INTRODUCCIÓN
¿POR QUÉ MOMIAS?
-En 1999,
en el museo Egipcio de Torino (segundo en importancia después del Museo Egipcio
del Cairo), me vi, de pronto, rodeado por momias. Había varias tendidas en arcas
trasparentes, otras paradas contra la pared y otras en pedazos en las vitrinas.
En aquel momento sentí que entraba a otra dimensión. Las momias dejaron de ser
objetos de exposición y yo, pasé de ser observador a ser el fenómeno del museo.
Parecía que las momias me miraban, que mi presencia fuera un deseo de ellas,
como si yo no hubiese ido al museo sino que ellas hubiesen venido a verme a mí.
Yo era su objetivo. No tuve miedo, más bien una especie de lucidez mental que
me llevó a pensar con cierta morbosidad inofensiva que las momias habían
logrado su meta de alcanzar la vida eterna y el más allá era este museo turinés
y nosotros, los visitantes, éramos sus súbditos que le rendíamos pleitesía pagando
para verlas. Esa sensación que tuve en Abril de 1999 estaba destinada a
marcarme para siempre. Las momias y su inmortalidad circense pasaron a formar
parte, en mí, de esas experiencias que determinan la forma de ser.
Años más
tarde en el Museo Nacional de Antropología en Chapultepec (México), sentí algo
parecido, pero en menor escala, ante fósiles humanos. Me pregunto cuánta gente
ha llegado a pensar durante su vida en la posibilidad de ser, en algún futuro, parte
de la exposición en un museo. Creo que se puede vivir sin eso. Sin pensarlo, me
refiero. Pero este tipo de impresiones de seguro influenciaron en esta aventura
de momias que tengo pensado recorrer por un tiempo indefinido y que quisiera
expresar en todas las manifestaciones artísticas posibles, en video,
fotografía, escultura, dibujo, stop motion, escritos y, si llegara a ser
posible, en música. La música de momias debiera ser tan abierta en sus colores
musicales que lograra evitar cualquier asociación directa con cualquier
significado. La melodía debería representar el sonido del vacío que la momia
viene a llenar. Pero, más allá de eso, debiera estar hecha de notas tan
desérticas como oceánicas. Música que no está hecha ni de aire, ni de agua, ni
tierra, ni fuego; pero que pudiera contener todo eso, una «Música de todo y todos
en uno» ¡Fantástico! ¿O más bien presuntuoso? Bueno, partamos la diferencia y
digamos ¡Optimista! ¡Qué le voy a hacer! Es mi carácter.
Las Momias Fattorello pretenden formar parte de un
sistema de pensamiento estético y, como tal, necesitan una justificación y un
programa, en fin, un «Manifiesto». Trataré entonces de armar por escrito el “Manifiesto
inaugural de las Momias Fattorello”.
MANIFIESTO DE LAS
MOMIAS FATTORELLO
AMARRADOS
Siempre he
pensado que estamos «amarrados». No prisioneros, sólo amarrados. Con cierta libertad
para movernos, de entrar o salir de algunas circunstancias, pero con una
especie de camisa de fuerza (un poco) holgada que nos da libertades a medias. Sí,
como si la libertad nunca fuera plena, como si de alguna manera y por diversas
razones, en cada circunstancia siempre hubiera límites conscientes. Sí, conscientes.
Porque límites, como tales, son materialmente inevitables; pero la libertad no
es algo biológico o geográfico, es algo que pertenece a la voluntad moral, y de
esos límites es de lo que hablo. Y un cuerpo humano ceñido por tiras de tela, una
momia apretujada, es del todo cónsono con esta visión del ser humano
aprisionado por amarres de los que está consciente. Nuestras momias están
fajadas de tal manera que entre una venda y otra se puede ver vestigios de
piel, de humanidad; pero el resto está vendado…, aprisionado, amarrado. Simbolizar
esta idea es la principal motivación a trabajar con personajes vendados.
