viernes, 23 de febrero de 2018

CPF EN EL MUNDO DE LAS MOMIAS FATTORELLO

Momias Fattorello © Mario Fattorello 2018
INTRODUCCIÓN

¿POR QUÉ MOMIAS?
-En 1999, en el museo Egipcio de Torino (segundo en importancia después del Museo Egipcio del Cairo), me vi, de pronto, rodeado por momias. Había varias tendidas en arcas trasparentes, otras paradas contra la pared y otras en pedazos en las vitrinas. En aquel momento sentí que entraba a otra dimensión. Las momias dejaron de ser objetos de exposición y yo, pasé de ser observador a ser el fenómeno del museo. Parecía que las momias me miraban, que mi presencia fuera un deseo de ellas, como si yo no hubiese ido al museo sino que ellas hubiesen venido a verme a mí. Yo era su objetivo. No tuve miedo, más bien una especie de lucidez mental que me llevó a pensar con cierta morbosidad inofensiva que las momias habían logrado su meta de alcanzar la vida eterna y el más allá era este museo turinés y nosotros, los visitantes, éramos sus súbditos que le rendíamos pleitesía pagando para verlas. Esa sensación que tuve en Abril de 1999 estaba destinada a marcarme para siempre. Las momias y su inmortalidad circense pasaron a formar parte, en mí, de esas experiencias que determinan la forma de ser.
Años más tarde en el Museo Nacional de Antropología en Chapultepec (México), sentí algo parecido, pero en menor escala, ante fósiles humanos. Me pregunto cuánta gente ha llegado a pensar durante su vida en la posibilidad de ser, en algún futuro, parte de la exposición en un museo. Creo que se puede vivir sin eso. Sin pensarlo, me refiero. Pero este tipo de impresiones de seguro influenciaron en esta aventura de momias que tengo pensado recorrer por un tiempo indefinido y que quisiera expresar en todas las manifestaciones artísticas posibles, en video, fotografía, escultura, dibujo, stop motion, escritos y, si llegara a ser posible, en música. La música de momias debiera ser tan abierta en sus colores musicales que lograra evitar cualquier asociación directa con cualquier significado. La melodía debería representar el sonido del vacío que la momia viene a llenar. Pero, más allá de eso, debiera estar hecha de notas tan desérticas como oceánicas. Música que no está hecha ni de aire, ni de agua, ni tierra, ni fuego; pero que pudiera contener todo eso, una «Música de todo y todos en uno» ¡Fantástico! ¿O más bien presuntuoso? Bueno, partamos la diferencia y digamos ¡Optimista! ¡Qué le voy a hacer! Es mi carácter.

Las Momias Fattorello pretenden formar parte de un sistema de pensamiento estético y, como tal, necesitan una justificación y un programa, en fin, un «Manifiesto». Trataré entonces de armar por escrito el “Manifiesto inaugural de las Momias Fattorello”.

MANIFIESTO DE LAS MOMIAS FATTORELLO

AMARRADOS
Siempre he pensado que estamos «amarrados». No prisioneros, sólo amarrados. Con cierta libertad para movernos, de entrar o salir de algunas circunstancias, pero con una especie de camisa de fuerza (un poco) holgada que nos da libertades a medias. Sí, como si la libertad nunca fuera plena, como si de alguna manera y por diversas razones, en cada circunstancia siempre hubiera límites conscientes. Sí, conscientes. Porque límites, como tales, son materialmente inevitables; pero la libertad no es algo biológico o geográfico, es algo que pertenece a la voluntad moral, y de esos límites es de lo que hablo. Y un cuerpo humano ceñido por tiras de tela, una momia apretujada, es del todo cónsono con esta visión del ser humano aprisionado por amarres de los que está consciente. Nuestras momias están fajadas de tal manera que entre una venda y otra se puede ver vestigios de piel, de humanidad; pero el resto está vendado…, aprisionado, amarrado. Simbolizar esta idea es la principal motivación a trabajar con personajes vendados.

Momias Fattorello © Mario Fattorello 2018


ORIGINALIDAD DE LO DIVERSO
Creo que, antes de todo, el arte es diversión. Di-versión. Diferente versión. Versión diferente. Algo diverso. Lo diverso es condición de lo divertido. En nuestras momias, la máscara rígida y el cuerpo oculto permiten toda la diversidad posible a través de la imaginación que choca con un lienzo en blanco. Sólo los márgenes del lienzo, la silueta antropomórfica, nos da indicio de que hablamos desde lo humano, y aún esta certeza, a veces, puede ser dudosa por los accesorios que alteran la forma incitando suspicacia sobre lo que pueda estar vendado, sobre lo que pueda haber dentro de la mortaja. Lo concreto es que ocultando las facciones personales (que después del asombro inicial aburre en su continua falta de novedad por no poder agregar algo nuevo donde todo ya tiene su lugar), se favorece la imaginación de lo diverso.
La naturaleza no es divertida. El arte nace de la naturaleza pero no es naturaleza. El arte no es un «copia y pega». En el arte no se trata de crear un mundo paralelo idéntico, sino un mundo conectado diverso. El arte no es una línea recta, y menos aún paralela de algo. El arte siempre es una diagonal. Una encrucijada. Lo directo no dice nada, como una autopista que va de un punto “A” a un punto “B”. Lo único que importa al entrar a una autopista es, salir de ella. El arte es un lugar para detenerse, tal vez sólo un minuto. Un minuto que valga la pena. El arte es un recordatorio de la crueldad de la memoria, que olvida fácilmente lo común, por eso el arte debe tener algo llamativo, ser único y humilde a la vez es su excentricidad, en fin, eso que se llama originalidad. Nuestras momias sin rasgos distintivos anatómicos pretenden ser siempre diversas y originales. A diferencia de un Al Pacino que puede representar a un policía, un mafioso, un asesino, una víctima o una momia, las Momias Fattorello pueden ser policía, mafioso, asesino o víctima, pero nunca serán Al Pacino, y ni siquiera, una momia propiamente dicha. La persona detrás de las vendas desaparece, su anonimato pretende hacerle único. La misma momia, en diferentes papeles, no se repite. Cada vez es única y sin par. La momia no tiene personalidad propia más allá del papel que representa. Los actores tienen personajes. Los personajes tienen actores detrás. Nuestras momias pretenden ser sólo lo representado, no tienen una doble vida, sólo una cada vez. Única y, tal vez, original.

