadora de las mentiras. El imaginario colectivo acepta la idea de que una mentira no se acaba en sí misma, una mentira conlleva a otras mentiras y en este orden de ideas es muy probable que todas las mentiras que existan nos lleven a la misma verdad. Y si todos los caminos nos conducen a una verdad última, la verdad sería única. La gran generadora de mentiras. Y así esta “verdad” tendría carácter fundacional.
Por otro lado es difícil imaginar que pueda haber existido por mucho tiempo la razón sin crear su primera mentira. Éste hecho puede ser demostrable al estudiar la evolución de la razón en los niños pequeños. Apenas pueden, los niños comienzan a mentir. Es probable que la capacidad de mentir preexista a la necesidad de hacerlo. El niño pequeño comienza a mentir por broma, para obtener el beneficio secundario de la risa (a esto le llamamos mentiras inocentes, porque todavía no esconden una verdad). Las “mentiras con intención” y las “mentiras necesarias” aparecen después de que el niño conoce las leyes. Las primeras mentiras intencionales aparecen para evadir el peso del castigo. Pero aún allí las mentiras no son necesarias sólo intencionales (traviesas o manipuladoras). Las mentiras necesarias aparecen después, más allá de los 10 años de edad. Cuando se comienza a mentir sobre el propio valor, mentiras relacionadas con la autoestima. Lo necesario es inexorable. Y aquí debiéramos preguntarnos ¿qué comienza a ser inexorable en el razonamiento humano después de los 10 años de edad? La respuesta la obtenemos de nuestros otros estudios evolutivos: a los 10 años de edad el razonamiento alcanza la Auto Conciencia de Muerte. La Auto Conciencia de Muerte (ACM) aparece como la generadora de la autoestima. La autoestima se presenta como el conjunto de valores que le dan sentido a la existencia después de perder el sentido biológico que rige el resto de la vida en el planeta. El sentido biológico consiste en cumplir las funciones necesarias para cada órgano del sistema en pro del funcionamiento mismo. La ACM transforma al sentido biológico en una paradoja: “funcionar para dejar de funcionar”. Ante esto aparece la autoestima para dar importancia a lo que ha perdido toda razón de existir y, dando valor a las pertenencias, por contagio, el dueño de las pertenencias adquiere valor. Pero, ¿Qué es el valor? El valor es un grado de importancia atribuido a algo. Pero esa importancia le es atribuida a la cosa, no le es inmanente a la cosa misma. Esa importancia es inventada y su invención es ilusoria. Ese valor es una mentira que viene a tapar la falta de valor ocasionada por la ACM. Entonces, la Auto Conciencia de Muerte se nos propone como el concepto absoluto que hace necesaria la palabra vacía de concepto “verdad” para ocultarla y que origina todas las mentiras. Las mentiras necesarias están a otro nivel: son mentiras creativas. Mentiras que vienen a crear lo necesario para soslayar la insoportable Auto Conciencia de Muerte. Las mentiras creadoras crean «valores». Llenar de valor el mundo externo y contagiarnos de ese valor intenta llenar el vacío que deja la pérdida del sentido biológico de la vida, con el sentido axiológico de vivir. La verdad absoluta es el «primer motor inmóvil» de todas las mentiras necesarias que componen la axiología que hace «vivible» la vida del ser que se sabe mortal. Y es obvia la razón por la que comparo la verdad absoluta con el antiguo concepto de «primer motor inmóvil aristotélico» ya que por más mentiras que acrecienten la axiología humana, la verdad fundamental, no se mueve, no cambia: la muerte sigue siendo mortal.
Aceptar la verdad es aceptar que hay que mentir para vivir. La verdad es sólo una palabra que oculta algo y por ello aceptamos que la verdad esté oculta. Al aceptarlo, reconocemos que hay que mentir para poder vivir y la mentira debe tapar la verdad. La verdad es una palabra que oculta un significado que debe permanecer oculto. La vida es eficiente cuando oculta la verdad y la hace, por ende, verdad. Porque la verdad, es verdad, mientras esté oculta, o sea, mientras genere mentiras. En el momento en que la verdad deja de estar oculta se transforma y se concreta en fatalidad.

Momias Fattorello 2019

Y, AL FINAL, OTRA PALABRA VACÍA DE CONCEPTO: LA FELICIDAD
Felicidad es una palabra vacía de concepto que viene a tapar un concepto que en sí mismo molestaría: inmortalidad (mencionar la inmortalidad activa, por contraste, el concepto de ACM). En un principio la palabra felicidad debiera referirse a las ganas de vivir, cuando somos supuestamente felices tenemos ganas de hacer muchas cosas y cuando somos supuestamente infelices perdemos las ganas de vivir. El choque con la Auto Conciencia de Muerte nos quita las ganas de vivir. La felicidad es una una palabra vacía de concepto, o sea, una mentira a medias que esconde un concepto pero deja pistas. Una mentira que te alerta que es mentira. La palabra vacía de concepto “felicidad” nos alerta que su significado no está especificado en el fonema y que se encuentra oculto en otra parte, en la interpretación. La felicidad, en tanto ganas de vivir, debe ser contraste de la Autoconciencia de Muerte. Por contraste la felicidad es un “momento de inmortalidad”. Ser feliz es “no tener en cuenta el ACM por un rato”. Entonces, siendo la felicidad un camuflaje del concepto de inmortalidad, es lógico que la felicidad, engañosamente, se nos presente como un punto de llegada más que un punto de partida. El ser humano solamente piensa la muerte en futuro. No se puede pensar la propia muerte en pasado. Así que la muerte siempre está por delante en el tiempo. Por ello la felicidad (la inmortalidad momentánea que representa), es vista como punto de llegada y no como punto de partida. Si entendemos la felicidad como ganas de vivir entendemos que es un punto de partida para seguir viviendo. Pero si entramos dentro del concepto de felicidad como inmortalidad, inevitablemente tenemos que verla en el futuro como punto de llegada. Un futuro con promesa de felicidad (inmortalidad) permite seguir adelante sin temor al final. La verdad nos espera allí donde siempre ha estado. Al final sólo hay verdad. La fatalidad nunca la conoceremos.

