LA ESCLAVITUD DEL SIGLO XXI


Mario Fattorello © sobre la esclavitud

ACEPTEMOS MIRARNOS AL ESPEJO: Los esclavos actuales hemos sido domesticados. Nos adormecieron casi toda la rebeldía, pero la «ley antimonopolio» obligó a dejarnos una pequeña porción de rebelión, la necesaria para cambiar de amo de vez en cuando y poder pasar de IPod a Samsung... (Mario Fattorello, «Psicopatología de los callejones sin salida»)

Mario Fattorello © sobre la esclavitud

ESCLAVITUD GLOBALIZADA (OTRA CRUEL MIRADA AL ESPEJO): La esclavitud moderna no ha cambiado para el esclavo que sigue trabajando para el amo. Pero es diferente para el amo, que esclaviza de incógnito, sin que los esclavos le reconozcan como persona y mucho menos como amo. Con esto el amo se liberó de la antigua necesidad de alimentar y dar cobijo a sus esclavos. La relación amo-esclavo moderna se ha simplificado: el primero teje redes, el segundo se deja atrapar por ellas. (Mario Fattorello, «Psicopatología de los callejones sin salida»)

Mario Fattorello © sobre la esclavitud

APRETAR EL CINTURÓN (ROJO): Increíble pero cierto: en el 2017 todavía la incapacidad gubernamental se mide por los agujeros hacia atrás en el cinturón del pueblo. Para muestra un botón: Venezuela. Tras 17 años, los políticos le piden paciencia obligada al pueblo, mientras que en 17 años se estudia toda la primaria, la secundaria, la carrera universitaria y un posgrado, los políticos venezolanos patalean, gritan y lloriquean cual niñitas malcriadas culpando al “imperio” de que los “miró feo” y esperan que el pueblo se apiade de ellos y ¡los defienda! Definitivo: para que un sádico esté contento, debe juntarse con un masoquista.

Mario Fattorello © sobre la esclavitud

ESCLAVO EN JEFE: El “Establishment” es el hermano menor del “Sistema”, pero no por ello menos influyente. Somos educados para aceptar cualquier cosa bajo ciertas condiciones. Que los humanos podemos ser esclavizados a cambio de una ínfima cuota de poder, es una propiedad que conocen los políticos que se perpetúan en el gobierno. Pero también es la verdad que (muchas veces inconscientemente), afecta a esposos y esposas; padres y madres, maestras y profesores; contactos del celular que se molestan si no respondemos, entre muchos otros… (Mario Fattorello, “Psicopatología de los callejones sin salida”).

Mario Fattorello © sobre la esclavitud

FEO COMO UN PIOJO: Ser feo como un piojo me da la ventaja de poder mirar (en asuntos de belleza física), los toros desde la barrera. Y, teniendo en cuenta que el día sólo tiene 8 horas (restando las 8 dormidas y las 8 trabajadas), suelo embelesarme ante la compleja cotidianidad de quienes sufren la responsabilidad de ser bellos. Gimnasio, dietas, masajes, trote, inyecciones, depilaciones, peluquerías, cirugías, recuperaciones de las cirugías, consultas médicas y de nutrición, etc., y todo eso de buen humor porque según las normas, no hay nada más bello que la sonrisa. Todo ese tiempo invertido para verse bien «para los demás» (porque quien diga que se esmera en verse bien para sí mismo es un gran tonto, un gran mentiroso o un gran onanista), todo ese tiempo debe caber en las 8 horas donde además debe cosechar los frutos de su belleza (invitaciones, reuniones, recoger miradas lujuriosas al caminar por centros comerciales…), sumado a las tareas cotidianas de cada quien (cepillarse, ducharse, cocinar, pagar las cuentas, regar el jardín, leer un libro…), todo eso, en 8 horas. Cada vez que me quedo embelesado mirando el complejo mundo de lo bello, saco y saco cuentas y los números no me dan. Entonces llego siempre a la misma conclusión metafísica: «la belleza estira el tiempo». (Mario Fattorello, «Psicopatología de los callejones sin salida»).

