domingo, 16 de junio de 2019

LA VERDAD Y LA MENTIRA


Momias Fattorello 2019

¿QUÉ ES LA VERDAD?
No se me ocurre una manera de investigar la verdad que no empiece con diferenciarla de la realidad. Una roca posee una realidad. Pero, por más que idealicemos a los minerales, una roca no posee una verdad. La realidad es intrínseca a las cosas. La verdad es una iniciativa humana. En sí misma la verdad es una “palabra vacía de concepto”. Pero ése vacío es (a todas luces), intencional, de lo contrario no existiría una palabra que lo representa al tiempo que se usa con la intención de esconder la identidad de lo representado, su concepto. Así, la verdad se nos muestra como una estrategia razonada de esconder un concepto. La verdad se nos presenta, en principio, como una palabra que esconde una noción y que tanto la palabra como la noción escondida son creadas intencionalmente por la razón humana.

Momias Fattorello 2019

¿DÓNDE ESTÁ LA VERDAD?
Si la verdad es una consecuencia de nuestra racionalidad, y la misma racionalidad trata de mantenerla al margen, la verdad aparece como algo descubierto sin querer y que, por incomodar, tratamos de volver a cubrir. Una noción a la que la razón llegó sin intención de llegar a ella y después de conocerla quiso esconderla. Algunos versos populares parecen infiltrar este aprieto, «la verdad duele», suele sentenciar la gente. Y debe haber dolido cuando se decidió esconderla; pero algo queda claro, para que todo esto pase, la verdad debe haber sido descubierta y en consecuencia, no buscamos la verdad, hace tiempo que la encontramos y desde entonces evitamos verla.
Si la verdad es desagradable y la razón ha tratado de ocultarla después de haberla descubierto, las huellas o síntomas de su fugaz revelación debieran poder llevarnos a la verdad oculta. De la misma manera que en semiología los síntomas funcionan como una vía para llegar a la patología, las consecuencias de la verdad debieran poder remontarnos a ella. Aun sin conocer la verdad, sentimos, intuimos, creemos que ésta nos afecta ¿Cómo nos afecta la verdad? Nuestra intención de evitarla nos mete en la pista, serán «síntomas de la verdad» todo aquello que tienda a ocultarla voluntariamente ¿Cómo se oculta ex profeso a la verdad? Esta pregunta tiene una respuesta contundente: con mentiras.