Momias Fattorello © Mario Fattorello 2018


ESTÉTICA NO BIOLÓGICA
Otra intención de las vendas es minimizar la frivolidad de valores estéticos superficiales. Y decimos «superficiales» en el sentido estricto de la palabra, de superficie, de piel. La belleza corporal ha ido usurpando u opacando otros espacios de la estética humana, y, especialmente, la mental. Las momias, al ocultar la piel, no tienen líneas de expresión, ni orejas, ni cejas que le roben cámara al argumento que se vaya a tratar. Nuestra filosofía pretende manifestarse en un arte estimulante, como motivación a pensar y, las vendas, cual lienzo en blanco, como invitación a la libertad. No mostrar lágrimas ni sonrisas para que el espectador las imagine a voluntad. Imposible predecir si la estrategia de las momias logrará este efecto de libertad adicional. Tal vez no podamos evitar una sonrisa aquí y un guiño de ojo más allá. Pero tenemos claro hacia dónde está nuestro norte. Un norte donde resuena un eco Bretoniano: «Lo único que todavía me exalta es la palabra libertad».
La belleza conceptual de los seres humanos está desapareciendo desplazada por todas las variantes imaginables del dimorfismo sexual. Pechos y labios en las mujeres. Tatuajes sobre el bronceado o barba de dos días, con aire descuidado, pero perfectamente delineada, en los hombres. Esperamos que la ambigüedad de las momias, que no diferencia clases, ni sexos, ni colores de la piel, permita resaltar las otras diferencias, las de las ideas, las del mensaje, las de la novedad en el verbo representado por un cuerpo sin detalle, anónimo. Vendados no somos nadie, al tiempo que podemos ser todos.
Y en función de la coherencia, lo mismo pretendemos hacer en la escenografía. Actualmente la belleza del planeta y su armonía suele ser simplificada en clásicos atardeceres con palomas blancas en vuelo. Pareciera que, para algunos (que parecen muchos), el mundo tiene una estética especial sólo al atardecer o al amanecer, lo que tal vez contenga un mensaje indirecto de que a pleno día o a medianoche el mundo no vale gran cosa. No pretendemos discutir esta visión de las cosas, talvez hasta pudiéramos estar de acuerdo, pero, en el sentido de que la estética no es aceptación, sino una intención de transformación. Lo bello y lo feo, lo hermoso y lo grotesco no existen en sí mismos, somos nosotros quien le otorgamos ese valor. La piedra filosofal de nuestras momias pretende dar sentido a la vida evitando la frivolidad.
Los escenarios en que se mueven estas momias tienen dos funciones, no distraer de la emoción transmitida y tampoco reforzarla demasiado. Una Gestalt que marque la diferencia con los escenarios clásicos, ¿por qué la felicidad siempre es representada con flores, o con dientes sonrientes como acantilados que desbordan fluor? Las flores también recuerdan los funerales y los dientes a mis pesadillas más terroríficas: los dentistas. Hartos de atardeceres y amaneceres como si la vida sólo tuviera inicios y finales sin trama alguna en medio, sentimos la necesidad de evitar en lo posible las palomas blancas, los periquitos acurrucados y los gatitos, sobre todo los gatitos, especie que me caía bien hasta que los trasformaran en símbolos de la frivolidad. Nuestros escenarios deben ser esos otros espacios, el espejo manchado de un baño desordenado repleto de ropa puesta a secar, el cuarto donde se tira todo lo que no tiene lugar en la casa, las cajas que no botamos pero tampoco usamos, las escaleras de emergencia, lo reciclable, escenarios sin pretensiones de ser escenarios.

Momias Fattorello © Mario Fattorello 2018


IGUALDAD EN LA MISERIA
Los grandes trajes de época, las cinturas ceñidas con corsé, la elegancia, las prendas eróticas, la joyería, la vestimenta toda y de todas las épocas es bienvenida en el proyecto de Momias Fattorello. Pero con una pequeña diferencia que hace grandes igualdades: el ropaje debe dejar ver las vendas. Los trozos andrajosos de tela que sobresalen de la vestidura del obispo le dan un semblante de igualdad con el monaguillo, el príncipe, la cortesana o el mendigo. Lo andrajoso mantiene presente la igualdad social en su miseria. Sólo en lo miserable somos iguales: en la debilidad, la tristeza, en el dolor, la enfermedad y la muerte; sólo en eso, todos somos uno. Las vendas como mortaja es un recordatorio de que somos los únicos seres vivos con conciencia de que estamos vivos, y de que somos conscientes de ello porque tenemos conciencia de la muerte, sin duda, la miseria mayor. Las momias amortajadas representan lo que nos hace humanos por tenerlo siempre presente, la Auto Conciencia de Muerte.

LA MULTITEMPORALIDAD DEL MULTIVERSO
En las Momias Fattorello no debiera haber épocas definidas. Aunque haya trajes o accesorios representativos, en la escena completa no deben tener una correlación específica. Varias épocas mezcladas recrearán una época novedosa, fantástica, diversa. Cualquier parte en cualquier momento. Toda la historia y el futuro tienen derecho a estar contenidos en cada sketch. Un tiempo especial. El tiempo humano. Las momias pretenden representar a «la especie» en el multiverso (universos paralelos que contienen la totalidad del espacio y tiempo). Esto requiere una multitemporalidad que represente lo que creemos sea la nueva etapa histórica de la humanidad, la de la «historia continua», donde el pasado, el futuro y el presente conviven con una particular armonía. En fin, una historia que rompe la barrera espacio – tiempo y que no tiene compromiso alguno con la contigüidad.

Momias Fattorello © Mario Fattorello 2018


MENSAJE SOBRESALIENTE
Las momias pretenden crear un espacio en blanco donde sobresalga lo que se quiere transmitir. Una purificación del mensaje, con un lenguaje universal, donde las gesticulaciones y los rasgos acentuados por encima de las vendas (con máscaras y accesorios), sean los que realmente transmiten. Las momias, al igual que la animación, tienen mayor libertad, se toman el permiso de ir más allá de las limitaciones del cuerpo, de la ciencia, de la época, de los prejuicios.
Resultará inevitable que este proyecto explore sensaciones al límite, fuertes, grotescas, esperpénticas. La exageración será un recurso necesario para transmitir sensaciones al no contar con los rasgos naturales de los ojos, las cejas, las líneas de expresión, las lágrimas o las sonrisas.

Momias Fattorello © Mario Fattorello 2018


LA IDENTIFICACIÓN
La identificación es el mecanismo principal de la relación espectador-actor. Es difícil que una mujer se identifique con Arnold Schwarzenegger o que un niño lo haga con un anciano. El cuerpo oculto del actor favorece la identificación sin discriminación, sin tener que esforzarse para reubicar, en el papel actual de ama de casa, a la actriz que hizo de guerrera hace años en una película y luego de pacifista en una serie. Las momias sólo ofrecen actuación, no se ofrecen a sí mismas. Con nuestras momias quisiéramos favorecer que la identificación sea con la trama y no con quien actúa.

INMORTALIDAD MOMENTÁNEA
La actual generalización del uso de la fotografía y el vídeo está muy lejos de ser debida a una fascinación colectiva por el arte fotográfico. Más que una elección es una necesidad: la necesidad de utilizar, como paliativo al desesperante paso del tiempo y su consecuente efecto en el cuerpo, al único recurso a la mano para imaginar la inmortalidad. La inmortalización de una imagen alivia momentáneamente, porque de eso se ha tratado la vida humana, de alcanzar inmortalidades momentáneas. Nuestras momias tratan de marcar una diferencia, desde la crueldad misma de la realidad, el vendaje significa la muerte que llevamos encima. Así las vendas pasan a ser canales de conexión real entre la ficción y la realidad. Personajes reales son personajes mortales. Pero la función del arte persiste, la meta de producir alivio persiste. Sólo cambia el método. Sin proponer inmortalidades efímeras, sino recordatorios de que nuestra mortalidad, siendo parte de nosotros nos hace lo que somos. El hombre se hace a golpes. De tanto sabernos mortales debiéramos hacer callo y ser más tolerantes a la verdad.

TECNOLOGÍA CON PINZAS
La tecnología dedicada a las imágenes se ha enfrascado tanto en los efectos especiales que ha llegado a crear un «realismo de espejo» que desplaza la realidad misma sin que se note la diferencia. Esto no estaría nada mal si no ocupara egoístamente todo el espacio. El «realismo de espejo»  es tan invasor que deja rezagada a la imaginación que ya no encuentra espacio donde proyectarse. La realidad virtual es una exageración sensorial que impacta los sentidos hasta achicharrar cualquier fantasía. Aquella noción de arte como intento de transformación de la realidad, como aporte humano a lo que a simple vista aparece, está desapareciendo simplemente asfixiada ante la falta de aire propio. La “recreación” parece haber llegado a un punto donde es “creación de sí misma”. Las pinceladas del pintor pierden libertad de acción y sólo pueden calcar la línea ya trazada, línea sobre línea porque no hay espacio para el error. Las nuevas tecnologías virtuales obligan al arte a buscar nuevos caminos, pero mientras no los encuentre, los artistas se encontrarán dibujando figuras geométricas sobre papel milimetrado, línea sobre línea, en un patrón preestablecido porque el «realismo de espejo» no admite modificación. Los efectos especiales se han transformado en rayas amarillas dibujadas en el piso para indicarnos por dónde caminar. Ya lo dijimos, no hay cabida en este proyecto para un arte lineal. Las Momias Fattorello tratarán de no usar la tecnología virtual para re-crear la misma realidad, en todo caso para crear una nueva realidad diagonal a la existente. La analogía entre un efecto especial y la realidad no está contemplada dentro de nuestras expectativas. La libertad no es análoga a nada. Este manifiesto no pone reglas. A lo máximo se atreve a plantear estrategias para evitar patrones establecidos.