ORIGINALIDAD DE LO DIVERSO
Creo que, antes
de todo, el arte es diversión. Di-versión. Diferente versión. Versión
diferente. Algo diverso. Lo diverso es condición de lo divertido. En nuestras
momias, la máscara rígida y el cuerpo oculto permiten toda la diversidad
posible a través de la imaginación que choca con un lienzo en blanco. Sólo los
márgenes del lienzo, la silueta antropomórfica, nos da indicio de que hablamos
desde lo humano, y aún esta certeza, a veces, puede ser dudosa por los
accesorios que alteran la forma incitando suspicacia sobre lo que pueda estar
vendado, sobre lo que pueda haber dentro de la mortaja. Lo concreto es que ocultando
las facciones personales (que después del asombro inicial aburre en su continua
falta de novedad por no poder agregar algo nuevo donde todo ya tiene su lugar),
se favorece la imaginación de lo diverso.
La
naturaleza no es divertida. El arte nace de la naturaleza pero no es
naturaleza. El arte no es un «copia y pega». En el arte no se trata de crear un
mundo paralelo idéntico, sino un mundo conectado diverso. El arte no
es una línea recta, y menos aún paralela de algo. El arte siempre es una
diagonal. Una encrucijada. Lo directo no dice nada, como una autopista que va
de un punto “A” a un punto “B”. Lo único que importa al entrar a una autopista
es, salir de ella. El arte es un lugar para detenerse, tal vez sólo un minuto. Un
minuto que valga la pena. El arte es un recordatorio de la crueldad de la
memoria, que olvida fácilmente lo común, por eso el arte debe tener algo
llamativo, ser único y humilde a la vez es su excentricidad, en fin, eso que se
llama originalidad. Nuestras momias sin rasgos distintivos anatómicos pretenden
ser siempre diversas y originales. A diferencia de un Al Pacino que puede representar
a un policía, un mafioso, un asesino, una víctima o una momia, las Momias
Fattorello pueden ser policía, mafioso, asesino o víctima, pero nunca serán Al
Pacino, y ni siquiera, una momia propiamente dicha. La persona detrás de las
vendas desaparece, su anonimato pretende hacerle único. La misma momia, en diferentes
papeles, no se repite. Cada vez es única y sin par. La momia no tiene
personalidad propia más allá del papel que representa. Los actores tienen
personajes. Los personajes tienen actores detrás. Nuestras momias pretenden ser
sólo lo representado, no tienen una doble vida, sólo una cada vez. Única y, tal
vez, original.
ESTÉTICA NO BIOLÓGICA
Otra
intención de las vendas es minimizar la frivolidad de valores estéticos superficiales.
Y decimos «superficiales» en el sentido estricto de la palabra, de superficie,
de piel. La belleza corporal ha ido usurpando u opacando otros espacios de la
estética humana, y, especialmente, la mental. Las momias, al ocultar la piel,
no tienen líneas de expresión, ni orejas, ni cejas que le roben cámara al
argumento que se vaya a tratar. Nuestra filosofía pretende manifestarse en un arte
estimulante, como motivación a pensar y, las vendas, cual lienzo en blanco,
como invitación a la libertad. No mostrar lágrimas ni sonrisas para que el
espectador las imagine a voluntad. Imposible predecir si la estrategia de las
momias logrará este efecto de libertad adicional. Tal vez no podamos evitar una
sonrisa aquí y un guiño de ojo más allá. Pero tenemos claro hacia dónde está
nuestro norte. Un norte donde resuena un eco Bretoniano: «Lo único que todavía
me exalta es la palabra libertad».
La belleza
conceptual de los seres humanos está desapareciendo desplazada por todas las
variantes imaginables del dimorfismo sexual. Pechos y labios en las mujeres.
Tatuajes sobre el bronceado o barba de dos días, con aire descuidado, pero
perfectamente delineada, en los hombres. Esperamos que la ambigüedad de las
momias, que no diferencia clases, ni sexos, ni colores de la piel, permita
resaltar las otras diferencias, las de las ideas, las del mensaje, las de la
novedad en el verbo representado por un cuerpo sin detalle, anónimo. Vendados
no somos nadie, al tiempo que podemos ser todos.
Y en
función de la coherencia, lo mismo pretendemos hacer en la escenografía.