Momias Fattorello 2019


martes, 8 de enero de 2019

EL SOL Y EL DEDO (O SOBRE LO IMPOSIBLE)


EL SOL Y EL DEDO
«No se puede tapar el Sol con un dedo», es una de esas frases que uno escucha innumerables veces sobreentendiendo su significado y sin sentir necesidad alguna de comprobación. Pero la verdad es que  se puede tapar el Sol con un dedo. Y el efecto óptico será más o menos efectivo en dependencia de la distancia a la que se coloque el dedo en confrontación al ojo. Así que la frase que habla de un imposible en realidad miente sobre algo posible. Entonces, ¿por qué aceptamos tan a la ligera que se nos imponga como verdad una falsedad de tan fácil refutación?
Mario Fattorello



El síntoma patognomónico del truco se manifiesta en el verbo «tapar». Si el dedo y el Sol son entendidos en sus dimensiones reales, resulta obvio que el primero no puede tapar al segundo. Pero la acción escondida detrás de la frase no se refiere a «tapar» con las dimensiones del dedo un espacio, como cuando tapamos con el pulgar el pico de una botella de vino. De lo que se habla en la frase es de un asunto óptico, de tapar un campo visual. Y un dedo, colocado frente al ojo, sí puede tapar la visión del Sol. Bajo las leyes de la óptica, un dedo puede tapar cualquier cosa.

Primera conclusión concreta pero enrollada: La sentencia que niega que el Sol pueda taparse con el dedo, se aprovecha del «impreciso» significado del verbo para colocarse como una verdad cómoda a la hora de tener que aceptar los imposibles. Pero cuando lo «impreciso» se junta con los conceptos de «verdad», «comodidad», «aceptación» e «imposible», la falaz trampa literaria trasciende el inocuo campo de las sentencias populares para afectar la cruda realidad de las mentiras humanas, o lo que es lo mismo, la cotidianidad. Entonces, la «verdad» es la mentira última que persigue la humanidad «aceptando» su condición de «imposible» por la «comodidad» de no tener que pensar en lo que la palabra (vacía de concepto) «verdad» esconde, o sea, la muerte.
¿Complicado? Mirémoslo por otro costado.

Mario Fattorello El Sol y el dedo


La cotidianidad es un continuum de mentiras. La vida humana necesita de la mentira cotidiana para poder soportar el peso de «vivir humanamente» (eufemismo de: vivir a sabiendas de morir). La mayoría de los conceptos que sostienen nuestros intereses sociales son «imposibles». La amistad, por ejemplo, entendida como un sentimiento completamente desinteresado, como una relación donde se da todo por el otro sin esperar nada a cambio, es, a todas vistas, imposible. Por principio, todas las relaciones humanas son relaciones de intereses. Sin intereses no habría relaciones. Sería más verosímil, y evitaría muchos malentendidos, aceptar que la amistad es una relación de intereses mutuos más o menos equilibrada en el reparto de ganancias y pérdidas. Una relación de intereses es una relación interesante. Si la amistad es interesante, debe mover intereses. Pero no podemos aceptar esto. Nos resulta demasiado real, y lo real no nos ayuda en nuestro afán de disimular la realidad. Necesitamos la amistad idealizada. Necesitamos el imposible. Necesitamos la mentira. Y si alguien la descubre, le taparemos el entusiasmo replicándole: «No se puede tapar el Sol con un dedo». En este caso, obviamente, el Sol representa la inmensa materia de la mentira cotidiana, el dedo ingenuo encarna la realidad descubierta y el sentido verosímil de la sentencia es que la creencia «por siempre será» más popular que la realidad. Mientras que, en la realidad que no se quiere ver, el asunto estaría exactamente al revés: el dedo representaría a la mentira y el Sol a la realidad “tapada”. Este doble sentido de la frase, esta cohabitación de dos versiones antinómicas, parece darnos permiso a aceptar una mentira como verdad, porque, al final, lo que quiere decir es que sobre ese asunto es mejor ni hablar.

Queda en evidencia que lo importante de lo imposible es su cualidad de «inalcanzable». La condición para que «siempre» deseemos alcanzar algo es que nunca lo alcancemos. Y si nunca lo alcanzamos, la búsqueda «por siempre» se impone, transformando a la búsqueda misma en «infinita». Y es aquí donde se cumple la función de «lo imposible»: incluir en nuestra corta y finita vida las balsámicas palabras «siempre» e «infinito». Y así, sin necesidad de hacer mayor esfuerzo de autoidiotización, podemos abandonarnos felices al «impreciso» concepto de que una vida no se puede acabar mientras siga buscando algo…, lo que nos permite seguir comiendo perdices hasta morir de indigestión.

Mario Fattorello El Sol y el dedo


lunes, 1 de octubre de 2018

EN TIERRA DE REDES: SNAPCHAT (O SOBRE EL PRESENTE EFÍMERO)


© Mario Fattorello 2018


EL PRESENTE DE SNAPCHAT

El presente efímero es fotografiado por millones de personas cada segundo. En principio pareciera un intento de detenerlo, mantenerlo, estirarlo. Pero Snapchat demuestra que el presente pierde sus características a las 24 horas y debe ser borrado para dar paso al nuevo presente. Snapchat asegura que si el presente deja de ser efímero, deja de ser presente. Para Snapchat está claro que al presente no vale la pena estirarlo y ni siquiera recordarlo o proyectarlo a futuro. No hay tiempo para eso (sí, ya sé que San Agustín tiene una forma interesante de ver el presente y más interesante aún sería Heidegger, pero ambos no llegan, ni de lejos, a los usuarios de Snapchat, así que olvidémonos de los filósofos de poca monta y unámonos a los que manejan el tiempo actual de millones).


LOS AMIGOS EFÍMEROS

Una pregunta que te haces con Snapchat es ¿Tienes Snapchat porque tienes amigos especiales o tienes amigos especiales para tener Snapchat? Veamos. Snapchat está dirigido a los amigos que te ven ahora mismo y que les interesa lo que haces hoy, y no ayer o mañana; además su consigna es «ser divertido», así que para tener Snapchat debes tener amigos de momento y ser divertido. Visto de esta manera, la cofradía del usuario de Snapchat y sus seguidores es una fraternidad unida  en una causa: divertirse (momentáneamente) unos a otros. En otras palabras, Snapchat te advierte que no uses la aplicación si te sientes mal o no estas de ánimos, por extensión se entiende que no puedes contar con los miembros de tu cofradía cuando andes triste o preocupado porque el lazo que los une es la alegría del momento, la diversión. Usar Snapchat en una crisis emocional es como poner una funeraria en medio de un parque de diversiones, un fuera de lugar. Y esta onda se entiende, ¡vamos, que cada cosa debe tener su lugar!, no se celebra un cumpleaños y un velorio en el mismo sitio. Cada cosa, al tener su lugar, tiene sus límites y limitaciones. Lo cierto es que el Snapchat tiene cámara y la cámara es su fuerte, porque está claro que con palabras no se puede ser tan divertido tanto tiempo, pero estas películas están limitadas, por ejemplo, en comparación con el cine. Lo que las diferencia del cine, amén de su duración, es que los temas no son tan libres, el cine divierte con cualquier tema, incluyendo los dramas y las pasiones más sórdidas; pero eso no alegra a nadie en Snapchat. Sin embargo, ¿por qué esta diferencia? Pareciera que como Snapchat pretende mantenerse sólo en presente, y como el presente está estereotipado como feliz, no cabe el drama o la tristeza. En el cine se trata del futuro y del pasado y allí caben la pena y el dolor. La preocupación tiene que ver con el futuro y la melancolía con el pasado, la felicidad entonces, por descarte, se queda relegada al presente. Aunque podamos ser felices al recordar pretéritos momentos felices, esa felicidad pertenece al presente en que recordamos. Que el presente sea el único tiempo de la felicidad puede no ser una realidad sino un estereotipo, pero sabemos que la realidad ha perdido mucho espacio ante la estereotipia, y, por sobre todo, así lo comanda Snapchat. Prohibido disentir.