PUNTOS SUSPENSIVOS
Un «Primer Manifiesto» no puede tener punto final. Por lógica, un «Primer Manifiesto» debiera ser abreboca de un «Segundo Manifiesto». Pero antes, la obra debe desarrollarse para intentar tener méritos. Y, en espera del momento apropiado, cerraremos este capítulo con puntos suspensivos citando, de nuevo, a André Breton: «No ha de ser el miedo a la locura el que nos obligue a poner a media asta la bandera de la imaginación».

Momias Fattorello © Mario Fattorello 2018

miércoles, 12 de julio de 2017

CONSULTA PORTÁTIL DE PSICOLOGÍA EN EL MUNDO AL REVÉS. Sobre la lucidez en el poder, amor, sexo y mentiras.

Mario Fattorello © 2017

EL MUNDO AL REVÉS DE LA LUCIDEZ
Reconozco que uno de mis pasatiempos preferidos es meterme en la mente a ver con qué me consigo. Entrar a la lucidez mental es como atravesar un espejo, comparado con el afuera, lo de adentro es un reflejo, al revés.
Lo de afuera se ve diferente desde adentro. Lo lúcido que sale del interior se oscurece al mezclarse con los demás, y es que, para evitar conflictos, se adapta y se transforma, casi siempre, hasta que deja de ser una verdad. Por ello, la historia real es tan diferente al cuento general.
En la lucidez interna, un simple vaso de agua por la mitad, es un misterio. No está medio lleno ni medio vacío. En la lucidez mental no existen polos opuestos ni extremos. A la lucidez le importa un carajo si el vaso es grande o pequeño, si está lleno o a medio llenar, sólo le importa la relación entre la cantidad de agua y la sed a saciar. Así de relativos son los reveses del lúcido mundo interno mental.

EL PODER AL REVÉS
En el mundo externo el poder es algo sencillo y fácil de entender: un asunto de amos y esclavos. Y dependiendo del lado que se esté, es fácil saber la posición que hay que tomar: si se es amo hay que mandar y si se es esclavo hay que obedecer.
Pero en la lucidez la cosa está dada vuelta porque no existe el poder ni la fortaleza. En la lucidez sólo existe, en mayor o menor grado, la debilidad. Y no es el amo quien hace al esclavo, sino el esclavo quien permite que otro esclavo se vuelva su amo. No es el fuerte quien domina al débil, sino el débil quien permite a otro débil ponerle el pie en la cabeza. En la realidad interna mental está claro que el poder es una ilusión, está claro que si el poderoso desaparece el débil queda, pero, si el débil desaparece ¿quién y de quien sería el amo? En la lucidez no existe la fantasía de superioridad.

EL REVERSO DEL AMOR Y EL SEXO 
Un paisaje lúcido especial es, el reverso interior del amor y lo sexual. En el mundo externo parece consabido que el amor vale más que la sexualidad. Que sexo hay dondequiera y el amor no es para  cualquiera.  Que si uno de los dos, en una caja fuerte hubiera que resguardar, nadie dudaría en elegir el amor por su mayor valor. Y lo interesante en este caso es que en el mundo de los reveses mentales, en la realidad absoluta interna es exactamente así, el amor es el valor por excelencia mientras que el sexo sólo es deseo de saciar una carencia.
Entonces, ustedes se preguntarán ¿acaso en este caso, la lucidez interna al revés no está?
Pues resulta que sí lo está, porque en el mundo externo las creencias humanas suelen decir una cosa y hacer otra. Si bien en la cotidianidad dícese que el amor se lo considera más que al sexo, mujeres y hombres que pavonean su portento sexual, con labios, nalgas, pechos, bíceps y tríceps inflados a reventar, lloran a moco tendido por no ser correspondidos al amar «¿Por qué me dejó, si tanto me esmero en su deseo saciar?». Se preguntan convencidos de que la vida le ha sido injusta, y las lágrimas le impiden ver la cruda realidad de que vendiendo sexo, amor no le van a comprar.
Y es aquí donde las cosas se ponen al revés. Porque a pesar de que el imaginario colectivo jura valorar más el afecto que el sexo, la mayoría espera de lo sexual una retribución fenomenal, como si con buen sexo el amor se diera por descontado, como si fuera un asunto de mesoneros, que después de servir una buena comida, dan por garantizada la propina. En la realidad del revés mental está claro que amarse no es una propina por acostarse.

REVESES Y MÁS REVESES / NO TE CREAS TODO LO QUE CREES
En fin, al recorrer los caminos del mundo interno mental, los caminos de la cruda lucidez, son muchos los parajes desgarradores que muestran la realidad al revés de como nuestros ojos la ven. Un ejemplo es el amor familiar que en el mundo externo es visto como algo incondicional; pero en la realidad interna mental, como cualquier otro amor es un derecho y debe ganarse igual.
O la felicidad, que en el mundo externo es vista como una meta que hay que alcanzar por ser el sentido de la vida. Mientras que en la lucidez mental es un punto de partida para tener ganas de alcanzar metas aunque la vida no tenga sentido.
En la realidad externa todos tratan de valer más que alguien más. En la lucidez del revés mental el verdadero «valor» tanto de «valía» como de «valentía» es el valor de reconocer que no valemos gran cosa. Y es el desasosiego consecuente a esa conciencia lo que nos impulsa a tratar de cambiar la realidad y nuestros intentos por lograrlo han creado lo que llamamos «humanidad».

PARAFRASEANDO REVESES
Y qué decir de las frases fáciles. «Hay que vivir cada día como si fuera el último», dice una. En el mundo de afuera esta frase tendrá algún significado romántico, y quien la dice tal vez imagine que en las 24 horas antes de morir se dedicará a mirar el amanecer hasta el atardecer, el color de las flores, las abejas y cosas por el estilo. Pero aquí adentro está claro que la muerte no tiene nada de romántico, que el final asusta, que vivir como si fuera el último día sería una tortura, desesperante, atroz. En la lucidez mental está claro que el último día no se lo puede dedicar a amar a los demás, porque antes del final sólo existe el egoísmo del dolor y el miedo, nadie quiere pensar en los otros cuando le duele una muela, menos todavía cuando sabe que no le dolerá nunca más. No se puede amar a quien se queda cuando uno se va en contra de su voluntad.
Y son muchas las frases que se materializan entre los escenarios baratos del teatro burlesco de afuera, como las de los conformistas que sentencian «más vale pájaro en mano que cien volando», frase que afuera consuela al amilanado, pero que en la mente lúcida está al revés y define la resignación del fracasado. Y así la realidad externa se mantiene a fuerza de frases de pacotilla «más vale malo conocido que bueno por conocer», o «la felicidad es una actitud», o «no hay mal que por bien no venga», sentencias todas altisonantes y erguidas, que ante la lucidez, quedan patas arriba. En definitiva, en la lucidez las palabras tienen un significado propio cada vez. En el mundo de afuera, las palabras significan lo que cada quien quiera.

EL PROPIO REVÉS
Pero el paisaje más lúcido y terrorífico del mundo mental al revés es aquel en el que reconocemos nuestras huellas. El terreno de lo propio, la propia trayectoria, la significación de uno mismo.
El mío, está lleno de letras, letras que componen palabras, palabras que intentan frases, y todo ello al revés, ilegible, a menos que se use un espejo; pero en el mundo al revés no hay espejos. Aun así, sin poder leer mi propio escrito, sin diccionario que me ayude a descifrarlo, puedo intuir el revés de mi mensaje vital: «si en el mundo de afuera escribes sobre tu vida, en el mundo de adentro tu vida es lo que escribes».
En el mundo del revés interno se es consciente que no existen historias para escribir. Al contrario, se sabe a cabalidad que las historias sólo existen después de ser escritas. En los vericuetos patas arriba del cerebro está claro que lo que llaman «destino» allí afuera, son las frases que logremos escribir aquí adentro.


domingo, 7 de mayo de 2017

CONSULTA FATTORELLO EN EL PAÍS DE LA INTROSPECCIÓN. O SOBRE LO QUE SOMOS.

