RELAX ENERVANTE: ¿Tienen presente a esas personas que cuando vamos tarde, con posibilidad de perder mucho y todo apunta a que la situación se complicará enormemente, te ponen una mano en el hombro y con voz de haberse tragado 30 mg. de Bromazepam te aconsejan «tranquilízate, relájate»? Pues esas personas son las que no pagan la cuenta. (Mario Fattorello, «Psicopatología de los callejones sin salida»).
RELAX DE MUERTOS: Para los humanos «vivir» no es respirar, es tener voluntad. Perder la libre voluntad es estar muerto con respiración.
Por ello no dejan de resultarme sospechosos los talleres y retiros de relajación que ciertos gurús de una supuesta «psicología laboral de cuatro pelos» venden a las empresas para mejoramiento del personal. Cada vez que me cuentan de uno de esos eventos, me acuerdo las historias de cómo usaban la marihuana y otras drogas para «relajar» a los soldados en Vietnam, para que enfrentaran la muerte con «alucinada naturalidad». Estas ideas no me permiten dejar de sospechar que en esos «talleres relajados» algo está mal ¿Psicología al servicio de producir más? Me huele más bien a técnicas de esclavización disfrazadas. (Mario Fattorello, «Psicopatología de los callejones sin salida»).
RELAJACIÓN O MUERTE (COME BRÓCOLIS Y SERÁS INMORTAL): Una vez asistí a un taller de relajación en Buenos Aires y la instructora, después de acostarnos en la alfombra, pidió que extendiéramos los brazos, aflojáramos el cuerpo y nos imagináramos ser un árbol al que la suave brisa movía las hojas mientras pasaba entre las ramas. Yo me senté de golpe y en pánico «¡Un vegetal! ¿Quiere que imagine ser mi abuelo en coma? No puedo. No y ¡no! Pídame que imagine ser cualquier otra cosa pero no un Ciprés que me recuerda el cementerio». La instructora me imprecó que debía acoplarme al grupo: o era un árbol o me retiraba. Yo me retiré. Luego, en el café de la esquina, comiéndome una ensalada (una ensalada de vegetales muy relajados, tan relajados que el tomate y la lechuga parecían estar muertos), no podía dejar de pensar en los campos de concentración nazi y en la película «La vida es bella». (Mario Fattorello, «Psicopatología de los callejones sin salida»).
RELAX ABURRIDO: Hay muchas cosas que no tengo claras, pero de algunas estoy muy seguro, como que el aburrimiento es la plaga del siglo XXI. Por razones que no vale la pena ventilar aquí, el aburrimiento está haciendo estragos. Hoy leí en un periódico que una de las características más peligrosas que le atribuyen a Donald Trump es su tendencia al aburrimiento, lo que hace temer que, en una de esas, para entretenerse, presione el botón rojo que explosiona al mundo (ya esto se viene temiendo, desde hace un tiempo, de su homólogo de Corea del Norte). Lo cierto es que no creo que el relax sirva para evitar los desastres anunciados para el siglo XXI. No me imagino que tras recibir sesiones de relajamiento Trump salga convertido en un hippie con el pelo greñudo, repartiendo flores y hablando de amor y paz. Al contrario, me lo imagino levantándose fastidiado a los minutos de empezada la sesión y, tras una sacudida de la melena laqueada, apreta (con saña) el dichoso botón rojo. En fin, dudo mucho que la batalla contra la plaga del aburrimiento del siglo XXI se pueda librar con sesiones de relax. (Mario Fattorello, «Psicopatología de los callejones sin salida»).
RELAX ANTINATURAL: ¿La concentración es relajada? Que yo sepa es un esfuerzo para estar atento, evitar la distracción y reflexionar sobre lo que estemos haciendo. ¿La contemplación es relajada? Más bien pareciera un intercambio dinámico entre el contemplador y lo contemplado. De otra manera sería estar «lelo, ido, ausente» con la mente vacía. ¿Hablar con calma es relajado? A mí me parece que es el resultado de «pensar antes de hablar» lo que implica un gasto de energía significativo ¿El arte es relajado? ¿El deporte es relajado? ¿Leer es relajado? ¿Amar es relajado? En fin, lo contrario de estar relajado no es estar estresado, es vivir. (Mario Fattorello, «Psicopatología de los callejones sin salida»).
RELAX DE CHARLATANES: De verdad que mientras más lo pienso, más me convenzo de que los «gurús» que proponen a la relajación como la solución a todos los males de la dinámica vida humana actual, son unos charlatanes que proponen como correcto lo contrario de lo habitual, o sea, la trillada y antigua estrategia de hacer creer que lo difícil, por difícil, es bueno. De ejemplos está llena la historia, la antroposofía en los años 60 proponía que si uno se paraba por una hora sobre la cabeza, se curaría en cuerpo y alma; así como algunos europeos del Este creen lograr lo mismo saliendo desnudos del sauna de vapor a revolcarse en la nieve. Supongo que en alguna parte, alguno de estos «gurús» debe asegurar que la forma más saludable de comer es usar tenedor y cuchillo con los pies. Por otro lado, la observación me indica que el que se relaja pierde y, tal vez, esto sea lo que quieren aquellos que promueven la relajación a los otros: que le dejen cancha libre a ellos. (Mario Fattorello, «Psicopatología de los callejones sin salida»).
FLOJERA "SOBREVALUADA": Aceptémoslo. La relajación, como terapia, está sobrevaluada. No hay cátedra alguna, de facultad de psicología alguna, que proponga la relajación como característica psíquica, ni como herramienta terapéutica, ni como nada. Relajarse es bueno para dormir. Relajarse es bueno para flotar y hacerse el muerto en la piscina. Pero de allí a que sea técnica terapéutica para algo, es absurdo. Tan absurdo como que los odontólogos te pidan que te relajes antes de taladrarte la boca, o que le hubieran pedido al Dalai Lama (budista relajado), que se relajara antes de huir a la India para que no le asesinaran los chinos ¡Camarón que se relaja se lo come el róbalo! Le duela a quien le duela: psicólogo que ofrezca técnicas de relajación a sus pacientes es un fraude. Si quieren dedicarse a la relajación, dedíquense a la relojería y traten de que las agujas del reloj vayan más despacio, entones, tal vez, vaya a la piscina a flotar un rato. (Mario Fattorello, “Psicopatología de los callejones sin salida).
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