© Mario Fattorello 2018
Si quieres tener un presente efímero de verdad, usa Snapchat. El éxito está garantizado. Tu presente será tan efímero que ni te darás cuenta que pasó, porque mientras pasaba, te ocupabas en subirlo a la red ¡Genial! ¿Verdad?






SNAPCHAT ES LA RED SOCIAL PERRUNA POR EXCELENCIA

La felicidad parece estar circunscrita al perímetro del presente. Y esto es interesante, los animales en general no sufren de depresión y ellos viven prácticamente un presente continuo. Aunque, siendo honestos, tampoco pareciera que los animales son felices, digamos que están bien o mal, según el caso, pero es circunstancial, sin mayores consecuencias, efímero, y en esto su filosofía encaja con la de Snapchat. Un perro no añora el anteayer ni teme por el pasado mañana, o por lo menos eso es lo que parece, y como hablamos de estereotipia, ahora mismo lo que “parece” es lo que vale (y los emoticones son el non plus ultra de la estereotipia). En cierta forma, Snapchat sería la red social más apropiada para los perros, pero claro, si tuvieran amigos. Los perros no parecen muy dispuestos a la amistad con sus congéneres, de hecho, es conocido que prefieren escoger amigos fuera de su especie, de allí la fama de ser el mejor amigo del hombre. Siempre con sus excepciones, claro, los perros salvajes no son amigos de nadie, pero este es otro cuento, aquí nos referimos sólo a perros decentes.
Y así estando las cosas, para Snapchat el presente parece ser el lugar de la felicidad y a su vez la felicidad ocupa el lugar de lo efímero, y esta hipótesis se refuerza cuando comprobamos que lo que siembra raíces queda para el pasado y proyecta su sombra en el futuro, ambos tiempos angustiantes y comprometedores. En fin, las burbujas de jabón dure lo que duren la pasan la mar de bien. 


jueves, 28 de junio de 2018

EN EL MUNDO HISTÉRICO

LA HISTERIA siempre estado presente en el homo sapiens. El primer título lo ostentó Eva por su inconformidad con el paraíso y se ganó la expulsión del mismo por pensar que merecía más que un Edén. Cada época ha tenido su histeria, pero no se le llamaba así. Desde que el término existe pasó de ser una anomalía de carácter de algunas mujeres, a transformarse en sinónimo de “femineidad” a finales del siglo XX. Algunos de sus síntomas más estridentes cambiaron hasta transformarse en “sutilezas de la coquetería” que lograron gran aprecio entre las mujeres, aunque conservaban (en secreto y a veces no tanto), su histrionismo melodramático, su frivolidad y carácter egoísta. Comenzando el siglo XXI su “encanto” atrapó al gremio masculino imponiendo la moda andrógina.

Por natural evolución el término prácticamente desapareció a principios el siglo XXI. La necesidad de globalizar la superficialidad y el egoísmo consumista, con la intención de estandarizar a una población que supera los 7.700 millones, calificó a la histeria como un medio de control de masas que aprovecharon, sin disimulo, los señores encargados de hacer cumplir dicho control. Y todo esto funciona alrededor una reacción en cadena  sencilla y a la vista (aunque traten de esconderla): los histéricos, además de ser insatisfechos crónicos, son personas que pretenden merecer mucho “porque sí”, “porque los parió su mamá”, y, en esa pretensión, necesitan  mucho más de los demás. Los histéricos exigen que les sacien sus caprichos, y quienes no poseen un egoísmo tan pretencioso y melindroso, o sea, los humildes hacedores, para evitar sus chillonas y plañideras quejas, hacen de todo para tratar de complacerlos. Y así, las insatisfacciones crónicas histéricas mueven al mundo productivo: a mayor demanda, mayor consumo. A mayor demanda imposible de satisfacer, aún mayor consumo y, por ende, mayor necesidad de producción. La histeria inspiró a la obsolescencia de especulación, y juntas mueven los engranajes productivos que generan trabajo para 7700 millones de personas. Ahora parecería que, unos años atrás, habría sido fácilmente predecible que una población de 7700 millones no pudiera ser sino histérica. Pero, de este tipo de predicciones no hay Nostradamus que se haga responsable.

A veces trato de imaginarme qué pensaría Freud si pudiera ver la evolución que tuvo la histeria (patológica para él), hasta transformarse en un fenómeno cuasi orgánico que permite la supervivencia de la especie. No puedo imaginarme si Freud seguiría pensando en la búsqueda de una cura para la histeria después de ver el lugar que el futuro le tenía reservado. En otras palabras. En el siglo XXI la gran masa es histérica y en consecuencia, la histeria, en sí misma, no es distinguible al perder todo carácter resaltante por haberse vuelto materia de la masa misma. La historia permitió que la histeria alcanzara un estatus “natural”. La histeria como característica de lo humano.

 Si, si, ya imagino que más de uno replicará que hay excepciones, que la histeria no está en todos, y que él o ella particularmente no lo es, pero ¿Seguro que usted no tiene ni un poquito de histeria?.... ¿Seguro?....Uhmmm..., eso suelen responder los histéricos.