Momias Fattorello

¿QUÉ SOMOS?
Tenemos una naturaleza moral pero también somos asesinos y hemos creado convenciones sociales para que ambas cosas coexistan, y así, inventamos las guerras para asesinar de forma moralmente correcta. Al igual que la masturbación sirve para descargar la energía sexual mientras no alcance su cauce normal, asesinamos en videojuegos para calmar los impulsos criminales circunstancialmente domesticados.

¿QUÉ SOMOS?
Amamos la libertad propia y tememos la libertad del otro. Inventamos la propiedad privada y terminamos siendo pertenencia de nuestras pertenencias. Somos dueños de esto y aquello para remarcar al otro lo que no es suyo. Inventamos países y fronteras para poder descansar de noche sin miedo de amanecer desnudos. Nos tenemos miedo. Por miedo nos consideramos todos humanos pero nos diferenciamos en todo lo que podamos. Etnias, folklores, gustos, ideas, posesiones, moral, dioses, cualquier cosa es buena para marcar diferencia y distancia de salvaguarda.
Momias Fattorello
Confiamos en Dios y nos consideramos hechos a su imagen y semejanza; pero desconfiamos de nuestros semejantes que también son semejantes a Dios. Inventamos la libertad de expresión y culto al tiempo que creamos un código de lo que no se puede creer o decir. Los norteamericanos han disminuido tanto su persecución a los negros que hasta tienen libertad de ser presidentes, pero es muy improbable que le permitan creer que Dios le haya hecho a su imagen y semejanza. A veces pareciera que el ser humano pudiese considerarse como un ser cambiante pero esto está aún por comprobarse. Aceptar que Dios sea negro sería un paso adelante.

¿QUÉ SOMOS?
Le tememos a la locura pero ambicionamos el poder a sabiendas de que el poder enloquece. Para lidiar con estas dos tendencias contradictorias hemos creado la política, una organización que intenta administrar la fascinación por el poder desquiciante. Y hemos inventado la psiquiatría para administrar a los locos sin poder.
Momias Fattorello

¿QUÉ SOMOS?
Inventamos las prohibiciones a sabiendas que aumentan la tentación, y en este punto no se aceptan justificaciones porque el asunto está claro desde que puso en aprietos a Dios, Adán y Eva en el tiempo mítico del árbol del Edén ¿Qué hemos sido siempre?

¿QUÉ SOMOS?
Momias Fattorello
Decimos que amamos para ser amados. En el mejor de los casos amamos para amarnos. Inventamos el altruismo para disfrazar el egoísmo. Somos altruistas porque nos conviene, ayudamos en la esperanza de ser ayudados, y quien opine que no pretende ayuda a cambio o que espera no necesitar ayuda, está confesando una alteración narcisista de tal calibre que le inhibe del derecho mismo de opinar

¿QUÉ SOMOS?
Momias Fattorello
Nos esforzamos para ser públicos y luego reclamamos nuestra privacidad perdida, no habiéndola perdido en absoluto (la privacidad), sino vendida a cambio de publicidad. 
Nos enorgullecemos de haber creado y poseer dos privilegios sobrenaturales: la matemática y el arte. De la primera nos enorgullece su exactitud y del segundo su particular imperfección perfecta por única y por lo tanto incomparable e incuestionable. Ambicionamos la perfección, pero, por no tener claro el concepto, nos resguardamos en el arte errático.

Momias Fattorello¿QUÉ SOMOS?
Le damos importancia a lo que nos hace sentir bien al tiempo que el dolor es la manera por excelencia de darle importancia a algo. Lo que duele nos importa. Lo que disfrutamos también. Todos queremos ser importantes. Somos importantes por sufrientes y por gozadores, pero ¿qué es más importante? ¿Es importante lo que somos? ¿Somos importancia?

¿QUÉ SOMOS?
Luego está lo que empezamos sin que tenga valor empezarlo, ni continuarlo, sino terminarlo. Dejarlo de hacer. Trabajamos duro y mucho para que algún día no tengamos que hacerlo más. Vamos aprisa con la ilusión de poder ir despacio alguna vez. Nos cansamos para poder descansar. Vamos a conocer la Torre Eiffel para dejar de desear ir, para decir con alivio ¡ya la conocí!, para que nos deje de joder y poder dejar de pensar en ella de una vez por todas. Nos sacamos una selfie con el glaciar Perito Moreno a las espaldas para restarle importancia “ya lo conocí, ahora puede desaparecer”. De muchachos ansiamos las vacaciones de fin de curso, y al mes, extrañamos el colegio en el que fantaseábamos dichas vacaciones.
Momias Fattorello
Luego, más viejos, trabajamos toda la semana para descansar el fin de semana y recuperar fuerzas para seguir trabajando la semana siguiente, y esto se ha repetido tantas veces que ya no sabemos cuál de las dos cosas desempeñamos para lograr la que queremos.
En invierno nos quejamos del frio y en verano del calor, en el otoño de la lluvia y en primavera del polen, todo esto muy normal por natural, pero la cuestión es ¿hay algo de lo que no podamos quejarnos? Pareciera que no. Tenemos la particularidad de ser suicidas. Al poder quejarnos de la vida misma ni siquiera podemos decir que somos seres que quieren vivir.

SOMOS...
Parece que nunca sabremos lo que somos, porque queremos ser tantas cosas que no nos limitamos ni siquiera de las contradictorias. Tal vez el problema sea que la pregunta es muy general y, por ello, al final, habría que responderla desde la misma generalidad: somos inconformes.

Momias Fattorello

domingo, 9 de abril de 2017

CONSULTA FATTORELLO EN EL PLANETA-ESCUELA. (O EDUCAR PARA QUE NO NOS MATEN).


PETULANCIA DEL GENIO DE MAMI
Mario Fattorello © 2017
—¿Piensas resolver el problema?—. Le pregunta un hombre a un joven.
—Nop —responde el joven—, ¡me resbala!
—Pero es una oportunidad para demostrar quién eres!— Insiste el hombre.
—No me interesa—. Responde el joven.
—Sé que tú lo resolverías si quisieras —insiste el hombre—y así demostrarías tu inteligencia—. Termina de decir el hombre con acento de último recurso.
A lo que el joven responde en tono de fastidio.
—No me interesa demostrar nada, sé que soy inteligente, mi mamá siempre me lo dice.

¿Criar hijos diciéndoles que son los genios de mamá y papá? ¡Vamos!, además de las lógicas consecuencias, ¡eso es un Corín Tellado sobre la pobre autoestima de los padres! Debería estar prohibido sólo por el mal gusto. Creo que nadie estará en desacuerdo con que la humanidad no necesita gente que se «crea» genio sino que lo «sea». Y la inteligencia se desarrolla ante la necesidad, si se cree que no la necesitamos se duerme y, más temprano que tarde, entra en coma (a la inteligencia comatosa se le llama: idiotez).
EDUCACIÓN VERSUS PEREZA

