lunes, 30 de diciembre de 2013

Ciudad Ojeda (1) Sobre la Distopía o ¿Qué es el autoestima?


Mario Fattorello
Con Godot en Ciudad Ojeda

Al atardecer, caminaba a cuatro ojos (que es la manera como deben transitarse las calles de Ciudad Ojeda: sondeando los cuatro puntos cardinales al mismo tiempo, pendiente de que un delincuente no nos salga al paso), como decía, caminaba en actitud maniática por una calle desolada de Ciudad Ojeda cuando oigo que alguien me llama: «Psss. Doc, oiga Doc…». Una sobredosis de cortisol disparó mi alerta y en segundos divisé de dónde venía la voz. Alguien metido en un recolector de basura me llamaba con la mano, tenía un sombrero de explorador y tapaboca de cono, las manos enguantadas de blanco sostenían un par de binoculares. ¡Pánico! Debía ser un asaltante y, con esa vestimenta, loco de remate.
Suspiré de alivio cuando me dijo: «soy yo Doc, Godot».
― ¡Casi me matas del susto! ¿Qué haces allí metido?
― Estoy haciendo una doble investigación, por un lado trato de entender la esencia de este pueblo analizando su basura; y por el otro lado, desde este magnífico puesto de observación, analizo el modus operandi de los asaltantes de carretera y la reacción de las víctimas. Se sorprendería de todo lo que he visto. Este pueblo es digno de estudio.
― ¿Qué puede tener de tan interesante una ciudad minera venida a menos en un país tercermundista con una mayoría de personas cuyo interés más auténtico es el de parecerse al vecino?
― Mi querido amigo, este es "el pueblo al revés" con la cola sobre los hombros y la cabeza entre las piernas.
― ¿Por qué dices eso, Godot?
― ¿No se ha dado cuenta que esta gente se la pasa hablando de política, criticando la corrupción del gobierno, sus malversaciones, incapacidades, como preocupados de que jamás llegara a lograr su objetivo?
― Si claro, el gobierno sólo habla de juicios hipotéticos y la gente repite como guacamayo. No hay tema u objetivo que no se ahogue en chácharas, y si habláramos de su incapacidad administrativa, no terminamos más.
― ¡Pues eso es pensar al revés! El problema no está en sí la revolución es capaz o incapaz, o si se tardan demasiado en alcanzar el objetivo. El problema está en que ¡el objetivo mismo es una distopía!
― ¿Distopía?
― Le he advertido muchas veces que se le está atrofiando la lengua por pasar tanto tiempo entre gente que no valora el lenguaje, gente para quien una silla, una mesa, un dressoire Luis XVI, un sillón mecedora, un sillón Chester, un diván, o un sofá, son todos "muebles". Las cosas tienen su nombre, querido amigo.
 ― Mea culpa, lo reconozco.
― Distopía es la antítesis de utopía. Los dos conceptos pertenecen a la misma categoría: son situaciones hipotéticas, estados imaginarios. Pero su sentido antitético radica en que "utopía" es el ideal de una situación deseable, mientras que "distopía" es el ideal de una situación indeseable. El objetivo de este gobierno con sus pretensiones de "socialismo agarrado por los pelos" es acabar con la propiedad privada, quitarle a cada individuo del pueblo sus pertenencias para dejárselas sólo "al cuido", mientras el estado (léase: unos pocos) es el dueño y señor de todo.
― Pero…, por ejemplo, ¿Consideras distopía el ideal de darle una vivienda a cada desposeído?
―No, no, no. Usted sigue sin entender. Facilitar al pueblo la adquisición de vivienda no es exclusividad de un gobierno socialista, es tarea de cualquier gobierno sin importar la ideología que profese. Así que, la construcción de viviendas populares no es algo distintivo de ideología política alguna, tal vez usted lo entienda mejor si se lo explico en términos de la semiología clínica. En semiología se dice que un síntoma es patognomónico cuando el mismo asegura la presencia de determinada enfermedad; así la fiebre no es un síntoma patognomónico de la amigdalitis, pero la infección de las amígdalas sí lo es. Pudiéramos decir entonces que los signos y síntomas patognomónicos de este socialismo a la machimberra son: la expropiación de empresas prósperas, de las tierras productivas, de la propiedad privada, bajo excusa (las excusas no son razones) de luchar contra el capitalismo y de que el estado como patrón funciona mejor que quien levantó los cimientos de dicha empresa. Pero favorecer la salud, la educación, la vivienda y seguridad del pueblo no es patognomónico de ningún gobierno en particular, es un derecho humano. Lo que puede considerarse propio de cada gobierno es la forma, el método en cómo hacer las cosas.