​HUEVOS FRITOS: Histeria viene de “hystear” que significa útero en griego. La histeria es superficial, quejumbrosa, melodramática y cree que el mundo le debe una indemnización por no poder satisfacerla. La histeria trata al mundo como si ella fuera la razón por la que el universo existe, como si la función de la tierra fuera ser piso para sus pies. La histeria no soporta haber perdido el egoísmo uterino. La histeria es más común de lo que parece. Difícil es no toparse con este tipo de embriones resentidos. Cuando esto pasa lo mejor es…, irse a la cocina y hacer un huevo frito. (Mario Fattorello, extracto de la separata: “Semiología de lo humano y lo no tanto”) #psicología, #histeria, #mariofattorello, #fattorello, #egoísmo, #insatisfacción, #momiasfattorello, #momias, #ciudadojeda, #zulia, #moderart, #artemoderno, #cortos, #consultadepsicología, #histerica, #histérica
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miércoles, 14 de marzo de 2018

CPF EN EL MUNDO DE LA LENTITUD Y LA PRISA


TIEMPOS ENERVANTES

Me enerva la lentitud. En el zoológico paso de largo ante la jaula de las perezas. Me mortifican. En un planeta que se mueve a 107.000 kilómetros por hora, ser lento es, por lo menos, una insolencia. Pero una cosa muy diferente es andar deprisa. Todo amerita su tiempo. Hacer algo rápido no significa hacerlo aprisa, sino en el tiempo mínimo que se amerita para hacerlo. Con lo dicho confieso que me enerva tanto la lentitud como la prisa. Sí, tal vez una primera conclusión ligera sea que a mí me enervan muchas cosas. Y eso es posible. Pero ¡vamos!, por lo menos debemos aceptar que no es por calumnia que los extremos tengan mala fama.

EL MAL EJEMPLO

Creo que tendría nueve años la primera vez que escuché que Dios había hecho el mundo en siete días. En aquella oportunidad también me enteré que el séptimo día se echó a dormir. De lo que de inmediato deduje que en realidad Dios hizo al mundo en seis días. Eso es tener prisa. Eso es extremismo. Eso es querer salir rápido del compromiso para irse temprano a la cama. No pienso discutir cómo le quedó el mundo a Dios. Pero tampoco puedo dejar de decir que tal vez las cosas pudieran ser diferentes si se hubiese permitido un tiempito más. Igualmente con el hecho de que nadie menciona en ninguna parte cuándo despertó de la siesta que inició en el séptimo día. La curiosidad es irrequieta ¿seguirá durmiendo? En realidad lo hecho, hecho está. Pero no deja de ser un mal ejemplo para los niños (y la gente en general), eso de querer hacer un mundo en una sola semana, como queriendo salir rápido del asunto sin que importen los resultados y ni hablar del control de calidad. Y es que hay tanta gente que anda tan aprisa, que parecen todos aspirantes a ese Dios, o sea, gente que no ve la hora de irse a dormir. Pero, ahora que lo pienso, tal vez me estoy embrollando la vida tomando como ejemplo la Creación. De seguro van a salir los eternos defensores de causas perdidas a remarcar que los tiempos de Dios son perfectos e inescrutables. Y creo que será mejor responder de una vez a estas personas aclarando que, de ser eso cierto, están aseverando que es ley universal que un planeta, un mundo, un sistema solar (porque en el cuarto día Dios creó el Sol, la Luna y las estrellas), se puede hacer en seis días. En otras palabras, el tiempo perfecto para hacer un mundo es una semana con siesta incluida. Y si esto es así, cosa que, ¿por qué no?, pudiera ser posible, nuestro mundo no sería más que “trabajo de una semana”, algo nada importante, nada del otro mundo, pues. Y creo que esto no le vendría muy bien a las autoestimas de los mismos defensores de causas perdidas que iniciaron este lío. Sin mencionar que el asunto no sólo trata de la prisa en hacerlo, sino de la pereza posterior…. Y, llegados a este punto, hay que hablar del cansancio.

CANSARSE PARA VIVIR O VIVIR PARA CANSARSE

La vida es cansona, de eso no hay duda. Por cada 16 horas de actividad tenemos que descansar 8 horas corridas. Vivir cansa. Y además parece que está bien que así sea. De hecho, por si acaso, nos hemos encargado de crear un sistema de vida que asegure nuestro cansancio: estudiar, trabajar, atender las redes sociales, los compromisos familiares, hacer compras, votar, ir al estadio, y si todavía no estamos agotados, podemos ir al gimnasio, trotar, levantar pesas, y si no basta, podemos hacer rápel, mountain bike, clavar sombrillas en la playa con el viento en contra, nadar, hacer parrillas bajo el Sol en verano, vóley de playa …. Un manual infinito y morboso de métodos para cansarse y desear ir a la cama. Claro está que hay quienes niegan la realidad y se disponen a “disfrutar la vida” concibiéndola como el arte de hacer dinero y gastarlo. O sea, hacen lo mismo, pero con anteojeras. 
Corren todo el día laboral tras el dinero y luego corren durante el tiempo libre a gastarlo. Estas son las personas que cuando regresan de vacaciones lo primero que te cuentan es cuánto les costó el viaje, la cancha de vóley, el alquiler de la sombrilla, el cupo de rápel, y así…. Cobrar y pagar es una extenuante forma de asegurarse las ganas de ir a dormir ¿Será que el sentido de la vida es lograr llegar cansados a la cama? De los justos y los héroes dicen que tienen la virtud de dormir tranquilos. Con la conciencia en paz (cuentan). Como si ése fuera su premio ¿Es el cansancio (que facilita el descanso) un premio? 
No sé. Elegir la cámara rápida o la cámara lenta para vivir son opciones…, pero yo creo que seguiré buscando la velocidad apropiada.

miércoles, 28 de febrero de 2018

CPF EN EL MUNDO DEL EGOÍSMO


Momias Fattorello © Mario Fattorello 2018

AMOR PROPIO Vs. EGOÍSMO

El egoísmo es un tipo de amor propio.
El amor propio es indispensable para soportar la vida, luego, el amor propio es bueno.
Sin embargo, el egoísmo es la acepción negativa del amor propio.
El egoísmo es la tentación de agrandar el propio valor menguando el de los demás.
Egoísmo es: estar dispuesto a hacerle una zancadilla a Dios para tumbarlo y usurpar su lugar. Ojo: por “amor propio” también se puede desear ser Dios, pero no tumbándolo, sino haciendo lo que un dios hace para merecer ese lugar.
Con lo anterior queda claro que el egoísmo es una tentación antisocial.
En el amor propio ideal el individuo debiera valorarse como parte de una comunidad, en consecuencia, amarse a sí mismo implicaría amar a la humanidad, amarse como consecuencia de amar a los demás.
El egoísmo es una acepción del amor propio que desconoce a los otros como parte de uno, o que desconoce que uno es parte de los demás. La malsana contradicción del egoísta es que aunque niegue la importancia de los demás, los necesita igual…, o hasta más.