Mario Fattorello © 2017
Por ley del menor esfuerzo, por ahorro de energía, todos tendemos a la pereza que además, hay que reconocerlo, es cómoda. Aclaremos que descansar cómodamente no implica perecear. Merecida es la siesta del justo, así como el descanso del domingo (copiado de Dios, pero claro, después de crear al mundo entero). Merecido es el descanso como recompensa. Mientras que el perezoso es quien descansa a cuestas del esfuerzo ajeno. El que descansa en una hamaca y tira la lata de coca cola al piso «porque alguien más la recogerá», eso es perecear.
La pereza es una negación de la voluntad y, por ende, del aprendizaje, porque nada se le puede enseñar a quien no tiene voluntad de aprender, en consecuencia la «voluntad de vencer la pereza» es el acto inicial del proceso educativo. Claro está que son muy variadas las razones por las que se puede tener voluntad de aprender, por ejemplo, en los niños, por miedo a la reprimenda o al castigo. Los niños aceptan aprender principalmente por miedo, de ninguna otra manera dejarían la pelota de futbol de lado para repetir las aburridas tablas de multiplicar. Es función de los padres garantizar que el niño se eduque porque si no lo educan bien, alguien lo educará mal y podrían aprender, por dar un ejemplo extremo, el parricidio. Es lógico que de buenas a primeras un niño no acepte leyes que le limitan y por ello existe el castigo para incrementar el respeto. Por favor, absténganse de opinar quienes se impresionen con el término «castigo». Quienes piensen que «el castigo es abominable» simplemente pasan por alto que todo lo que de abominable hay en el ser humano proviene de quien no teme el castigo, llámense psicópatas, delincuentes o políticos con inmunidad parlamentaria. No existe ley que no castigue su incumplimiento.
Pero «aprender por miedo» es cosa de niños, luego, con los años, se puede querer aprender. Ya no por miedo, sino por deseo. Por entender que el mundo está dividido en los que temen y los que meten miedo, en alumnos y maestros, en quienes aprenden y quienes enseñan. En ese momento de concienciación, el aprendizaje se vuelve una puerta de salida del miedo y de entrada al estatus de maestro (que mete miedo). Quienes enseñan lo hacen para dejar claro de qué lado están. Piénselo, es casi imposible imaginar que aprendamos algo nuevo sin sentir el deseo de contar la novedad a otros. Cuando una mujer se entera que una de las compañeras del Gym es engañada por el esposo ¿quién se atreve a apostar que guardará en secreto la novedad? En todo caso, las apuestas girarán alrededor de cuántos minutos o segundos tardará en propagar la noticia. Nadie escapa del deseo de aprender para enseñar.


EDUCACIÓN DE REGLAS SIMPLES PERO DELICADAS

Mario Fattorello © 2017En educación las reglas del juego son simples. La ilustración más básica y visceral de este proceso es la academia militar. Los soldados soportan a regañadientes las imposiciones de sus superiores soñando con la promoción que les dará la oportunidad de hacer lo mismo con sus inferiores.
Sin embargo, la cantidad de delincuentes provenientes de la escuela militar deja en evidencia lo delicada que es la fórmula de la educación, un pequeño desvío en el proceso marca una gran diferencia en el resultado, si todo sale bien tendremos un ser civilizado, si algo falla crearemos un resentido social. A nivel del espíritu, estas dos categorías se diferencian en que el primero (el civilizado) va a pretender una «revancha», o sea, una oportunidad para demostrar lo que puede saber, hacer o ser. Mientras que el «resentido» deseará una «venganza», o sea, degustar el morboso placer de usar lo aprendido para dañar a los demás.


LAS INSTRUCCIONES

Se entiende por instrucciones las partes de un manual de uso ¿Cuáles serían las instrucciones de un manual de vida? Supongo que «vivir y dejar vivir» debiera estar entre las primeras; pero esta simple instrucción será pasada por alto si la ignorancia llega hasta el punto de no saberse vivo y desconocer por completo la existencia de manuales.
Que nuestro vecino siga la simple instrucción de cómo se cierra la llave de paso del gas de la cocina influye en nuestras probabilidades de morir en una explosión. Las explosiones no saben de paredes divisorias entre lo propio y lo ajeno. La educación nos protege de ellas. La ignorancia nos pone en peligro. La principal función de los profesores es: menguar la amenaza. Y si lo tuyo influye en mí, bien vale que me interese en lo que haces para prevenir lo que me pase. Si no educamos a nuestro favor, alguien lo hará en nuestra contra. Es cosa de supervivencia, la ignorancia que dejemos libre será nuestra espada de Damocles. Lo que no eduquemos se nos volverá en contra.


LA EDUCACIÓN MONOTEMÁTICA

Mario Fattorello © 2017
Si la ignorancia es un peligro, el aprendizaje monotemático es un cataclismo. Una de las monomanías educativas más comunes proviene de esos maestros que por ser timadores son timoratos y tiemblan ante la posibilidad de que sus enseñanzas sean sopesadas con otras, estos son los que enseñan dogmas, siendo el más peligroso de todos el que promueve una enseñanza única «es palabra de Dios, no se admite discusión» o «todo está en este libro, no se dejen tentar por la blasfemia». Proponer que para entender un libro hay que evitar leer todos los demás es un dogma cuya absurdidad es tan grande como su absurda popularidad. Y se entiende que sea popular ante la pandemia de pereza. Una Biblia abierta en el living de la casa es una bendición para las familias que practican la pereza de leer, bendición que (creen) les protege de la incultura: «en nuestra casa siempre tenemos un libro abierto».
Pero sería una ligereza atribuirle la exclusividad de la monomanía educativa a los fervores religiosos, la enseñanza unidireccional crece como hongo en todos los pensamientos autocráticos que no admiten discusión: el comunismo, el moralismo, el puritanismo y demás ventas de baratijas marca «…ISMO».


DERECHO DE AUTOR SOBRE UNO MISMO

Teniendo en cuenta que la educación es tan delicada que un leve cambio de viento puede aberrarla formando monstruos, y a sabiendas de lo tentador que puede ser para un maestro enseñar a su egoísta conveniencia; la educación no debiera ser un punto de llegada, sino de partida. La educación debiera ser el instructivo básico para que cada quien termine siendo su propio maestro y alumno. Aprender a discernir los propios intereses en la lectura para poder elegir los libros de la propia biblioteca. Aprender a reconocer cuánto necesitamos de los otros para llegar a ser autodidactas en la ayuda a los demás. Aprender el método científico para luego poder crear nuestra propia alquimia educativa y colocarla junto a las demás columnas de la humanidad, a saber: la empatía, la alegría, el amor, la solidaridad. Aprender los números para dedicarnos, en las noches oscuras, a medir nuestra cercanía con las estrellas. Aprender el nombre de las cosas para darle otros distintos a nuestras invenciones. Aprender a ser sinceros para tener siempre presente que no somos inmortales, única manera de respetar el tiempo del mundo. Y, sobre todo, aprender el respeto por las leyes, para luego, comprender que la justicia no es un edificio de concreto, sino una delicada barraca que intenta mantenerse en pie, y que, cada quien a su manera, tiene el deber de apuntalarla con la propia conciencia como contrafuerte. La educación debiera ser el punto de partida del camino hacia tener vida propia, a ser una novedad, a lograr tener derecho de autor sobre uno mismo.
Sin embargo, esto que es tan fácil decirlo se hace difícil lograrlo, y pareciera que la principal dificultad radica en los maestros que con su comportamiento enseñan lo contrario. De menor a mayor trascendencia están primero las tradiciones familiares que se repiten por generaciones, por ser más fácil la repetición que la novedad. Luego están los políticos que al alcanzar el grado de mandamás ya no saben qué hacer con su vida salvo el hecho de mantenerse donde están, obligando a sus súbditos a calarse la repetición de los dogmas necesarios para ellos quedarse en el poder. Y por último pero en el lugar de mayor importancia está el maestro Dios, un padre que pretende que sus enseñanzas se repitan todos los días sin novedad alguna, y todo esto por razones desconocidas que no le da la gana aclarar.


