miércoles, 12 de julio de 2017

CONSULTA PORTÁTIL DE PSICOLOGÍA EN EL MUNDO AL REVÉS. Sobre la lucidez en el poder, amor, sexo y mentiras.

Mario Fattorello © 2017

EL MUNDO AL REVÉS DE LA LUCIDEZ
Reconozco que uno de mis pasatiempos preferidos es meterme en la mente a ver con qué me consigo. Entrar a la lucidez mental es como atravesar un espejo, comparado con el afuera, lo de adentro es un reflejo, al revés.
Lo de afuera se ve diferente desde adentro. Lo lúcido que sale del interior se oscurece al mezclarse con los demás, y es que, para evitar conflictos, se adapta y se transforma, casi siempre, hasta que deja de ser una verdad. Por ello, la historia real es tan diferente al cuento general.
En la lucidez interna, un simple vaso de agua por la mitad, es un misterio. No está medio lleno ni medio vacío. En la lucidez mental no existen polos opuestos ni extremos. A la lucidez le importa un carajo si el vaso es grande o pequeño, si está lleno o a medio llenar, sólo le importa la relación entre la cantidad de agua y la sed a saciar. Así de relativos son los reveses del lúcido mundo interno mental.

EL PODER AL REVÉS
En el mundo externo el poder es algo sencillo y fácil de entender: un asunto de amos y esclavos. Y dependiendo del lado que se esté, es fácil saber la posición que hay que tomar: si se es amo hay que mandar y si se es esclavo hay que obedecer.
Pero en la lucidez la cosa está dada vuelta porque no existe el poder ni la fortaleza. En la lucidez sólo existe, en mayor o menor grado, la debilidad. Y no es el amo quien hace al esclavo, sino el esclavo quien permite que otro esclavo se vuelva su amo. No es el fuerte quien domina al débil, sino el débil quien permite a otro débil ponerle el pie en la cabeza. En la realidad interna mental está claro que el poder es una ilusión, está claro que si el poderoso desaparece el débil queda, pero, si el débil desaparece ¿quién y de quien sería el amo? En la lucidez no existe la fantasía de superioridad.

EL REVERSO DEL AMOR Y EL SEXO 
Un paisaje lúcido especial es, el reverso interior del amor y lo sexual. En el mundo externo parece consabido que el amor vale más que la sexualidad. Que sexo hay dondequiera y el amor no es para  cualquiera.  Que si uno de los dos, en una caja fuerte hubiera que resguardar, nadie dudaría en elegir el amor por su mayor valor. Y lo interesante en este caso es que en el mundo de los reveses mentales, en la realidad absoluta interna es exactamente así, el amor es el valor por excelencia mientras que el sexo sólo es deseo de saciar una carencia.
Entonces, ustedes se preguntarán ¿acaso en este caso, la lucidez interna al revés no está?
Pues resulta que sí lo está, porque en el mundo externo las creencias humanas suelen decir una cosa y hacer otra. Si bien en la cotidianidad dícese que el amor se lo considera más que al sexo, mujeres y hombres que pavonean su portento sexual, con labios, nalgas, pechos, bíceps y tríceps inflados a reventar, lloran a moco tendido por no ser correspondidos al amar «¿Por qué me dejó, si tanto me esmero en su deseo saciar?». Se preguntan convencidos de que la vida le ha sido injusta, y las lágrimas le impiden ver la cruda realidad de que vendiendo sexo, amor no le van a comprar.
Y es aquí donde las cosas se ponen al revés. Porque a pesar de que el imaginario colectivo jura valorar más el afecto que el sexo, la mayoría espera de lo sexual una retribución fenomenal, como si con buen sexo el amor se diera por descontado, como si fuera un asunto de mesoneros, que después de servir una buena comida, dan por garantizada la propina. En la realidad del revés mental está claro que amarse no es una propina por acostarse.

REVESES Y MÁS REVESES / NO TE CREAS TODO LO QUE CREES
En fin, al recorrer los caminos del mundo interno mental, los caminos de la cruda lucidez, son muchos los parajes desgarradores que muestran la realidad al revés de como nuestros ojos la ven. Un ejemplo es el amor familiar que en el mundo externo es visto como algo incondicional; pero en la realidad interna mental, como cualquier otro amor es un derecho y debe ganarse igual.
O la felicidad, que en el mundo externo es vista como una meta que hay que alcanzar por ser el sentido de la vida. Mientras que en la lucidez mental es un punto de partida para tener ganas de alcanzar metas aunque la vida no tenga sentido.
En la realidad externa todos tratan de valer más que alguien más. En la lucidez del revés mental el verdadero «valor» tanto de «valía» como de «valentía» es el valor de reconocer que no valemos gran cosa. Y es el desasosiego consecuente a esa conciencia lo que nos impulsa a tratar de cambiar la realidad y nuestros intentos por lograrlo han creado lo que llamamos «humanidad».

PARAFRASEANDO REVESES
Y qué decir de las frases fáciles. «Hay que vivir cada día como si fuera el último», dice una. En el mundo de afuera esta frase tendrá algún significado romántico, y quien la dice tal vez imagine que en las 24 horas antes de morir se dedicará a mirar el amanecer hasta el atardecer, el color de las flores, las abejas y cosas por el estilo. Pero aquí adentro está claro que la muerte no tiene nada de romántico, que el final asusta, que vivir como si fuera el último día sería una tortura, desesperante, atroz. En la lucidez mental está claro que el último día no se lo puede dedicar a amar a los demás, porque antes del final sólo existe el egoísmo del dolor y el miedo, nadie quiere pensar en los otros cuando le duele una muela, menos todavía cuando sabe que no le dolerá nunca más. No se puede amar a quien se queda cuando uno se va en contra de su voluntad.
Y son muchas las frases que se materializan entre los escenarios baratos del teatro burlesco de afuera, como las de los conformistas que sentencian «más vale pájaro en mano que cien volando», frase que afuera consuela al amilanado, pero que en la mente lúcida está al revés y define la resignación del fracasado. Y así la realidad externa se mantiene a fuerza de frases de pacotilla «más vale malo conocido que bueno por conocer», o «la felicidad es una actitud», o «no hay mal que por bien no venga», sentencias todas altisonantes y erguidas, que ante la lucidez, quedan patas arriba. En definitiva, en la lucidez las palabras tienen un significado propio cada vez. En el mundo de afuera, las palabras significan lo que cada quien quiera.

EL PROPIO REVÉS
Pero el paisaje más lúcido y terrorífico del mundo mental al revés es aquel en el que reconocemos nuestras huellas. El terreno de lo propio, la propia trayectoria, la significación de uno mismo.
El mío, está lleno de letras, letras que componen palabras, palabras que intentan frases, y todo ello al revés, ilegible, a menos que se use un espejo; pero en el mundo al revés no hay espejos. Aun así, sin poder leer mi propio escrito, sin diccionario que me ayude a descifrarlo, puedo intuir el revés de mi mensaje vital: «si en el mundo de afuera escribes sobre tu vida, en el mundo de adentro tu vida es lo que escribes».
En el mundo del revés interno se es consciente que no existen historias para escribir. Al contrario, se sabe a cabalidad que las historias sólo existen después de ser escritas. En los vericuetos patas arriba del cerebro está claro que lo que llaman «destino» allí afuera, son las frases que logremos escribir aquí adentro.


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