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SOBRE LA VIEJA «CABAÑA DEL TÍO TOM» HOY SE ERIGE «LA TORRE TRUMP»: Solemos utilizar a los centros comerciales como «agencias de esclavización». Hacemos cola frente a ellos para esclavizarnos y en ciertas épocas la demanda de esclavitud crece tanto que hasta pernoctamos en los estacionamientos para garantizarnos la acreditación, a estos aglomerados espontáneos le llamamos: Black Friday. (Mario Fattorello, «Psicopatología de los callejones sin salida»).

Mario Fattorello © sobre la esclavitud

EVOLUCIÓN DE LA RELACIÓN AMO-ESCLAVO: 
EN EL PASADO, «amo» era quien se adueñaba «por la fuerza» de la voluntad de otro. Esclavo era quien perdía «a la fuerza» la propia voluntad ante el amo. El amo «necesitaba» del esclavo. El esclavo «odiaba» al amo.
EN EL PRESENTE, amo es quien se adueña «por seducción» de la voluntad de otro. Esclavo es quien pierde «intencionalmente» la propia voluntad ante el amo. El amo jactándose de sus riquezas y poder «refriega su autonomía» en la cara del esclavo. El esclavo, por no saberse esclavo, «admira» al amo todopoderoso y alberga la esperanza de hacerse un selfie con él.(Mario Fattorello, «Psicopatología de los callejones sin salida»).

Mario Fattorello © sobre la esclavitud

ESCLAVITUD, TEMA INCÓMODO PARA TODOS: Un aspecto en lo que no ha cambiado la esclavitud a través del tiempo es que la mayoría de los seres libres han sido y son: esclavistas ¿Creen que exagero? Pensemos en la relación amo-esclavo fuera del contexto típico del trabajo forzado. Pensémosla en las relaciones de pareja donde el machista es libre porque esclaviza a su mujer; o en las religiones donde los hombres tienen la libertad de tener un harem y las mujeres deben llevar la cara tapada; o en el mundo de las drogas…. ¡Vamos!, la relación amo-esclavo es parte de lo que llamamos humanidad y, de no reconocerla, seríamos cómplices (como esclavos o como esclavistas). (Mario Fattorello, «Psicopatología de los callejones sin salida»).

Mario Fattorello © sobre la esclavitud

ESCLAVITUD DE HORMIGAS: La dialéctica amo-esclavo del siglo XXI deriva de dos reflexiones y una acción. En la primera reflexión el amo comprendió que el esclavo refunfuñaba porque hacía lo que hacía obligado. En la segunda reflexión el amo comprendió que la diferencia principal entre una obligación y un deseo era que el deseo producía placer al consumarse. Entonces, el amo actuó y le puso azúcar al fast food (y así, el esclavo glotón perdió todo beneficio de la dialéctica hegeliana). (Mario Fattorello, «Psicopatología de los callejones sin salida»).

Mario Fattorello © sobre la esclavitud

TEST: La antípoda de la esclavitud es tener tiempo libre. El tiempo libre es tiempo sin compromisos, tiempo para los propios deseos, tiempo en el que manda lo que nos venga en gana.
Luego…, suena el celular y, al responder, se acabó. La libertad es aniquilada por la voluntad de quien llamó…. Andar con el celular en la mano es someter la propia voluntad a la voluntad de los otros. Claro está que pudiera replicarse que también se somete al otro con nuestro propio celular y que ser esclavo es aceptable por la morbosa compensación de poder esclavizar a alguien más. Algo así como el psicópata pistolero que, al verse acorralado por la policía, se enfrenta a tiros con la fatua complacencia de llevarse consigo unos cuantos polis al cementerio. En fin, este test se resume en una sola pregunta: «¿Cuánto tiempo pasa usted con el celular apagado?». La respuesta será equivalente al tiempo que pasa en libertad.
Pero, llegados a este punto, es de rigor preguntarnos ¿A quién le gustan los esclavos? La respuesta es obvia: a los esclavistas. Entonces, quien reclama al otro por tener el celular apagado es un esclavista que considera que al otro le complace ser su esclavo. Y quien no apaga el celular es un esclavo al que debe gustar que otro le esclavice. Y aquí caemos en otro terreno: el del sadomasoquismo comunicacional… (Mario Fattorello, «Psicopatología de los callejones sin salida»).

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