LA ENSEÑANZA DE LA IGNORANCIA

Hemos visto que la «siembra educativa» depende del «campesino maestro», del «terreno aprendiz», de la «semilla del conocimiento», y del «temperamento atmosférico» que determinará la «cosecha educativa». Los delicados buenos frutos de la educación son múltiplemente condicionados. Salvando la distancia con el misticismo, pudiéramos decir que son milagros. Conocemos la mayoría de las leyes de la educación, pero aun así, son tantas que es imposible tenerlas todas en cuenta, por ello el destino de la educación parece azaroso. El azar se encuentra en las antípodas de la ley. Es concluyente que cada elemento enseñado debe conllevar sus reglas de uso. En fin, la educación aparece dividida en dos grandes categorías, la enseñanza de los conocimientos y experiencias por un lado, y la enseñanza de las leyes por otro. La primera se enseña por enseñanza aprendizaje y ensayo error; y la segunda por premio y castigo. Y llegados a este punto parece estar claro que el arte educativo esgrime su nivel más sublime cuando logra que ambas enseñanzas vayan de la mano.
Por ello, hasta que no se encuentre una educación más precisa y efectiva, corresponderá a la jurisprudencia reparar los daños provenientes de los traspiés educativos.

Y aquí surge la advertencia más importante: que la ley cumpla con su carácter universal, e interceda por igual en el caso de educadores, educandos y autodidactas. Hoy en día la ignorancia pura y llana por herencia no existe, es enseñada. Y los gobiernos que utilizan la enseñanza de la ignorancia como estrategia para controlar al pueblo deben ser castigados. Quien tenga ojos (venezolanos) que vea (y se sienta aludido).

jueves, 5 de enero de 2017

Consulta Fattorello en el Multiverso. Sobre la Educación Perdida.

Mario Fattorello
LAS MAESTRAS HISTÉRICAS
En la vida se aprende de muchas maneras y siempre se aprende algo aun sin darnos cuenta. De mi madre aprendí que la directora del colegio nos gritaba desde la altura de sus tacones altos y con su mirada inquisidora detrás de sus lentes puntiagudos, porque era «una maestra italiana muy exigente». Luego, mucho antes de leer a Freud, descubrí que la directora del colegio nos gritaba porque era una solterona histérica. Y hace poco tiempo me convencieron, aunque me costó creerlo, de que no todas las maestras de escuela gritan, ni son histéricas.

UN MONTÓN DE TIEMPO PERDIDO
Fui educado para ser lo que nunca tuve que ser.  Las cosas han cambiado radicalmente desde que iba a la escuela. Mis maestros, profesores y padres murieron y no tengo noticias de que hayan recibido algún trato especial en el más allá por comportarse de la forma que ellos creyeron correcta y que, por supuesto, me enseñaron. Casi no los visito en el cementerio. De niño me prohibían ver películas de terror cuyas escenas solían representarse en lúgubres cementerios, supongo que entenderán (mis padres) que después de haber disfrutado enormemente viendo películas de terror a escondidas y temblando por las sombras que emergían de las lápidas y los mausoleos tanto como por el miedo a ser descubierto trasnochado frente a la tele por ellos (mis padres), supongo, repito, que entenderán (mis padres) que no le encuentre mucho sentido a visitar tumbas en el cementerio.

INFORME SOBRE CIEGOS
Fui criado en un mundo en el que la masturbación era el origen de los ciegos. Nunca le confesé a mis padres ni a nadie antes de hoy, el pánico que sentía cuando veía un ciego con su bastoncillo blanco en la calle. En primer lugar le tenía miedo por pensar que el hombre era tan perverso que podía ser peligroso y de última me daba pánico pensar que por algún motivo desconocido, el destino todavía no se había cobrado mi visión. Es horrible ser un criminal prófugo de la ley, siempre a la espera de ser pillado.

APRENDER A MATAR GENTE
Crecí en un mundo con muy pocas películas de TV y la mayoría eran de guerra. Me enseñaron que la guerra era romántica porque mis padres estuvieron en la guerra. He sacado cuentas que me hacen sospechar que mi padre fue un desertor, claro está que de eso jamás se habló en casa, pero tal vez sean imaginerías mías, simplemente hoy me sentiría más orgulloso de ser hijo de un desertor que de un soldado matagente, insisto, ¡cuánta educación perdida!

LA ENSEÑANZA DE LA ETERNIDAD
Me enseñaron a que las cosas mientras más tiempo duraban eran mejores como cierto tipo de ollas de cocina que mi madre nunca tuvo y que la gente decía que eran eternas, tanta educación sobre la eternidad de las cosas para luego enterarme que la existencia de la humanidad depende de la obsolescencia.

EL TABÚ DEL APRENDIZAJE
En mi educación, la homosexualidad era un mito, y yo particularmente lo creía un mito griego, con lo cual el asunto pasaba de ser una vergüenza social inocente a ser una rareza histórica. Cuando niño jamás vi nada extraño entre Batman y Robín, además ¡De los superhéroes nunca se sospecha nada! Muchos amigos se han reído de mí cuando les cuento que aun habiendo presenciado durante mi adolescencia un concierto de los Queens, hasta mis 20 años ni siquiera tuve la suspicacia de sospechar que Freddy Mercury fuera gay. En mi primera educación los gais no existían. Yo no era homofóbico porque no podía tener miedo a un mito griego. Pero, y aquí viene la incongruencia educativa, yo creía que los secretos debían reservarse para cosas realmente importantes, y nunca terminé de entender por qué se escondía así a la homosexualidad, siendo simplemente una diversidad más del mundo. Para entender este tipo de educación es preciso tener en cuenta que mis padres hablaban de los ángeles de forma concreta y real mientras que en relación a la homosexualidad eran agnósticos. La verdad es que entonces comencé a pensar mucho en los absurdos como eso de que fuera delito que dos hombres se amaran pero no era delito que muchos hombres se odiaran y se mataran en las guerras. Pero mis padres habían vivido la guerra y lo peor es que los italianos, a pesar de ser reincidentes perdedores de guerras, se sienten orgullosos de ellas, por lo que me estaba prohibido hablar de pacifismo y así terminé aceptando que las guerras eran una «romántica licencia para matar» como la de James Bond.
Mario Fattorello

PROFESORES CURAS
Es rocambolesco estudiar en un colegio de curas. A las ocho de la mañana te enseñan el método científico y a las 10  tienes clases de catecismo. En la misma aula donde te explican la tabla periódica te aseguran la existencia de la consubstanciación a través de la cual se resuelve el asunto de que Dios, Cristo y el Espíritu santo son lo mismo ¡Qué claridad de pensamiento! No recuerdo que alguna vez algún profesor nos haya preguntado «¿Alguien está confundido?».
Seguramente la educación tenga sus momentos graciosos, yo me los debo haber olvidado.

EDUCACIÓN SEXUAL
Pero ahora suavicemos este discurso con algo más ligero. Lo más fácil es aprender sobre sexo, porque uno ya nace sabido, bueno, por lo menos yo. Cuando mi primera «chica de cerca» me preguntó si ya lo había hecho, yo respondí «Uff, estoy cansado de hacerlo», y bueno, al final no se quejó de nada, así que supongo que en realidad lo sabía hacer por naturaleza. En la vida también se aprende que no toda mentira es mentira. Pero más tarde que temprano, para mí, se aprende que no toda verdad es cierta.

EDUCACIÓN PARA LA PERDICIÓN
El título de este escrito es «La educación perdida», queriendo literalmente referirme a la educación que se perdió, que desapareció, que donde estuvo ya no está. El título no pretende ser una queja, como si de haber perdido algo valioso se tratara, pero tampoco es una recriminación, como sugiriendo que hubiere sido mejor no haberla tenido. Aquí no se trata de si fue una buena o mala educación, sólo se trata de su «perdición» ¿Me explico?