EL EGOÍSMO ES UN SECRETO UNIVERSAL

No me cabe duda de que el egoísmo es, entre todas las características humanas, la más sofisticada. Tener que lidiar con él desde que tenemos conciencia, nos obliga a perfeccionar cada detalle de su funcionamiento y, en especial, el arte de disimularlo. El egoísmo es la «mentira por omisión» más endémica en la humanidad. Todos tenemos egoísmo y todos tratamos de ocultarlo. El egoísmo es un secreto a voces.
A diferencia de otras cualidades universales humanas que también tratamos de ocultar o disimular (por ejemplo las concernientes al sistema de vaciado de desechos del cuerpo), y cuyo ocultamiento tiene como única causa el pudor; al egoísmo lo tratamos de esconder por múltiples razones. Evidentemente el pudor está entre ellas, pero además se le suman motivaciones más oscuras como el engaño, la manipulación, la autocomplacencia o el mimetismo rapaz.
Nacemos egoístas y a medida que nos van domesticando, lo vamos ocultando. Desde el primer momento el egoísmo es relegado a status de convicto fugitivo. Los domesticadores familiares e institucionales esgrimen múltiples estrategias con las que pretenden neutralizárnoslo. Y de allí sale el primer aprendizaje sobre el arte de la disimulación egoísta: hacerle creer a los domesticadores que lograron su objetivo. Y los domesticadores se tragan el cuento más o menos entero de acuerdo a lo conscientes que estén de que ellos mismos engañaron (de la misma manera) a quienes a su vez les domesticaron. Es ley natural: el egoísmo se oculta, pero no se destruye.

LA OCULTA IMPORTANCIA DEL EGOÍSMO

Desde el primer impulso de ocultamiento del egoísmo, se dispara simultáneamente una acción contraria. Esta acción hace que, mientras por un lado el egoísmo avanza un paso en la oscuridad de su tapadera, por el otro lado, sube un peldaño en la escala de importancia. Más se oculta el egoísmo y más importante se vuelve. Y la vorágine resultante de estas dos tendencias contrarias proporciona al individuo una impresión inversa y falsa, la de que: a medida que el egoísmo cobra importancia se acentúa la necesidad de ocultarlo. En otras palabras, el egoísta siente que el egoísmo debe ocultarse más, a medida que cobra importancia. Pero la realidad es bien otra. El egoísmo cobra importancia a medida que se le oculta. Al igual que como en un sacerdote en quien la represión sexual aumenta el peso de la sexualidad (sobre su espalda y otras partes), es ley universal humana que: «la represión es directamente proporcional a lo reprimido» (©Mario Fattorello). De lo anterior es fácil deducir que quien mejor disfraza su egoísmo más a su merced está. Un egoísta Goliat se presentará (siempre que pueda), como un David solidario.

SER EGOÍSTA ES UN TRABAJO ARDUO

Saciar el egoísmo no es tarea fácil, pero además, tener que trabajar para su ocultamiento es una labor intensa y desgastante. No es exagerado decir que se nos va casi toda la vida en solventar asuntos egoístas.
Este complejo lío pareciera haberse originado en nuestro proceso evolutivo a raíz de la necesaria convivencia entre dos factores de igual importancia para la supervivencia de la especie: por un lado el egoísmo, que cuida la propia conservación y, por el otro lado, la compleja y exigente vida social de una especie inteligente (léase “inteligente” como, la capacidad de generar cambios afuera y adentro, o lo que es lo mismo, en otros y en sí mismo) en la que la supervivencia de cada individuo depende de todas las tribus.
Los animales también son egoístas y sociales. Pero el egoísmo de cada uno de ellos apenas debe moldearse un poco para cuidar la conservación de algún otro congénere y, en el mayor de los casos, de la manada. Pero la vida social de los humanos es diferente, necesita que tengamos en cuenta las necesidades de muchos, muchísimos otros humanos, más allá de la familia, de personas que ni siquiera conocemos pero que influyen de una u otra manera en la vida personal, en la vida de cada quien, en la supervivencia de la especie.

Momias Fattorello © Mario Fattorello 2018


EL EGOÍSMO DISFRAZADO DE ALTRUISMO

Hay muchas bondades con las que se puede disimular nuestro egoísmo. Obviamente todas estas bondades son consideradas virtudes de corte altruista. La solidaridad, la colaboración, la consideración, la condescendencia, la conmiseración, entre muchas otras, son compensaciones que intentan remendar lo que más atrás haya roto o más adelante pueda romper nuestro egoísmo. Hay una especie de pacto social tácito en creer que quien más desarrolle estas actitudes, menos egoísta es. Pero la realidad demuestra lo contrario. A mayor egoísmo, mayor es la necesidad de ocultarlo con altruismo. Y este resultado no es para nada desdeñable. Esta tendencia proporcional parece tener toda la intención de alcanzar una paridad, que a pesar de parecer utópica por ahora, como tendencia evolutiva marca una dirección esperanzadora: llegar a tener de forma innata un sano egoísmo social.
Pero la evolución marcha a suo agio y mientras tanto nosotros vivimos con un egoísmo que demanda mucho trabajo y esfuerzo para mantenerlo satisfecho en su escondrijo, al tiempo que la sociedad demanda nuestra solidaridad.

SIETE MIL SEISCIENTOS MILLONES DE EGOÍSMOS

No se puede ser egoísta estando solo. Para ser egoísta hay que estar acompañado. El egoísmo necesita de alguien a quien encaramársele. Egoísmo significa aprovecharse del otro, ya sea rebajándolo para verse a sí mismo más alto o usándolo para propio beneficio.
La vida social es una constante tramitación de conflictos. No es nada fácil dedicarse a los propios intereses sin pisar los pies de los intereses de los demás. En una habitación abarrotada de personas cada quien buscará delimitar su propio espacio empujando disimuladamente a los que le rodean y vigilando que otros no ocupen más espacio que él. Empujamos como no queriendo empujar. Pisamos talones, cayos y dedos disculpándonos mientras seguimos empujando y dando codazos disimuladamente para agrandar nuestro espacio entre la multitud apretada de siete mil seiscientos millones de personas con siete mil seiscientos millones de egoísmos.
El egoísmo se basa en la filosofía del «sálvese quien pueda» y, en contraposición, el amor propio con conciencia social humana sigue la filosofía del «salvémonos los más que podamos». Lidiar con estas dos tendencias opuestas es una ardua tarea diaria. Se trata de ponerse el salvavidas y tirarse al agua desde un barco que naufraga al mismo tiempo que tendemos la mano para salvar a alguien más. Una verdadera acrobacia social.
En la naturaleza animal la filosofía del «sálvese quien pueda», puede que funcione para la supervivencia de algunas especies. Pero en la humanidad las complejas interdependencias sociales hacen inviable esa posibilidad. El entramado social ha desplazado la existencia colectiva por encima de la existencia individual, pero esta fase evolutiva está en pleno acontecimiento y obviamente adolece de los desajustes propios de algo que se está formando. Por inercia el egoísmo primordial se resiste al amor propio social. Vivimos una época de transición, aunque por lo visto, pareciera que la humanidad siempre estará en transformación. En este específico sentido pareciera que ya todo estuvo dicho después del «todo fluye» de Heráclito.

