EL
SENTIDO DE LA DEMORA
Este
obituario era una cuenta por cobrar, o, tal vez, por pagar, no sé. Lo cierto es
que siete meses más tarde saldo la cuenta que tal vez se había traspapelado a
propósito para comprobar que Bowie se mantiene y lo escrito sentido tiene. A
nadie debe gustar escribir obituarios, pero éste es de un amargo particular…, vivificante.
Siete meses después y para siempre, Bowie…
MUERTE
Y RESURRECCIÓN DE BOWIE - LÁZARO
Me enteré de la muerte de David Bowie
unas 10 horas después de que sucediera. Me afectó. La muerte siempre
afecta. Nuestro mundo no es un planeta, nuestro mundo es aquello que hemos
conocido, nuestro imaginario personal. Y la muerte es un enemigo al acecho dispuesto
a ganar terreno expropiándonos un trozo de él. El valor de cada pieza del mundo
personal es tan inestable que es imposible predecir la valía específica que
tenga en un momento dado, o sea, hay un principio de incertidumbre de Heisenberg
sobre nuestra autoestima.
La muerte ya se apoderó de varias
parcelas de mi mundo personal y cada expropiación me ha afectado, no me sorprende
que unas duelan más que otras, pero sí que el dolor no sea proporcional a lo
que había esperado. Han pasado casi tres años desde la muerte de Lou Reed, y
todavía no me la creo. Alguien que dedicó su vida a la poesía extrema, a
encarnar los límites, parecía de otra dimensión, uno de esos entes de los que
se puede pensar que están más allá de la vulgar muerte, pertenecientes a la
inmortalidad de los minerales. Creo que de eso se trata el imaginario personal,
la posibilidad de creer que haya algo que pueda ser inmortal.
Al enterarme de la muerte de Bowie sentí que
se desprendía un trozo de papel de mi cartografía personal. Un obituario penoso
en la bitácora del único viaje. Los iconos funcionan como señales en el mapa
que alivian la ruta del navegante. Señales, puntos cardinales, sextantes,
herramientas para marear. Y ahora el mapa tenía otra dirección perdida.
Pero, en esta oportunidad, unas horas más
tarde, el agujero volvería a llenarse. Como un Lázaro que vuelve de la muerte,
cuando en YouTube vi los vídeos que Bowie preparó como epitafio durante los
últimos días de lucha contra la enfermedad. Con sus últimas interpretaciones
parece haber querido enmendar la desorientación que pudiera haber causado su
muerte a todos aquellos que le habían dado un lugar en su mapa personal. A su
manera le dio la última vuelta de tuerca a su compromiso con la inmortalidad.
Valiente, digno, un verdadero icono con el que se puede contar aún más allá del
final. Quiero pensar que hasta para quienes no le conocieron, al ver sus dos últimos
vídeos (Lazarus y Blackstar), y conocer el contexto en que los realizó,
comprenderán lo que es un verdadero compromiso con el legado. Una vida completa
de principio a fin y aún más allá.