LA VERDADERA DIVERSIDAD
Una educación que hubiera querido que nunca se perdiera, es la educación callejera que promovía la diversidad (y esto a pesar de la gran censura de la época). Durante la infancia y bien entrado en la adolescencia cada persona, para mí, era un fenómeno. En el colegio había un cura que no usaba interiores y se acomodaba todo el asunto de lado, llegándole a diez centímetros de la rodilla, le llamaban “Padre manduco”, la cosa era obscena, pero también graciosa y hasta emblemática. Pero lo trascendente es que el cura, a sabiendas de su sobrenombre y supongo que orgulloso del mismo, nunca usaría interiores, ni trataría de disimular el asunto, al contrario, creo que todos pensábamos que lo exageraba. En el mismo colegio había una chica que en clase de deportes usaba unos jeans recortados como super-hot-pants y luego se sentaba en el pasillo en la posición del loto. Sentarme frente a ella fue mi mejor lección de puericultura, pero extrañamente, algunos la tildaban de «puta», para mí era la chica más bella del mundo. Recuerdo un señor que, supongo, habría trabajado mucho bajo el sol porque tenía miles de arrugas en las manos, el cuello y la cara; el señor se llamaba Mario como yo. Era el hombre más alto que yo jamás haya visto, para mí el hombre más alto del mundo. Un fenómeno. Yo pensaba que cuando fuera mayor quería tener tantas arrugas como él ¡Qué valores aquellos! Mujeres barbudas, hombres topo, rusos comegente, anarquistas, carniceros mancos que habían perdido la mano en la moledora de carne, el mundo estaba lleno de diversidades y cada una de ellas tenía su valor por original. Entiéndanme, con una educación así no puede sino resultarme aburrido el actual mundo donde todos tratan de semejarse y en el que los diferentes son execrados hasta obligarlos a ocultarse.
Y así continúa la lista de educaciones perdidas por desuso. Me enseñaron a socializar y ahora vivo en un mundo superpoblado donde estar solo es casi imposible. Por otro lado, un lobo estepario era símbolo de sabiduría y originalidad y ahora es considerado sospechoso de subversivo radical o un desadaptado.
Me enseñaron a ser reservado y ahora hasta Jesucristo tiene Instagram.

Y SEGUIREMOS PERDIÉNDONOS
Y una de las enseñanzas que tuve que perder a voluntad fue la de que los jóvenes debían imitar a los mayores, puesto que ahora son los mayores los que se disfrazan de jóvenes. Sí, antes se hablaba de respetar a los viejos, ahora sólo se aprecia a la juventud y todos los demás son pobres que no pueden pagarse la cirugía plástica. Supongo que en este asunto influenciaron mucho los cómics, los superhéroes de las historietas que, como todos fuimos viendo, nunca envejecieron.
Mario Fattorello
Y ahora estoy aquí, escribiendo este escrito demasiado largo que muy pocos leerán porque los argumentos de más de 140 caracteres están fuera moda. Me pregunto ¿De qué me vale hoy poder recitar de memoria la Divina Comedia?

jueves, 8 de septiembre de 2016

Consulta Fattorello en Venezuela, sobre la Brujería o cómo ser médico brujo en tres lecciones.

Mario Fattorello portada Cortometraje Médico Brujo en 3 lecciones
Porque de que NO vuelan, NO vuelan.
PRIMERA LECCIÓN: LA ADIVINACIÓN.

El médico brujo trabaja con la desesperación de quien lo busca como última esperanza, y esto es lo que en la primera lección debe quedar como enseñanza.
El cliente busca un secreto que lo saque del aprieto, y el que nos considere misterioso satisface su interés curioso.
Pero el miedo salta donde menos se espera como la liebre, y sólo la confianza puede evitar el quiebre, así que nunca estarán de más un abrazo de brujo amigazo, una palmada aquí y otra allá, un “no se preocupe, ya le vamos a aliviar”, o “lo único que no se remedia es la muerte, y hasta para ello tenemos una pócima bien fuerte”.
De entrada el médico brujo debe atinar, la dolencia que el paciente quiere aliviar, y, para que sus palabras sean creídas por el cliente, ganarse la confianza será lo más urgente.
Como la importancia de lo adivinado suele depender del esfuerzo empeñado, el afectado debe sentir que su alma y cuerpo hoja por hoja son estudiados, como si de un libro se hubiera tratado. En consecuencia es conveniente que el curandero, parezca concentrado en explorar con esmero.
Y aquí comienzan las peculiaridades que al médico brujo le dispensan mil bondades. Hacer cosas raras y originales, le valen la fama de curar donde fallan los demás profesionales.  La dignidad de este arte se marca en la diferencia, asistiendo cada pormenor con vehemencia. Nuestra medicina es la única que usa la sobreactuación como coeficiente de curación.
Del médico brujo no se espera que revise los ojos con un foco, él encandila la pupila llenándola de estrellas que titilan.
Examina la orina comparándola con otras botellitas que tiene en la vitrina, donde otros se apoyan en alguna maquinaria científica, él saca a relucir su responsabilidad metafísica.
A las orejas con delicadeza y a los oídos con sigilo va a revisar, asegurándose de que el paciente oiga un mensaje que jamás pueda olvidar. 
El buen médico brujo se concentrará en el aliento, que es la voz del alma a la que está atento, cual Ulises de la Odisea, con el canto de sirenas al viento, se regodea.

Es natural que de tanto bregar, algo salga mal. Que lo imprevisto y lo infinito sean lo mismo, no es casual. Por ello siempre hay que tener bajo la manga un instrumento para salir de un mal momento, excusas cliché como “ya era demasiado tarde” suele ser un comodín, en el peor de los momentos, cuando el paciente llega precozmente (y sin nuestro consentimiento) a su fin.
Pero, lo que nunca debe faltar es el número de una ambulancia, y el de un amigo en la comandancia, a los que pagamos fianza por si la cosa se sale de control ya sea por enfermedad o por mal humor.
La duración del proceso de revisión será fijada por la charla del enfermo que ante el tejemaneje del reconocimiento, no se resistirá a comentar su padecimiento, y así el sabio brujo obtendrá de la confesión, lo que el paciente creerá resultante de la inspección.
Es muy conveniente, aunque no obligatorio, someter al paciente al influjo de algún extraño aparato de laboratorio.
La elección del aparataje dependerá de lo que encuentre en el cajón del garaje. Un voltímetro que mida la continuidad energética entre la punta de la nariz y la oreja, o una batería con cables y electrodos para aplicar descargas entre rodillas y codos, procesos éstos altamente recomendables por crear en el paciente la impresión de haber sido “tocado”, por la ciencia de un iluminado, además de romper… el tedio por tanto examen.
Mario Fattorello

Brujo que se respete sabe aprovechar, el momento apropiado para el diagnóstico adivinar. No creo necesario explicar, que el padecimiento escogido, mientras más sea frecuente, más será congruente.
Si el estrés como diagnóstico escogen, es imposible que se equivoquen, porque es lo que dicen padecer quienes el origen de sus males desconocen. Además de exhibirse como innovadores con ingenio, por estar el estrés de moda en este nuevo milenio.
Así que el médico brujo escogerá de su lista de enfermedades frecuentes, la primera que le venga a la mente, que de seguro surgió por asociación, con lo que el paciente dijo en su lamentación.
Pero, como lo bueno se hace esperar, para que el paciente con buena disposición la enfermedad pueda enfrentar, bastará con mencionar que pulmones y corazón no pudieran estar en mejor condición, antes de decirle que la próstata será su perdición, el éxito de esta astucia está tan confirmado como la conveniencia de dar un regalo antes de pedir prestado.
Y así, de pronto, el curandero, dictará: «el examen concluyó que una crisis de pánico usted sufrió». A lo que un cliente convencional responderá: «Sí, sí, es cierto, yo lo viví, una crisis de pánico padecí».

Pero, si el paciente llegara a ser uno de esos sujetos incrédulos y desconfiados, que pensándolo todo tres veces se quedan callados moviendo la cabeza hacia los costados, le aplicaremos un poco de su propia medicina, negando su negación como si fuéramos un espejo de cuentos de hadas que vaticina. Y, de pronto, le apuntaremos con una mirada de comunista extremista, acusándolo de absurdo pesimista, hasta que le escuchemos decir: «Sí, sí, es cierto, yo lo viví, una crisis de pánico padecí». Los pacientes modernos no toleran de pesimismo ser acusados, en un mundo donde el optimismo está de moda combinado con bluyines apretados.

