viernes, 6 de mayo de 2016

Consulta Portátil en el Condado de Coconino. Sobre la Gata loca o El Amor a Golpes.


Liseth y Mario Fattorello
(Corto animado en homenaje a George Herriman a más de cien años de la creación de Krazy Katz)



LA GATA LOCA
La gata loca, ama a muerte con el amor de una hembra dispuesta a dar todo por el todo, a pesar de todos los ladrillos, que su Ignacio amado le lanza por la testa.
Ya nadie se pregunta por qué la gata loca sigue enamorada del ratón que la desnuca, en el imaginario colectivo es sabido que no ama a pesar de los golpes sino porque no le duele la nuca. La gata loca no es masoquista ni alfarera, no le gustan los golpes ni los ladrillos, simplemente está ciega e Ignacio es su perro lazarillo.  Amor de albañilería, cosas de ratería.
Sin embargo, a riesgo de caer pesado, me propuse reabrir el expediente del caso que para todos esta cerrado ¿Cuál es el secreto del amor a pedradas? ¿Por qué de Ignacio la gata sigue enamorada a pesar de ser maltratada?
Al misterio conviene entrarle por su aspecto más extraordinario, Ignacio es un ratón, animal hacia el que los gatos sienten especial animadversión, y cuya única atracción debiera ser la que siente un comensal hacia un platillo a la provenzal, por lo que, no pudiéramos empezar sin habernos antes preguntado, ¿Cómo puede alguien, de su almuerzo estar enamorado?
Este fenómeno parece indicar que la gata ha dejado de ser minina, que ha perdido su esencia felina, que se ha traspapelado a sí misma para transformarse en otra cosa, ignoramos en quién y muy probablemente lo ignore ella también.
Mario y Liseth Fattorello

LA AUTOMUTILACIÓN
Solamente habiéndose mutilado de todo valor personal, se puede idealizar a alguien o algo hasta lo irracional. La idealización es consecuencia de un bajón de la propia estimación. Al sentir que no se vale nada, la premura por salvar la autoestima desesperada, obliga a buscar pronto algo importante que le cambie el semblante… y a lo primero que se cruce por el camino, como si fuera un tesoro tasará su peso en oro. El amor a primera vista no tiene ciencia, siempre es consecuencia de una carencia. Y a la gata loca se le cruzó en la vía, un ratón de alfarería.
Por cabeza dura la minina se mutiló de su estirpe felina, olvidando su instinto cazador al enamorarse de un roedor, y es este descalabro del amor propio, lo que le hace confundir el hambre con el amor, un retorcijón de estómago con la excitación, una jaqueca post ladrillazo con el fervor y la pasión, a Don Gato con un ratón.
Ignacio versión Don Gato
No menos extraña es la actitud del ratón que aun despreciando a la gata sin dignidad, no puede evitar la tentación de someterla a su voluntad, y de avivarle la esperanza nunca ha dejado, para obtener un valor agregado: una esclava. La gata loca dispuesta está a acatar del ratón todas las órdenes que le da, mientras él la usa como herramienta para alcanzar otros bienes en la cotidianidad. La gata loca de atar presta está a sus medias bordar, su ropa lavar, el mascarpone agitar y la raclette armar además de poner la mesa en su santo lugar, para que luego, cuando ya no le venga bien, el ratón le lance un adobe de arcilla a la sien, al mejor estilo amo -esclavo, del siglo cien.
Gata loca esclava
Y en su actitud de abnegada devota, la gata seguirá vaciándose como una alcancía rota. Al tiempo que, en proporción, ve cómo se aquilata el ratón, que como un banco suizo se levanta ante sus ojos hipnotizados, lavando dinero sucio por ella refregado. Y así la gata, moneda a moneda pierde sus capitales hasta quedar engatusada con su amado banquero roedor que, teniéndola hipotecada, sube de cargo en la Bolsa de Valor, ascendiendo a gerente de aquel amor.
Al final la historia rutina se volverá, el ratón a la gata cada vez más esclavizará, mientras ella le estará agradecida por verlo como un ratón altruista que le presta atención a una gata desprovista. Él seguirá tirándole adobes a la sien, y ella seguirá amándolo a fuerza de acetaminofén , y así continuará hasta que la muerte los separe o, hasta que a él le dé la gana, o, en esta coyuntura, hasta que ella deje de ser… de sí misma una caricatura… Pero…No se entusiasmen demasiado mininas.
Ignacio con autoestima de dominóTambién es cierto que sólo un ratón con la autoestima por el piso mantendría una relación con una especie odiada. Ignacio no parece haber cultivado nada que le haga la vida holgada, anda por ahí como un roedor anodino que termina más veces en la cárcel de las que mereciera cualquier político vecino. Ignacio denota una autoestima de pacotilla y a toda gata que se respete no debe dolerle como astilla que lo que a la gata no hacer se aconseja, vale para el ratón como moraleja.
Otra sería la historia si ambos personajes, antes de buscar pareja, a cultivar valores propios se hubiesen dedicado sin ambages. Así, de seguro, en una relación de intercambio de valores probados, del consorte apropiado, se habrían enamorado…




5 comentarios:

  1. Sencillamente me encanto¡ Pienso que esas relaciones de amor-odio están basadas en la codependencia y la falta de autoestima. Disfrute mucho recordar mi época de infancia, cuando veía las historietas de la gata suspirando por Ignacio... Unas cuantas gatas locas conozco¡¡

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  2. Gracias por el comentario, es un honor intervenir positivamente en la memoria de otra persona, somos lo que recordamos haber sido, a mayor memoria más ....somos. Saludos

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  4. Muy buena moraleja.. Los valores son muy importantes

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