―Pero, suponiendo que lo haga bien, y que esto traiga bienestar a todos, el asunto terminaría realizando una bella utopía.
― ¿Y usted se llama a sí mismo psicólogo? ¡No ha entendido nada! ¿Utopía sin propiedad privada? La propiedad privada es esencial para la vida de los seres humanos, ¿es que no se ha dado cuenta que "propiedad privada" es el termino usado en jurisprudencia para denominar lo que en psicología se llama "autoestima"? Y supongo que usted estará de acuerdo que sin autoestima el ser humano no puede soportar la vida, a menos, claro está, que esté dispuesto a perder su condición humana misma. Sin autoestima sería inevitable caer en una melancolía que llevaría al sujeto a una degradación mortal. Dígame ¿Qué cosas componen la autoestima?
―La autoestima es aquello que el sujeto siente que le da importancia a su vida, es todo lo que el sujeto valora y da sentido a su existencia. La autoestima está compuesta de lo que la persona sabe, hace, tiene y es. Por pensar en lo que sabe y quiere saber, en lo que hizo, en lo que hace y en lo que quiere hacer; por pensar en lo que tiene y quiere tener; y en lo que es y quiere ser, por pensar en todo eso le encuentra sentido a la vida. La autoestima es lo que alguien puede llamar «suyo» (su-"yo", o sea, todo lo que sea parte del "yo" de él). Sin autoestima no hay voluntad de vivir porque a la persona le daría igual todo, lo que es lo mismo que no importarle nada.
― ¿Me entiende ahora porque digo que este pueblo piensa al revés? Porque de alguna manera tanto el gobierno como quienes lo aúpan están pensando en un objetivo distópico, indeseable, terrible para el ser humano: eliminar la autoestima. El futuro no existe querido amigo, tal vez sólo existe el pasado y fugazmente puede que exista el presente, lo cierto es que si usted en el presente destruye, en el futuro cosechará destrucción.
—Es cierto que el discurso político de este país pareciera desconocer el presente. Como un satélite destinado a no encontrarse nunca con el planeta que orbita, su discurso sataniza al pasado y propone un futuro cada vez más lejano.
—Es insulso pretender armar un sistema de pensamiento cambiándole el nombre a las cosas, cambiando los dueños, sin darse cuenta que las expropiaciones destruyen el pasado de la nación, en el pasado no se puede construir, sólo se puede construir en el presente. Los pobres se creen iluminados por haber descubierto que es más fácil apoderarse de lo que otros han hecho que hacer algo nuevo. Es lícito derrumbar edificios viejos e inseguros para sustituirlos por nuevos en el mismo terreno, pero eso sólo es válido cuando no hay más terreno y éste, amigo mío, es un país baldío.
—Lectura desafortunada de «Rebelión en la granja» de Orwell.
—Ojalá sólo fuera una lectura desafortunada, mi querido amigo. Ahora me despido porque voy a seguir estudiando la basura para tratar de entender esta cultura.
Como si estuviera en un ascensor, mi amigo Godot se fue hundiendo entre los desechos hasta que sólo quedó en la superficie su sombrero y los binoculares por los que supongo seguiría su observación del "pueblo al revés".
Continué mi caminata hasta darme cuenta que no iba a ningún lado y regresé a casa sumido en cálculos imposibles: ¿cuánto tiempo nos pasamos caminando hacia ninguna parte?

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