Siempre habrá pacientes tercos y con ganas de joder, pero la esencia de la medicina bruja es no dar el brazo a torcer, si la montaña no va a Mahoma, el Brujo va a la montaña, así que, con los pacientes que llevan Ray-Ban oscuros, para impedir que los iluminemos con nuestros conjuros, el curandero que no se da por vencido volteará hacia las vitrinas de medicinas muy decidido y, sin su rabia dejar ver, al terco le hará saber, que una cosa es importante hasta que haya otra más relevante «y lo que importa son sus amebas, amebas invisibles, del tipo que ni aparecen, en los exámenes de heces. Supongo que muchos gases habrá notado, porque si no los dejara salir, habría reventado».

Con esta vuelta de tuerca el paciente no tendrá más remedio que la adivinación aceptar, porque ha sido diagnosticado con una enfermedad que ni Superman con su vista de rayos X podría refutar.
Después de tal clarividencia, el médico brujo será ungido por los óleos de la sapiencia, y el enfermo sentirá recompensada su paciencia.

Aquí vale remarcar que de esta adivinación hay tantas variantes como practicantes.
Lo anterior vale para los brujos homeópatas, que dominan el mundo de las heces y las amebas psicópatas. Pero el brujo caribeño puede usar tabacos, huesos y conchas para diagnosticar espectros y ronchas, y el que impone manos hacer lo pertinente, con previo y post lavado con detergente, o el curandero de cristalería usar cuarzos para encontrar chacras que han perdido la alegría, el gitano leerá los males de la mano en sus canales, una bola de cristal pueden usar los médicos clarividentes para diagnosticar ánimas penitentes, en fin, cada brujo con su tema, es, de esta escuela el lema.


SEGUNDA LECCIÓN: UN TRATAMIENTO TAN MISTERIOSO COMO COSTOSO.

Es esencial para el curandero que dinero quiera ganar, que con el pago por la consulta no se pueda conformar, por ende, después del diagnóstico algo adicional deberá cobrar, y, para ello, un tratamiento allí mismo tendrá que administrar.
Por lo menos 21 inyecciones subcutáneas de una medicina secreta, aplicará en la panza, las nalgas o en cualquier lugar que competa.
Si el paciente insiste en saber sobre el remedio, el curandero como revelando un misterio, su extraño origen develará, «elixir de raíces profundas de pino blanco de Grecia» dirá, al paciente que, ya nada más preguntará.
Es trascendental subrayar que la gente confía y llama “natural” a lo corriente, y hasta un beduino sabe lo que es un pino. Los pinos suelen caer simpáticos, y si son blancos de la pureza son emblemáticos, algo que venga de sus raíces no puede ser malo, el pino es tan fuerte, erguido, frondoso, resistente y símbolo de la navidad, los pinos se hacen querer de verdad.
Para que el tratamiento justifique su onerosidad, la obtención del elixir debe implicar un alta dificultad, que a su vez será la causa por la que algo tan beneficioso y costoso no es comercializado por algún laboratorio monstruoso.
Hay que dejarle saber al paciente, que los farmaceutas sueñan con una medicina tan potente, pero por más que andando por Grecia al pino se encontraran de frente, no les pasaría por la mente, sus profundas raíces cavar, para de ellas un elixir sacar.
Debe quedarle claro al cliente, que sólo un médico brujo valiente, que de Indiana Jones haya heredado el influjo vehemente, tiene el coraje suficiente de enfrentar tan recóndita aventura, para dar a sus pacientes ventura.
Y en cuanto al contenido real de las ampollas, el médico pudiera inyectar extracto de alcachofas y cebollas, pero con solución fisiológica y un colorante bastará para que el éxito sea impresionante, resultado éste del que la Coca Cola, es garante.

Claro está que los tratamientos variarán según cada tendencia y dolencia. Una foto del amante del consorte enterrarán a medianoche en el cementerio, los pacientes enfermos por adulterio, mientras que a los pacientes del hechicero cognitivo, lidiar con tarántulas para perder el miedo usarán como recurso curativo, y para el brujo que lee el tabaco en el callejón, no habrá mejor recurso que beberse con él unas botellas de ron.

Pero volviendo a nuestra segunda lección....
Terminémosla con otra recomendación
todo médico brujo ha de saber
que la humildad no es ser pobre, sino ser rico sin dejarlo ver.
Así que para rematar, unas vitaminas al doble de precio, le vamos a recetar,
y, con gusto a cobrar, bajo la firme promesa de que en tres días nos vuelva a visitar.

TERCERA LECCIÓN: RITUAL CURATIVO.

Amén de la terapia aplicada, la consulta siguiente debe ofrecer al paciente, un ritual inflexible que afecte la sensibilidad de su mente. Es necesario que el enfermo sienta una diferencia, que por causa-efecto considerará una mejoría causada por nuestra diligencia.
En este punto el médico brujo se sentará detrás del escritorio, y haciendo gala de su docto repertorio, escribirá una lista de lo que el paciente deberá cambiar, para su tratamiento a buen término llevar.
No comerá harinas ni levaduras, eliminará hierbas flatulentas y en su lugar comerá menta, la carne roja estará vedada junto con la sal, el almíbar y toda cosa azucarada. De aceite y grasa nada probará y todos los días quince zanahorias comerá. Nada de ocio ni vicio pero mucho ejercicio, papilla de berenjena para la cena, y de vez en cuando como premio, una escudilla de pollo a la parrilla, pero hervido previamente en agua de vertiente con un poco de detergente. La lista de lo permitido debe incluir, todo lo que nadie quiere o puede engullir.
La dieta es un ritual certero, que garantiza la satisfacción del paciente y el éxito del curandero.

No creo necesario profundizar en las variantes según la tendencia de cada estudiante, dietas, brebajes o ayuno, ejercicios o sacrificios da lo mismo, mientras altere algo en la rutina del organismo.
De cumplir estos tres pasos, olvidarse pueden de los fracasos.
Y tras citar al paciente para la quincena siguiente, lo pueden despedir sin olvidarse antes su remuneración pedir.

Y en la consulta siguiente…, si el cliente se ejercitó como un atleta, cumpliendo la estricta dieta, se verá mucho más delgado y se sentirá transformado, más ágil y bien humorado, o por lo menos sentirá que algo en él ha cambiado. Entonces el médico brujo podrá jactarse sin miramientos, de las bondades de sus especiales tratamientos.
Pero…, si por el contrario el paciente se quejara de no presentar mejoría alguna, el médico le mirará a los ojos con cara de mala luna, y le acusará de negligente, por no haber seguido a cabalidad el ritual conveniente.
Al enfermo no le quedará más que reconocer que es culpable de su padecer.
El ritual no puede fallar, con tantas prohibiciones, son inevitables las infracciones.
Mario Fattorello

Pero volviendo a nuestro final feliz…
Podemos dar por descontado, que en cualquier caso nuestro éxito está garantizado.  Y ahora con alegría anunciamos a nuestra feligresía, que nuestro postgrado ha terminado, deseándoles éxitos y felicidades a los nuevos profesionales.
Sin embargo, antes de despedirme, a modo de inspiración para la nueva legión, quisiera remarcarles que la medicina bruja siempre ha llenado, los bolsillos de todo el que la ha practicado, porque en cualquiera de sus vertientes, hipnóticas o espirituales, psiconeurolinguísticas o de regresiones ancestrales, en medicinas naturistas o de cristalerías, de imposición de manos o lectura de sus líneas, religiosas o de mago de tarantín de esquina, coaching de vida o lectura de tabacos, adivinación con barajas o imploraciones esotéricas, la conveniencia de esta disciplina es siempre la misma: que el curandero brujo continuamente sale ganando, porque no se basa en la ciencia que todo lo quiere experimentar o en la erudición que siempre busca una nueva y más compleja explicación. La medicina bruja va más allá del saber humano, saciando las pasiones primordiales del hombre desesperado, a saber: su deseo de engañar y la necesidad de ser engañado. Recuerden siempre este aprendizaje rotundo: «La desesperación ha sido y será, el negocio más grande del mundo».