Momias Fattorello 2019

LA VERDAD ES: LA GENERADORA DE MENTIRAS
Aún sin conocer la verdad, conocemos las mentiras que de ella derivan. Una mentira no tiene sentido si no oculta una verdad. Así que, en principio, la verdad es quien le da sentido a la mentira, la construye. A partir de algo que se quiere ocultar se levanta el camuflaje de mentira. Sin verdad no hay mentira. En consecuencia, la verdad es la generadora de las mentiras. El imaginario colectivo acepta la idea de que una mentira no se acaba en sí misma, una mentira conlleva a otras mentiras y en este orden de ideas es muy probable que todas las mentiras que existan nos lleven a la misma verdad. Y si todos los caminos nos conducen a una verdad última, la verdad sería única. La gran generadora de mentiras. Y así esta “verdad” tendría carácter fundacional.
Por otro lado es difícil imaginar que pueda haber existido por mucho tiempo la razón sin crear su primera mentira. Éste hecho puede ser demostrable al estudiar la evolución de la razón en los niños pequeños. Apenas pueden, los niños comienzan a mentir. Es probable que la capacidad de mentir preexista a la necesidad de hacerlo. El niño pequeño comienza a mentir por broma, para obtener el beneficio secundario de la risa (a esto le llamamos mentiras inocentes, porque todavía no esconden una verdad). Las “mentiras con intención” y las “mentiras necesarias” aparecen después de que el niño conoce las leyes. Las primeras mentiras intencionales aparecen para evadir el peso del castigo. Pero aún allí las mentiras no son necesarias sólo intencionales (traviesas o manipuladoras). Las mentiras necesarias aparecen después, más allá de los 10 años de edad. Cuando se comienza a mentir sobre el propio valor, mentiras relacionadas con la autoestima. Lo necesario es inexorable. Y aquí debiéramos preguntarnos ¿qué comienza a ser inexorable en el razonamiento humano después de los 10 años de edad? La respuesta la obtenemos de nuestros otros estudios evolutivos: a los 10 años de edad el razonamiento alcanza la Auto Conciencia de Muerte. La Auto Conciencia de Muerte (ACM) aparece como la generadora de la autoestima. La autoestima se presenta como el conjunto de valores que le dan sentido a la existencia después de perder el sentido biológico que rige el resto de la vida en el planeta. El sentido biológico consiste en cumplir las funciones necesarias para cada órgano del sistema en pro del funcionamiento mismo. La ACM transforma al sentido biológico en una paradoja: “funcionar para dejar de funcionar”. Ante esto aparece la autoestima para dar importancia a lo que ha perdido toda razón de existir y, dando valor a las pertenencias, por contagio, el dueño de las pertenencias adquiere valor. Pero, ¿Qué es el valor? El valor es un grado de importancia atribuido a algo. Pero esa importancia le es atribuida a la cosa, no le es inmanente a la cosa misma. Esa importancia es inventada y su invención es ilusoria. Ese valor es una mentira que viene a tapar la falta de valor ocasionada por la ACM. Entonces, la Auto Conciencia de Muerte se nos propone como el concepto absoluto que hace necesaria la palabra vacía de concepto “verdad” para ocultarla y que origina todas las mentiras. Las mentiras necesarias están a otro nivel: son mentiras creativas. Mentiras que vienen a crear lo necesario para soslayar la insoportable Auto Conciencia de Muerte. Las mentiras creadoras crean «valores». Llenar de valor el mundo externo y contagiarnos de ese valor intenta llenar el vacío que deja la pérdida del sentido biológico de la vida, con el sentido axiológico de vivir. La verdad absoluta es el «primer motor inmóvil» de todas las mentiras necesarias que componen la axiología que hace «vivible» la vida del ser que se sabe mortal. Y es obvia la razón por la que comparo la verdad absoluta con el antiguo concepto de «primer motor inmóvil aristotélico» ya que por más mentiras que acrecienten la axiología humana, la verdad fundamental, no se mueve, no cambia: la muerte sigue siendo mortal.
Aceptar la verdad es aceptar que hay que mentir para vivir. La verdad es sólo una palabra que oculta algo y por ello aceptamos que la verdad esté oculta. Al aceptarlo, reconocemos que hay que mentir para poder vivir y la mentira debe tapar la verdad. La verdad es una palabra que oculta un significado que debe permanecer oculto. La vida es eficiente cuando oculta la verdad y la hace, por ende, verdad. Porque la verdad, es verdad, mientras esté oculta, o sea, mientras genere mentiras. En el momento en que la verdad deja de estar oculta se transforma y se concreta en fatalidad.

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Y, AL FINAL, OTRA PALABRA VACÍA DE CONCEPTO: LA FELICIDAD
Felicidad es una palabra vacía de concepto que viene a tapar un concepto que en sí mismo molestaría: inmortalidad (mencionar la inmortalidad activa, por contraste, el concepto de ACM). En un principio la palabra felicidad debiera referirse a las ganas de vivir, cuando somos supuestamente felices tenemos ganas de hacer muchas cosas y cuando somos supuestamente infelices perdemos las ganas de vivir. El choque con la Auto Conciencia de Muerte nos quita las ganas de vivir. La felicidad es una una palabra vacía de concepto, o sea, una mentira a medias que esconde un concepto pero deja pistas. Una mentira que te alerta que es mentira. La palabra vacía de concepto “felicidad” nos alerta que su significado no está especificado en el fonema y que se encuentra oculto en otra parte, en la interpretación. La felicidad, en tanto ganas de vivir, debe ser contraste de la Autoconciencia de Muerte. Por contraste la felicidad es un “momento de inmortalidad”. Ser feliz es “no tener en cuenta el ACM por un rato”. Entonces, siendo la felicidad un camuflaje del concepto de inmortalidad, es lógico que la felicidad, engañosamente, se nos presente como un punto de llegada más que un punto de partida. El ser humano solamente piensa la muerte en futuro. No se puede pensar la propia muerte en pasado. Así que la muerte siempre está por delante en el tiempo. Por ello la felicidad (la inmortalidad momentánea que representa), es vista como punto de llegada y no como punto de partida. Si entendemos la felicidad como ganas de vivir entendemos que es un punto de partida para seguir viviendo. Pero si entramos dentro del concepto de felicidad como inmortalidad, inevitablemente tenemos que verla en el futuro como punto de llegada. Un futuro con promesa de felicidad (inmortalidad) permite seguir adelante sin temor al final. La verdad nos espera allí donde siempre ha estado. Al final sólo hay verdad. La fatalidad nunca la conoceremos.

Momias Fattorello 2019