EGOÍSMO CIVILIZADO

El egoísmo es adjetivado como malo así como el altruismo es considerado bueno por designio del departamento humano que administra la evolución. Por supuesto que hablamos de la civilización. La civilización es una gran repartidora de estigmas y categorías. Una especie de cuerpo legislativo con ínfulas de poder controlar el proceso evolutivo humano y con un órgano propagandístico capaz de transformar una opinión en un convencionalismo. Todos los miembros de su Comité son laureados domesticadores en cuyas buenas intenciones confiamos, o, en todo caso, queremos confiar. No nos queda de otra, el mundo ya estaba hecho cuando nacimos.
La unión hace la fuerza. La humanidad ha logrado ser lo que es disminuyendo el poder individual. No nos queda de otra que abrazar al grupo y confiar, aunque somos libres de llevar bajo la camisa un chaleco antibalas, no vaya a ser que alguien se vaya a amotinar. En general nos conformamos con tener dos ojos adelante, pero en el fondo fantaseamos con tener ojos en la nuca para nuestras espaldas cuidar. El amor propio social es un ideal a perseguir y es bueno creer en ello como se cree en que la fe mueve montañas, sin embargo nuestra autoconciencia y sentido común nos recomienda tener a la mano un bulldozer por si la montaña se resiste o mengua la fe. Y todo esto debido a que la civilización es un proceso lento y con etapas.
Que el egoísmo individual acepte extenderse hacia una conciencia grupal, por ejemplo, a “egoísmo nacionalista”, es apenas un paso iniciático en el proceso de formación del amor propio social humano. En este primer paso, donde el individuo se siente grupo, el “egoísmo negativo” permanece activo y dispuesto a ser dirigido hacia otros grupos. El nacionalismo es una etapa maligna de la evolución hacia un amor propio  global. La siguiente etapa implicaría que los grupos se unieran en un solo sistema. Pero históricamente este paso ha representado una zancada muy larga y en el espacio entre un pie y la siguiente pisada queda mucho terreno donde germinan las malas hierbas, los conflictos y las guerras. La etapa del egoísmo grupal (como el nacionalista) se fundamenta en el principio de que la unión hace la fuerza, pero la fuerza suele ser usada hacia otros grupos que se encuentran en esa misma etapa. La ingeniería del resorte que impulsa el salto de una etapa a la siguiente es un misterio que la civilización todavía no ha podido solventar. Pero creo, o me gusta creer, que hacia allá vamos.

Momias Fattorello © Mario Fattorello 2018


EGOÍSMO EN EVOLUCIÓN

La conciencia social versus el egoísmo individual son el Dr. Jekyll y Mr. Hyde de la civilización. Por supuesto no es necesario explicar las inconveniencias de una supremacía de Mr. Hyde. Pero, en cuanto al Dr. Jekyll, su dominación totalitaria tampoco parece una posibilidad viable, porque el egoísmo es la fuente principal de energía de autoconservación, necesaria para la supervivencia de la especie por razones que van desde la reproducción, hasta la defensa personal. Así que, al parecer, no nos queda más que insistir en la búsqueda de un equilibrio. No debe ser sorpresa para nadie que la última palabra esté en boca de la evolución.

viernes, 23 de febrero de 2018

CPF EN EL MUNDO DE LAS MOMIAS FATTORELLO

Momias Fattorello © Mario Fattorello 2018
INTRODUCCIÓN

¿POR QUÉ MOMIAS?
-En 1999, en el museo Egipcio de Torino (segundo en importancia después del Museo Egipcio del Cairo), me vi, de pronto, rodeado por momias. Había varias tendidas en arcas trasparentes, otras paradas contra la pared y otras en pedazos en las vitrinas. En aquel momento sentí que entraba a otra dimensión. Las momias dejaron de ser objetos de exposición y yo, pasé de ser observador a ser el fenómeno del museo. Parecía que las momias me miraban, que mi presencia fuera un deseo de ellas, como si yo no hubiese ido al museo sino que ellas hubiesen venido a verme a mí. Yo era su objetivo. No tuve miedo, más bien una especie de lucidez mental que me llevó a pensar con cierta morbosidad inofensiva que las momias habían logrado su meta de alcanzar la vida eterna y el más allá era este museo turinés y nosotros, los visitantes, éramos sus súbditos que le rendíamos pleitesía pagando para verlas. Esa sensación que tuve en Abril de 1999 estaba destinada a marcarme para siempre. Las momias y su inmortalidad circense pasaron a formar parte, en mí, de esas experiencias que determinan la forma de ser.
Años más tarde en el Museo Nacional de Antropología en Chapultepec (México), sentí algo parecido, pero en menor escala, ante fósiles humanos. Me pregunto cuánta gente ha llegado a pensar durante su vida en la posibilidad de ser, en algún futuro, parte de la exposición en un museo. Creo que se puede vivir sin eso. Sin pensarlo, me refiero. Pero este tipo de impresiones de seguro influenciaron en esta aventura de momias que tengo pensado recorrer por un tiempo indefinido y que quisiera expresar en todas las manifestaciones artísticas posibles, en video, fotografía, escultura, dibujo, stop motion, escritos y, si llegara a ser posible, en música. La música de momias debiera ser tan abierta en sus colores musicales que lograra evitar cualquier asociación directa con cualquier significado. La melodía debería representar el sonido del vacío que la momia viene a llenar. Pero, más allá de eso, debiera estar hecha de notas tan desérticas como oceánicas. Música que no está hecha ni de aire, ni de agua, ni tierra, ni fuego; pero que pudiera contener todo eso, una «Música de todo y todos en uno» ¡Fantástico! ¿O más bien presuntuoso? Bueno, partamos la diferencia y digamos ¡Optimista! ¡Qué le voy a hacer! Es mi carácter.

Las Momias Fattorello pretenden formar parte de un sistema de pensamiento estético y, como tal, necesitan una justificación y un programa, en fin, un «Manifiesto». Trataré entonces de armar por escrito el “Manifiesto inaugural de las Momias Fattorello”.

MANIFIESTO DE LAS MOMIAS FATTORELLO

AMARRADOS
Siempre he pensado que estamos «amarrados». No prisioneros, sólo amarrados. Con cierta libertad para movernos, de entrar o salir de algunas circunstancias, pero con una especie de camisa de fuerza (un poco) holgada que nos da libertades a medias. Sí, como si la libertad nunca fuera plena, como si de alguna manera y por diversas razones, en cada circunstancia siempre hubiera límites conscientes. Sí, conscientes. Porque límites, como tales, son materialmente inevitables; pero la libertad no es algo biológico o geográfico, es algo que pertenece a la voluntad moral, y de esos límites es de lo que hablo. Y un cuerpo humano ceñido por tiras de tela, una momia apretujada, es del todo cónsono con esta visión del ser humano aprisionado por amarres de los que está consciente. Nuestras momias están fajadas de tal manera que entre una venda y otra se puede ver vestigios de piel, de humanidad; pero el resto está vendado…, aprisionado, amarrado. Simbolizar esta idea es la principal motivación a trabajar con personajes vendados.