Actualmente la belleza del planeta y su armonía suele ser simplificada en
clásicos atardeceres con palomas blancas en vuelo. Pareciera que, para algunos
(que parecen muchos), el mundo tiene una estética especial sólo al atardecer o
al amanecer, lo que tal vez contenga un mensaje indirecto de que a pleno día o
a medianoche el mundo no vale gran cosa. No pretendemos discutir esta visión de
las cosas, talvez hasta pudiéramos estar de acuerdo, pero, en el sentido de que
la estética no es aceptación, sino una intención de transformación. Lo bello y
lo feo, lo hermoso y lo grotesco no existen en sí mismos, somos nosotros quien
le otorgamos ese valor. La piedra filosofal de nuestras momias pretende dar
sentido a la vida evitando la frivolidad.
Los
escenarios en que se mueven estas momias tienen dos funciones, no distraer de
la emoción transmitida y tampoco reforzarla demasiado. Una Gestalt que marque
la diferencia con los escenarios clásicos, ¿por qué la felicidad siempre es
representada con flores, o con dientes sonrientes como acantilados que
desbordan fluor? Las flores también recuerdan los funerales y los dientes a mis
pesadillas más terroríficas: los dentistas. Hartos de atardeceres y amaneceres
como si la vida sólo tuviera inicios y finales sin trama alguna en medio,
sentimos la necesidad de evitar en lo posible las palomas blancas, los
periquitos acurrucados y los gatitos, sobre todo los gatitos, especie que me
caía bien hasta que los trasformaran en símbolos de la frivolidad. Nuestros
escenarios deben ser esos otros espacios, el espejo manchado de un baño desordenado
repleto de ropa puesta a secar, el cuarto donde se tira todo lo que no tiene
lugar en la casa, las cajas que no botamos pero tampoco usamos, las escaleras
de emergencia, lo reciclable, escenarios sin pretensiones de ser escenarios.
IGUALDAD EN LA MISERIA
Los grandes
trajes de época, las cinturas ceñidas con corsé, la elegancia, las prendas
eróticas, la joyería, la vestimenta toda y de todas las épocas es bienvenida en
el proyecto de Momias Fattorello. Pero con una pequeña diferencia que hace
grandes igualdades: el ropaje debe dejar ver las vendas. Los trozos andrajosos de
tela que sobresalen de la vestidura del obispo le dan un semblante de igualdad
con el monaguillo, el príncipe, la cortesana o el mendigo. Lo andrajoso
mantiene presente la igualdad social en su miseria. Sólo en lo miserable somos
iguales: en la debilidad, la tristeza, en el dolor, la enfermedad y la muerte;
sólo en eso, todos somos uno. Las vendas como mortaja es un
recordatorio de que somos los únicos seres vivos con conciencia de que estamos
vivos, y de que somos conscientes de ello porque tenemos conciencia de la
muerte, sin duda, la miseria mayor. Las momias amortajadas representan lo que
nos hace humanos por tenerlo siempre presente, la Auto Conciencia de Muerte.
LA MULTITEMPORALIDAD DEL MULTIVERSO
En las
Momias Fattorello no debiera haber épocas definidas. Aunque haya trajes o
accesorios representativos, en la escena completa no deben tener una
correlación específica. Varias épocas mezcladas recrearán una época novedosa, fantástica,
diversa. Cualquier parte en cualquier momento. Toda la historia y el futuro
tienen derecho a estar contenidos en cada sketch. Un tiempo especial. El tiempo
humano. Las momias pretenden representar a «la especie» en el multiverso
(universos paralelos que contienen la totalidad del espacio y tiempo). Esto
requiere una multitemporalidad que represente lo que creemos sea la nueva etapa
histórica de la humanidad, la de la «historia continua», donde el pasado, el
futuro y el presente conviven con una particular armonía. En fin, una historia
que rompe la barrera espacio – tiempo y que no tiene compromiso alguno con la
contigüidad.
MENSAJE SOBRESALIENTE
Las momias
pretenden crear un espacio en blanco donde sobresalga lo que se quiere transmitir.
Una purificación del mensaje, con un lenguaje universal, donde las
gesticulaciones y los rasgos acentuados por encima de las vendas (con máscaras
y accesorios), sean los que realmente transmiten. Las momias, al igual que la
animación, tienen mayor libertad, se toman el permiso de ir más allá de las
limitaciones del cuerpo, de la ciencia, de la época, de los prejuicios.
Resultará
inevitable que este proyecto explore sensaciones al límite, fuertes, grotescas,
esperpénticas. La exageración será un recurso necesario para transmitir
sensaciones al no contar con los rasgos naturales de los ojos, las cejas, las
líneas de expresión, las lágrimas o las sonrisas.