Momias Fattorello © Mario Fattorello 2018


ORIGINALIDAD DE LO DIVERSO
Creo que, antes de todo, el arte es diversión. Di-versión. Diferente versión. Versión diferente. Algo diverso. Lo diverso es condición de lo divertido. En nuestras momias, la máscara rígida y el cuerpo oculto permiten toda la diversidad posible a través de la imaginación que choca con un lienzo en blanco. Sólo los márgenes del lienzo, la silueta antropomórfica, nos da indicio de que hablamos desde lo humano, y aún esta certeza, a veces, puede ser dudosa por los accesorios que alteran la forma incitando suspicacia sobre lo que pueda estar vendado, sobre lo que pueda haber dentro de la mortaja. Lo concreto es que ocultando las facciones personales (que después del asombro inicial aburre en su continua falta de novedad por no poder agregar algo nuevo donde todo ya tiene su lugar), se favorece la imaginación de lo diverso.
La naturaleza no es divertida. El arte nace de la naturaleza pero no es naturaleza. El arte no es un «copia y pega». En el arte no se trata de crear un mundo paralelo idéntico, sino un mundo conectado diverso. El arte no es una línea recta, y menos aún paralela de algo. El arte siempre es una diagonal. Una encrucijada. Lo directo no dice nada, como una autopista que va de un punto “A” a un punto “B”. Lo único que importa al entrar a una autopista es, salir de ella. El arte es un lugar para detenerse, tal vez sólo un minuto. Un minuto que valga la pena. El arte es un recordatorio de la crueldad de la memoria, que olvida fácilmente lo común, por eso el arte debe tener algo llamativo, ser único y humilde a la vez es su excentricidad, en fin, eso que se llama originalidad. Nuestras momias sin rasgos distintivos anatómicos pretenden ser siempre diversas y originales. A diferencia de un Al Pacino que puede representar a un policía, un mafioso, un asesino, una víctima o una momia, las Momias Fattorello pueden ser policía, mafioso, asesino o víctima, pero nunca serán Al Pacino, y ni siquiera, una momia propiamente dicha. La persona detrás de las vendas desaparece, su anonimato pretende hacerle único. La misma momia, en diferentes papeles, no se repite. Cada vez es única y sin par. La momia no tiene personalidad propia más allá del papel que representa. Los actores tienen personajes. Los personajes tienen actores detrás. Nuestras momias pretenden ser sólo lo representado, no tienen una doble vida, sólo una cada vez. Única y, tal vez, original.

Momias Fattorello © Mario Fattorello 2018


ESTÉTICA NO BIOLÓGICA
Otra intención de las vendas es minimizar la frivolidad de valores estéticos superficiales. Y decimos «superficiales» en el sentido estricto de la palabra, de superficie, de piel. La belleza corporal ha ido usurpando u opacando otros espacios de la estética humana, y, especialmente, la mental. Las momias, al ocultar la piel, no tienen líneas de expresión, ni orejas, ni cejas que le roben cámara al argumento que se vaya a tratar. Nuestra filosofía pretende manifestarse en un arte estimulante, como motivación a pensar y, las vendas, cual lienzo en blanco, como invitación a la libertad. No mostrar lágrimas ni sonrisas para que el espectador las imagine a voluntad. Imposible predecir si la estrategia de las momias logrará este efecto de libertad adicional. Tal vez no podamos evitar una sonrisa aquí y un guiño de ojo más allá. Pero tenemos claro hacia dónde está nuestro norte. Un norte donde resuena un eco Bretoniano: «Lo único que todavía me exalta es la palabra libertad».
La belleza conceptual de los seres humanos está desapareciendo desplazada por todas las variantes imaginables del dimorfismo sexual. Pechos y labios en las mujeres. Tatuajes sobre el bronceado o barba de dos días, con aire descuidado, pero perfectamente delineada, en los hombres. Esperamos que la ambigüedad de las momias, que no diferencia clases, ni sexos, ni colores de la piel, permita resaltar las otras diferencias, las de las ideas, las del mensaje, las de la novedad en el verbo representado por un cuerpo sin detalle, anónimo. Vendados no somos nadie, al tiempo que podemos ser todos.
Y en función de la coherencia, lo mismo pretendemos hacer en la escenografía. Actualmente la belleza del planeta y su armonía suele ser simplificada en clásicos atardeceres con palomas blancas en vuelo. Pareciera que, para algunos (que parecen muchos), el mundo tiene una estética especial sólo al atardecer o al amanecer, lo que tal vez contenga un mensaje indirecto de que a pleno día o a medianoche el mundo no vale gran cosa. No pretendemos discutir esta visión de las cosas, talvez hasta pudiéramos estar de acuerdo, pero, en el sentido de que la estética no es aceptación, sino una intención de transformación. Lo bello y lo feo, lo hermoso y lo grotesco no existen en sí mismos, somos nosotros quien le otorgamos ese valor. La piedra filosofal de nuestras momias pretende dar sentido a la vida evitando la frivolidad.
Los escenarios en que se mueven estas momias tienen dos funciones, no distraer de la emoción transmitida y tampoco reforzarla demasiado. Una Gestalt que marque la diferencia con los escenarios clásicos, ¿por qué la felicidad siempre es representada con flores, o con dientes sonrientes como acantilados que desbordan fluor? Las flores también recuerdan los funerales y los dientes a mis pesadillas más terroríficas: los dentistas. Hartos de atardeceres y amaneceres como si la vida sólo tuviera inicios y finales sin trama alguna en medio, sentimos la necesidad de evitar en lo posible las palomas blancas, los periquitos acurrucados y los gatitos, sobre todo los gatitos, especie que me caía bien hasta que los trasformaran en símbolos de la frivolidad. Nuestros escenarios deben ser esos otros espacios, el espejo manchado de un baño desordenado repleto de ropa puesta a secar, el cuarto donde se tira todo lo que no tiene lugar en la casa, las cajas que no botamos pero tampoco usamos, las escaleras de emergencia, lo reciclable, escenarios sin pretensiones de ser escenarios.

Momias Fattorello © Mario Fattorello 2018


IGUALDAD EN LA MISERIA
Los grandes trajes de época, las cinturas ceñidas con corsé, la elegancia, las prendas eróticas, la joyería, la vestimenta toda y de todas las épocas es bienvenida en el proyecto de Momias Fattorello. Pero con una pequeña diferencia que hace grandes igualdades: el ropaje debe dejar ver las vendas. Los trozos andrajosos de tela que sobresalen de la vestidura del obispo le dan un semblante de igualdad con el monaguillo, el príncipe, la cortesana o el mendigo. Lo andrajoso mantiene presente la igualdad social en su miseria. Sólo en lo miserable somos iguales: en la debilidad, la tristeza, en el dolor, la enfermedad y la muerte; sólo en eso, todos somos uno. Las vendas como mortaja es un recordatorio de que somos los únicos seres vivos con conciencia de que estamos vivos, y de que somos conscientes de ello porque tenemos conciencia de la muerte, sin duda, la miseria mayor. Las momias amortajadas representan lo que nos hace humanos por tenerlo siempre presente, la Auto Conciencia de Muerte.

LA MULTITEMPORALIDAD DEL MULTIVERSO
En las Momias Fattorello no debiera haber épocas definidas. Aunque haya trajes o accesorios representativos, en la escena completa no deben tener una correlación específica. Varias épocas mezcladas recrearán una época novedosa, fantástica, diversa. Cualquier parte en cualquier momento. Toda la historia y el futuro tienen derecho a estar contenidos en cada sketch. Un tiempo especial. El tiempo humano. Las momias pretenden representar a «la especie» en el multiverso (universos paralelos que contienen la totalidad del espacio y tiempo). Esto requiere una multitemporalidad que represente lo que creemos sea la nueva etapa histórica de la humanidad, la de la «historia continua», donde el pasado, el futuro y el presente conviven con una particular armonía. En fin, una historia que rompe la barrera espacio – tiempo y que no tiene compromiso alguno con la contigüidad.

Momias Fattorello © Mario Fattorello 2018


MENSAJE SOBRESALIENTE
Las momias pretenden crear un espacio en blanco donde sobresalga lo que se quiere transmitir. Una purificación del mensaje, con un lenguaje universal, donde las gesticulaciones y los rasgos acentuados por encima de las vendas (con máscaras y accesorios), sean los que realmente transmiten. Las momias, al igual que la animación, tienen mayor libertad, se toman el permiso de ir más allá de las limitaciones del cuerpo, de la ciencia, de la época, de los prejuicios.
Resultará inevitable que este proyecto explore sensaciones al límite, fuertes, grotescas, esperpénticas. La exageración será un recurso necesario para transmitir sensaciones al no contar con los rasgos naturales de los ojos, las cejas, las líneas de expresión, las lágrimas o las sonrisas.

Momias Fattorello © Mario Fattorello 2018


LA IDENTIFICACIÓN
La identificación es el mecanismo principal de la relación espectador-actor. Es difícil que una mujer se identifique con Arnold Schwarzenegger o que un niño lo haga con un anciano. El cuerpo oculto del actor favorece la identificación sin discriminación, sin tener que esforzarse para reubicar, en el papel actual de ama de casa, a la actriz que hizo de guerrera hace años en una película y luego de pacifista en una serie. Las momias sólo ofrecen actuación, no se ofrecen a sí mismas. Con nuestras momias quisiéramos favorecer que la identificación sea con la trama y no con quien actúa.

INMORTALIDAD MOMENTÁNEA
La actual generalización del uso de la fotografía y el vídeo está muy lejos de ser debida a una fascinación colectiva por el arte fotográfico. Más que una elección es una necesidad: la necesidad de utilizar, como paliativo al desesperante paso del tiempo y su consecuente efecto en el cuerpo, al único recurso a la mano para imaginar la inmortalidad. La inmortalización de una imagen alivia momentáneamente, porque de eso se ha tratado la vida humana, de alcanzar inmortalidades momentáneas. Nuestras momias tratan de marcar una diferencia, desde la crueldad misma de la realidad, el vendaje significa la muerte que llevamos encima. Así las vendas pasan a ser canales de conexión real entre la ficción y la realidad. Personajes reales son personajes mortales. Pero la función del arte persiste, la meta de producir alivio persiste. Sólo cambia el método. Sin proponer inmortalidades efímeras, sino recordatorios de que nuestra mortalidad, siendo parte de nosotros nos hace lo que somos. El hombre se hace a golpes. De tanto sabernos mortales debiéramos hacer callo y ser más tolerantes a la verdad.

TECNOLOGÍA CON PINZAS
La tecnología dedicada a las imágenes se ha enfrascado tanto en los efectos especiales que ha llegado a crear un «realismo de espejo» que desplaza la realidad misma sin que se note la diferencia. Esto no estaría nada mal si no ocupara egoístamente todo el espacio. El «realismo de espejo»  es tan invasor que deja rezagada a la imaginación que ya no encuentra espacio donde proyectarse. La realidad virtual es una exageración sensorial que impacta los sentidos hasta achicharrar cualquier fantasía. Aquella noción de arte como intento de transformación de la realidad, como aporte humano a lo que a simple vista aparece, está desapareciendo simplemente asfixiada ante la falta de aire propio. La “recreación” parece haber llegado a un punto donde es “creación de sí misma”. Las pinceladas del pintor pierden libertad de acción y sólo pueden calcar la línea ya trazada, línea sobre línea porque no hay espacio para el error. Las nuevas tecnologías virtuales obligan al arte a buscar nuevos caminos, pero mientras no los encuentre, los artistas se encontrarán dibujando figuras geométricas sobre papel milimetrado, línea sobre línea, en un patrón preestablecido porque el «realismo de espejo» no admite modificación. Los efectos especiales se han transformado en rayas amarillas dibujadas en el piso para indicarnos por dónde caminar. Ya lo dijimos, no hay cabida en este proyecto para un arte lineal. Las Momias Fattorello tratarán de no usar la tecnología virtual para re-crear la misma realidad, en todo caso para crear una nueva realidad diagonal a la existente. La analogía entre un efecto especial y la realidad no está contemplada dentro de nuestras expectativas. La libertad no es análoga a nada. Este manifiesto no pone reglas. A lo máximo se atreve a plantear estrategias para evitar patrones establecidos.

PUNTOS SUSPENSIVOS
Un «Primer Manifiesto» no puede tener punto final. Por lógica, un «Primer Manifiesto» debiera ser abreboca de un «Segundo Manifiesto». Pero antes, la obra debe desarrollarse para intentar tener méritos. Y, en espera del momento apropiado, cerraremos este capítulo con puntos suspensivos citando, de nuevo, a André Breton: «No ha de ser el miedo a la locura el que nos obligue a poner a media asta la bandera de la imaginación».

Momias Fattorello © Mario Fattorello 2018