LA IDENTIFICACIÓN
La
identificación es el mecanismo principal de la relación espectador-actor. Es
difícil que una mujer se identifique con Arnold Schwarzenegger o que un niño lo
haga con un anciano. El cuerpo oculto del actor favorece la identificación sin
discriminación, sin tener que esforzarse para reubicar, en el papel actual de ama
de casa, a la actriz que hizo de guerrera hace años en una película y luego de
pacifista en una serie. Las momias sólo ofrecen actuación, no se ofrecen a sí
mismas. Con nuestras momias quisiéramos favorecer que la identificación sea con
la trama y no con quien actúa.
INMORTALIDAD MOMENTÁNEA
La actual
generalización del uso de la fotografía y el vídeo está muy lejos de ser debida
a una fascinación colectiva por el arte fotográfico. Más que una elección es
una necesidad: la necesidad de utilizar, como paliativo al desesperante paso
del tiempo y su consecuente efecto en el cuerpo, al único recurso a la mano
para imaginar la inmortalidad. La inmortalización de una imagen alivia
momentáneamente, porque de eso se ha tratado la vida humana, de alcanzar
inmortalidades momentáneas. Nuestras momias tratan de marcar una diferencia,
desde la crueldad misma de la realidad, el vendaje significa la muerte que
llevamos encima. Así las vendas pasan a ser canales de conexión real entre la
ficción y la realidad. Personajes reales son personajes mortales. Pero la
función del arte persiste, la meta de producir alivio persiste. Sólo cambia el
método. Sin proponer inmortalidades efímeras, sino recordatorios de que nuestra
mortalidad, siendo parte de nosotros nos hace lo que somos. El hombre se hace a
golpes. De tanto sabernos mortales debiéramos hacer callo y ser más tolerantes
a la verdad.
TECNOLOGÍA CON PINZAS
La
tecnología dedicada a las imágenes se ha enfrascado tanto en los efectos
especiales que ha llegado a crear un «realismo de espejo» que desplaza la
realidad misma sin que se note la diferencia. Esto no estaría nada mal si no
ocupara egoístamente todo el espacio. El «realismo de espejo» es tan invasor que deja rezagada a la
imaginación que ya no encuentra espacio donde proyectarse. La realidad virtual
es una exageración sensorial que impacta los sentidos hasta achicharrar
cualquier fantasía. Aquella noción de arte como intento de transformación de la
realidad, como aporte humano a lo que a simple vista aparece, está
desapareciendo simplemente asfixiada ante la falta de aire propio. La
“recreación” parece haber llegado a un punto donde es “creación de sí misma”. Las
pinceladas del pintor pierden libertad de acción y sólo pueden calcar la línea
ya trazada, línea sobre línea porque no hay espacio para el error. Las nuevas
tecnologías virtuales obligan al arte a buscar nuevos caminos, pero mientras no
los encuentre, los artistas se encontrarán dibujando figuras geométricas sobre
papel milimetrado, línea sobre línea, en un patrón preestablecido porque el
«realismo de espejo» no admite modificación. Los efectos especiales se han
transformado en rayas amarillas dibujadas en el piso para indicarnos por dónde
caminar. Ya lo dijimos, no hay cabida en este proyecto para un arte lineal. Las
Momias Fattorello tratarán de no usar la tecnología virtual para re-crear la misma
realidad, en todo caso para crear una nueva realidad diagonal a la existente. La
analogía entre un efecto especial y la realidad no está contemplada dentro de
nuestras expectativas. La libertad no es análoga a nada. Este manifiesto no
pone reglas. A lo máximo se atreve a plantear estrategias para evitar patrones
establecidos.
PUNTOS SUSPENSIVOS
Un «Primer
Manifiesto» no puede tener punto final. Por lógica, un «Primer Manifiesto»
debiera ser abreboca de un «Segundo Manifiesto». Pero antes, la obra debe
desarrollarse para intentar tener méritos. Y, en espera del momento apropiado,
cerraremos este capítulo con puntos suspensivos citando, de nuevo, a André Breton:
«No ha de ser el miedo a la locura el que nos obligue a poner a media asta la
bandera de la imaginación».